Por Bulmaro Pacheco/
La gente registra que se incrementaron como nunca los índices de corrupción y atraso en Sonora. La colonización administrativa del gobierno con panistas, aventureros, tránsfugas, socios y parientes llegó a límites insultantes
¿Cómo calificar la lucha actual por el poder en Sonora?
De mucha resistencia y una guerra sin cuartel que implica continuas tácticas de guerra sucia. Tiene sus explicaciones: Primera vez en la historia de Sonora gobernada por un partido distinto al PRI, que busca repetir. El PRI aspira a regresar al poder. Los que llegaron en 2009 no hicieron los cambios (para bien) que prometieron. Se agotaron también muchos de los mecanismos de control político en todos los partidos. Por ahora una elección polarizada entre PRI y PAN. Nuevas instituciones electorales debilitadas y en conflicto, 10 partidos políticos y candidaturas independientes, y el latente riesgo de una “elección de Estado” con todos los recursos y la fuerza de la administración estatal.
Hace seis años era el PAN el que ofrecía un cambio, ¿ahora no?
Sería una contradicción que el candidato del PAN ofreciera el cambio. Ellos presumen que todo está bien y que se debe refrendar al gobierno de la alternancia. El PRI propone un cambio, partiendo de la base de que quienes lo ofrecieron y no cumplieron, y ahí está la verdadera disyuntiva para Sonora: ¿continuismo o cambio? En 33 días se verá.
¿Y los efectos?
Incertidumbre y asombro constante entre los potenciales votantes. Lo que mal empieza, mal acaba; está dando frutos: la fractura política y la división entre los sonorenses fomentada desde el poder estatal desde principios del 2010. Igual la política de exclusión de haber partidizado a todas las instancias oficiales de la política estatal. En todo el sexenio, el gobernador —y su equipo— nunca han dejado de operar como dirigentes de su partido y ahí están las consecuencias. Un agrietado estado de derecho, un gobierno quebrado en lo económico y moral, y una sociedad dividida, enfrentada y en crisis política reflejada en las campañas.
En los sondeos el PAN ha caído en la intención de voto en lo nacional, y su candidato que alguna vez presumió amplia ventaja en Sonora hoy se encuentra prácticamente en empate técnico, ¿por qué?
En lo nacional el PAN está dividido y las campañas de sus diversos candidatos se enfrentan en paralelo a la lucha por la dirigencia nacional del partido este mismo año (mediados de agosto) y la candidatura presidencial en 2017. En su estrategia de propaganda y al perder el poder en 2012 en lugar de fortalecer propuestas propias, el PAN volvió a las andadas atacando a diestra y siniestra al PRI, pero no le ha surtido los efectos esperados.
Para la elección de diputados federales y en los últimos sondeos, el PRI le saca 8 puntos de ventaja al PAN. Un mes atrás solo los separaban 3 puntos.
En lo local, la intención de voto a favor del candidato del PAN ha bajado, principalmente porque no representa ningún cambio, en un contexto donde el 65% de los encuestados en los sondeos demanda un cambio de partido en el gobierno estatal. No existe encuesta seria donde no surja la opinión mayoritaria de quienes demandan el cambio de partido en el gobierno. Los entrevistados piensan que la alternancia no les cumplió y que los vicios que antes denunciaron y capitalizaron para llegar al poder en lugar de atenderse y resolverse, se recrudecieron. No quieren más de lo mismo, pues.
La gente registra que se incrementaron como nunca los índices de corrupción y atraso en Sonora. La colonización administrativa del gobierno con panistas, aventureros, tránsfugas, socios y parientes llegó a límites insultantes y no se respetó el estado de derecho.
Entonces, ¿el actual discurso político no registra una oferta concreta de que las cosas en Sonora deberán mejorar?
El candidato del PAN se la lleva argumentando que él “no vive ni ha vivido de la política”, como otros… Una vieja tesis de la derecha que busca la purificación de los candidatos tratando de desvincularlos del ejercicio de la actividad… como si la política fuera la peste.
Se le olvida que en los años recientes, la animadversión de la gente en contra los políticos se ha recrudecido también contra aquellos empresarios que se han aprovechado del gobierno para amasar fortunas. Los escándalos de unos y otros han ido a la par y no se distingue la línea divisoria entre el político corrupto y el empresario aprovechado. Por ahí van.
Eso de que los panistas no viven de la política resulta una tesis equivocada, cuando menos en lo que a él respecta. ¿Cuántos de sus compañeros de partido en el gobierno han amasado fortunas y propiedades en seis años? ¿Cómo vivían antes de entrarle a la política y al gobierno? Antes de estar en el PAN, el candidato estuvo en el PRI, ahí ocupó la segunda posición de importancia en el directorio estatal. Fue candidato a presidente municipal de Hermosillo en 2000 por el PRI y en 2003 compitió en la interna del PAN por el mismo cargo. En 2009 resultó electo alcalde de Hermosillo y ahora en 2015 busca ser gobernador. Después de todo eso ¿si no es político, entonces qué es? ¿Una mezcla de todo? ¿Se tratará entonces de una versión local del Dalai Lama? No, no es para tanto. Él dice que está de candidato por mera circunstancia (y no por vocación).
Con ese manejo se refleja una real crisis de identidad y arroja sobre los electores falta de autenticidad, lo que le está costando caro entre la gente exigente de definiciones concretas, deslindes de lo que realmente representa y lo que haría de llegar al poder como se propone, porque no hay claridad.
Si antes renunció al PRI porque la marca lo afectaba, ahora renuncia a asumirse político porque siente que lo perjudica, si no defiende al gobierno que representa y no se deslinda de sus desviaciones, entonces; ¿Ante quién está el elector que espera propuestas y definiciones? Todo un dilema.
¿El modelo actual del PAN sería el triunfo de la gran empresa?
Todo indica que sí. En sus propuestas se ven ausentes el humanismo y el sentido social, abundan las posturas relativas a la comparación de la empresa con el gobierno. El “deber ser” del gobierno, pero con los fines y las responsabilidades de la gran empresa. De ese tamaño.
Los derechos sociales plasmados en la Constitución no aparecen como prioridad en su propuesta. Tampoco las libertades. Se generaliza el discurso que habla más de un pragmatismo soso y sin ideas para todos los públicos, lo que muestra la probabilidad de que con esas ideas se llegara al poder, con todas las consecuencias, como en los Estados Unidos cuando Ronald Reagan gobernó bajo esa premisa disminuyendo al máximo el tamaño del gobierno para que el pez gordo (gran capital) a través de las exenciones fiscales se comiera al más chico (pobres y marginados), profundizando la desigualdad social dejando un gran déficit fiscal y una crisis que todavía se resiente. Reagan a cada rato decía que “el gobierno no era la solución, sino el problema”… y así les fue. Eso es lo que vemos detrás de las propuestas del candidato del PAN.
¿Y el discutido deslinde del gobierno?
No lo ha hecho y seguramente no lo va a hacer. A lo más que ha llegado es a decir que “Javier Gándara es Javier Gándara”. Pero la afirmación por sí sola no le da para convencer y mucho menos para avanzar con quienes demandan un cambio. Principalmente por eso, en encuesta reciente cayó seis puntos en un mes.
Tampoco le es útil con los indecisos, que esperarían afirmaciones de mayor contundencia para exentarlo de estar absorbiendo cuanta denuncia de corrupción contra el gobierno del Estado aparece, tanto en sus actos de campaña como en los medios nacionales y locales. Apenas y le alcanza para una parte del voto duro del PAN, pero ahí también tiene inconvenientes porque tampoco ha defendido las políticas y los programas del gobierno que aspira a refrendar.
La gente ya se hizo a la idea del continuismo que representa su candidatura y la protección de los intereses del gobierno que se va, y eso le afecta. No es gratuito. El plato fuerte del gobierno estatal ha sido la corrupción, y ahí no parece tener defensa ni argumento o estrategia publicitaria que convenza. Su afirmación de “cero tolerancia a la corrupción y al tráfico de influencias” no deja de ser un cliché que recuerda el famoso “caiga quien caiga” de las épocas del PRI, que únicamente servían para salir de paso ante las situaciones graves de injusticia o abuso. Cero contundencia y nula libertad para tomar decisiones, es lo que se ve en el fondo de esa propuesta.
¿Y las propuestas, entonces?
No hay una sola que haya pegado o que la gente la traiga en la mente; ¿cuál?.. Abundan espectaculares con propuestas que no le dicen nada al ciudadano de a pie, al que no le alcanza el dinero para llegar al fin de mes, y que sigue batallando en su lucha por la vida con las medicinas, los hijos, las becas, la calidad de la educación, la inseguridad, el desempleo y la corrupción, entre otros. No se registra una propuesta que no sea la intención de continuar con lo que la alternancia anuncia como presunta novedad: Uniformes, zapatos y tabletas. Todos programas oficiales del gobierno que termina y que han estado en medio de turbulencias por sospechas de corrupción. Ahí está otro ingrediente más de la estrategia continuista.
¿El panorama electoral sigue siendo incierto?
Totalmente. Existe una tendencia muy marcada de que la elección, de seguir cerrada se irá a tribunales. Está en marcha una reedición de las tácticas panistas viciadas de reunir un número estratégico de puntos (4, que equivaldrían a 40 mil) vía la compra de votos sin reparar en gastos, sobre todo en las regiones pobres y el sur de Sonora; tienen mucho dinero para eso. También para poner a trabajar a los aparatos policiacos el día “D”, para presionar y asustar a potenciales votantes del PRI. Ya les funcionó en el 2012 todo eso. El PRI deberá alcanzar un mínimo de 7 puntos de ventaja en los próximos 30 días para evitarse amargas sorpresas.
¿Y las autoridades electorales?
Va a estar difícil que les alcance su capacidad de acción. En lo local el PAN controla la mayoría de los consejeros en el IEE, así como la mayoría de los comités distritales y municipales, controla el Tribunal Electoral, los cuerpos policiacos y los aparatos de procuración y administración de justicia local. ¿Qué queda? El optimismo y la confianza en la gente que demanda un cambio de partido en el gobierno que seguramente saldrá a votar en masa, y desde luego… en el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Nada más. Así estamos.
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