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El infierno desde adentro, entrevista con la ex directora de Guardería ABC

“En lo único que pensé fue en que teníamos que sacar a los niños”, recuerda Diana Jaime, quien era la directora de la Guardería ABC al momento del incendio y quien accedió a dar una única entrevista para efectos del libro “49 razones para no olvidar”, realizada por Lourdes Encinas Moreno

“…El testimonio de Diana es valioso porque es el que cuenta, desde adentro mismo de la guardería, cómo empezó y se propagó el fuego y es la primera vez que accede a hacerlo, lo hizo en una entrevista realizada el miércoles 9 de octubre de 2013 en las oficinas de la representación legal del grupo Manos Unidas Por Nuestros Niños, que también la defiende a ella dentro del proceso. Apenas ahora, luego de más de cuatro años de terapia física, sicológica y espiritual, es que Diana puede hablar de lo sucedido aquella tarde, pero lo hace aún con dolor, rodando lágrimas y confiesa que durante el trayecto al lugar de la cita iba esperando que yo no llegara, porque le sigue siendo difícil contar su historia. Pero saca fuerzas y lo hace porque hablar de ello es parte del proceso de recuperación. Eso sí, no puede evitar el nerviosismo, no puede evitar que a momentos se tropiecen las palabras ni que sus ojos se humedezcan. A una fotografía no accede y no insisto. Una vez que al interior de la guardería se dieron cuenta del incendio, empezaron las dificultades para la evacuación. “Lo que yo recuerdo es que yo corrí a la sala de maternal B1, que fue la primer sala donde yo entré y empezar a levantar a los niños porque estaban dormidos y sacarlos, pero todo fue en cuestión de segundos que ya no podíamos ver nada, todo estaba negro, el humo, el calor, fue de inmediato, no te puedo decir exactamente el tiempo porque créeme que ni yo misma lo tengo así en cuenta, pero sí fue algo rapidísimo. Hay varias cosas que también mi mente como que las bloquearon y no me acuerdo más que segmentos, es más no me acuerdo de ver a la demás gente del personal. Han venido a mi mente así recuerdos de que yo agarraba y sacaba (niños)”. Los recuerdos de Diana sobre esos momentos son aún confusos, pero a la claridad que logra se le suman testimonios de otras personas que le han confirmado, y también a medios de comunicación, que ella pasaba niños hacia la salita donde estaba la puerta principal y luego se devolvía por más, así siguió hasta que ya no pudo más y salió para no volver a entrar. “Ese comentario lo hizo un papá y créeme que hasta que no te lo dicen te pones y quieres darle vueltas a tu mente, a tu cerebro queriendo sacar todos los detalles, se me venían así como que recuerdos de: sí, yo no salí, yo nomás estaba adentro. Sí me acuerdo que corrí en algún momento hacia la puerta del patio, que desde la sala donde yo entré primero hacia allá es de punta a punta, y no la pude abrir, yo creo que eso fue muy inmediato que pasó todo porque como que el mismo calor, vapor, humo, no sé exactamente qué era o todo revuelto, se cayó, se vino hacia abajo, entonces lo que siento yo que pasó fue que englobó, porque yo jalaba esa puerta, porque esa puerta se abría hacia adentro, yo la jalaba y no la pude abrir”. Sin saber cuánto tiempo transcurrió, en medio de la oscuridad vio una luz a lo lejos y cree haber pensado que era una salida, se dirigió a ella y al salir se encontró con el caos: patrullas, ambulancias, gente, gritos, llantos, ruido… y aún no sentía dolor, trató de regresar, pero los rescatistas ya no la dejaron. “Nada, yo adentro y afuera, en los segundos que yo estuve afuera hasta que me subieron a la ambulancia y me llevaron, yo no sentía absolutamente nada de dolor. De hecho, me veía los brazos y sí me los veía así como que la piel se me hizo rollito y me colgaba y no me dolía. Y me querían subir a la ambulancia y recuerdo que les decía que no, que yo no tenía nada que se llevaran a los niños, que yo no tenía nada”. Este recuerdo duele. Suspira. Trata de contener el llanto. Hace una pausa. Toma aire y retoma el relato. Entonces yo le recuerdo que el día 6 de junio, al hacer un recorrido por los hospitales, en el General me topé con su familia y fue uno de sus hermanos quien me informó sobre la gravedad de su estado, pero ya no supe de ella hasta que logré localizarla para solicitarle al entrevista. Diana estuvo dos meses hospitalizada, la dieron de alta, pero volvía cada tres o cuatro semanas a que le realizaran cirugías para tratarle las quemaduras que de acuerdo al dictamen final por lesiones, cubrieron el 60 por ciento de su cuerpo, en cabeza, cara, espalda, brazos y piernas. Desde entonces se mantiene en terapia sicológica, siquiátrica y física para recuperar al máximo la movilidad de brazos y manos, que le proporciona el Seguro Social. De los cinco adultos que resultaron lesionados, ella fue la más afectada.

La demanda de un grupo de padres

empleadas de guarderia ABC (6)
Ex empleadas de la Guerdería ABC en rueda de prensa, en el año 2009.

Diana Jaime Peralta fue directora de la Guardería ABC de septiembre de 2008 a junio de 2009, tras el cierre los propietarios la liquidaron en los términos de un despido. El recuerdo que tiene de la estancia es de un lugar bonito interiormente, funcional, con un ambiente agradable y que se veía que a los niños les gustaba; en el tiempo en el que laboró ahí no recibió quejas mayores de los padres de familia. El personal sabía que del otro lado de la pared había una bodega, pero no tenían idea de lo que almacenaba. Ella y el resto de las trabajadoras de la guardería, fuero demandadas por los padres agrupados en el Movimiento Ciudadano por la Justicia del 5 de Junio, que consideran que no hicieron lo suficiente para rescatar a los niños, aunque en su caso está demostrado lo contrario. “Se respeta, es su sentir de ellos y su opinión, obvio pues yo que estoy en mis pantalones, pues para mí obviamente no tienen razón porque está más que claro que muchas, sino la mayoría o si no todas (de las empleadas de la guardería), no está en mi decirlo, hicieron algo para lograr rescatar a los niños, desafortunadamente pues no fue a todos como yo hubiera querido que hubiera sido a todos. Pero yo no te puedo hablar por ellas, yo te puedo hablar por mí, yo hice hasta donde yo pude, hasta donde mis fuerzas humanamente me lo permitieron y si en mí hubiera estado te lo juro que yo me quedó ahí y los sacó a todos, pero no pude, no se pudo. O sea, en esos momentos, a mí no me importó, ni pensé, ni tan siquiera pasó por mi mente, el que yo me iba a morir o que a mí me iba a pasar algo por estar ahí. No, créeme que mi único objetivo era sacarlos, salvaguardarlos y nada más, nunca pensé en los demás, nunca pensé en mí.” Otra vez la pausa, otra vez suspira, otra vez las lágrimas ruedan por su rostro, en el que ya no quedan lesiones visibles, pero esta vez un recuerdo hace que la emoción sea más intensa. Todos los días, cuando su hijo de entonces 12 años salía de la escuela, se lo llevaba a la guardería, donde comían juntos y él la esperaba en su oficina hasta que terminara la jornada laboral. En una de esas cosas que la lógica hace difícil de explicar, el 5 de junio de 2009 el carro de Diana no encendió y no pudo ir a recogerlo, entonces le llamó a su esposo para que fuera por él y luego pasaran por ella. Ellos llegaron al lugar a las tres de la tarde, cuando ya todo era caos y ella no aparecía. “Yo todos los días tenía a mi hijo ahí en la Dirección y si ése día hubiera estado él ahí yo no me hubiera acordado que él hubiera estado ahí, porque nunca pasó por mi mente, a lo mejor en automático yo sabía que él no estaba ahí, pero si hubiera estado tampoco me hubiera importado porque yo corrí a sacarlos (a los niños)”. Una “obra de Dios y de la Virgen”, es la única explicación que encuentra Diana para no haber podido ir por su hijo esa tarde y con ello haberle salvado vida. Por esta experiencia decidió volver a embarazarse, algo que ya había descartado, y ahora tiene otra niña de dos años, a quién llamo Ángeles, quien ha sido una inyección de vida que le dio una nueva ilusión a su familia para “seguir echándole más ganas”…

*Fragmento de “49 razones para no olvidar”, por L. Encinas, (2014), Editorial El Auténtico.