Por Feliciano J. Espriella/
Con la honrosa excepción del candidato Carlos Navarro, los demás candidatos dieron la impresión de que fueron a un día de campo extremando precauciones por la posibilidad de mal tiempo
La obra: Una noche sin luna, una playa sin sol, un mar sin rumor, una rosa sin espinas, un vino sin bouquet, un perfume sin aroma, un poema sin rima, una canción sin melodía. O si se prefiere autóctono, una salsa sin picante.
El elenco: Aves sin alas, guerreros sin coraje, tigres sin furia, miuras sin empuje, gladiadores sin arrojo o gallos sin espolones.
Eso fue el ejercicio político del pasado martes al que por equivocación lo nombraron debate en vez de pasarela, como le hubiera correspondido acorde a su desarrollo.
Habitualmente esta columna la escribo los martes por la tarde. Esta ocasión la dejé para el miércoles y poder escribir algo sobre el «debate». Esperaba, al igual que la mayor parte de quienes estábamos interesados en el evento, que hubiera algunas cosas dignas de comentarse en relación a las confrontaciones que suelen darse en estos acontecimientos. Nos quedamos con las ganas.
No sé si será un error de semántica o sólo uno más de los artilugios que acostumbran los políticos, pero debate en el sentido estricto de la palabra, no fue. Cuando menos no como acostumbran realizarlos en otros escenarios políticos o como lo considera la Real Academia de la Lengua Española, de la cual transcribo dos de sus acepciones:
1. Altercar, contender, discutir, disputar sobre algo.
2. Combatir, guerrear.
Lo mismo sucedió con los espacios para las réplicas y contrarréplicas, que los aspirantes a la gubernatura tomaron como una continuidad para exponer proyectos y motivos. De nuevo recurro al diccionario que define la palabra réplica de la siguiente manera:
1. Instar o argüir contra la respuesta o argumento.
2. Responder oponiéndose a lo que se dice o manda.
¿Alguien vio algo de lo anterior en la mencionada pasarela? Yo no.
Con la honrosa excepción del candidato Carlos Navarro López, quien al parecer sí conoce el significado de debate y fue congruente con lo que ha sido su carrera política y el desempeño de su actual campaña, la y los demás candidatos dieron la impresión de que fueron a un día de campo extremando precauciones por la posibilidad de mal tiempo.
Un suntuoso escenario
A diferencia de eventos (me resisto a llamarlos debates) anteriores en los que una serie de restricciones los hacían muy rígidos y poco propicios para debatir en forma, en este, cuando menos como lo estuvo anunciando desde su programa Luis Alberto Medina, estuvo abierto para que los candidatos interpelaran e incluso hicieran señalamientos fuertes a sus contrincantes. Se permitió el uso de imágenes y se concedieron varias opciones de apoyo que nadie utilizó. Hubo oportunidades de réplicas y contrarréplicas.
Pudo ser flexible y lo hicieron acartonado. Pudo ser ameno y lo hicieron soso.
Les pusieron una mesa espléndida para un suculento banquete y se conformaron con las migajas en el piso.
Cuando la presa estuvo a tiro de pistola, se le embaló el rifle a Claudia
Las primeras acciones de Claudia Pavlovich como candidata del PRI a la gubernatura fueron para convocar a Javier Gándara a enfrentarla personalmente. Prácticamente no ha habido una semana desde que iniciaron las campañas políticas, sin que la candidata no lance cuando menos un reto a su oponente del PAN a dirimir frente a frente severos señalamientos sobre presuntos actos de corrupción cometidos por él durante su administración al frente del ayuntamiento de Hermosillo.
Lo tuvo en corto y frente a ella y no lo hizo ¿Qué sucedió? ¿Se acalambró la candidata por las recientes denuncias en su contra por tráfico de influencias? El día del debate circuló profusamente el rumor de que estaban por destapar una noticia bomba en su contra ¿Ello la atemorizaría? O tal vez sea cierto que días antes del evento hicieron un pacto de «no agresión». Quién sabe, pero dicha actuación genera mucho sospechosismo.
Y Javier… una vez más no negó la cruz de su parroquia
El principal lastre en la campaña de Javier Gándara, lo han dicho sirios y troyanos, es su maridaje con la cada vez más desprestigiada y evidentemente corrupta administración estatal que encabeza Guillermo Padrés.
Como representante del partido en el poder, tenía la obligación de afrontar y responder a las graves acusaciones que se le hicieron a la administración estatal, defendiéndolas o aceptándolas.
Defendiéndolas si desde su perspectiva no tenían sustento, o aceptándolas si tiene conocimiento o cuando menos sospechas de que son verdad, en cuyo caso, lo menos que tendría que haber hecho era deslindarse, y más aún, reprobarlas. No hizo ni lo uno ni lo otro.
Las aceptó tácitamente al guardar silencio, y medio se deslindó con su frase de los últimos tiempos: «Javier Gándara, es Javier Gándara». Como diría el buen amigo Arturo «Chapito» Soto, «Se deslindó… pero poquito»
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.