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Apagón analógico: seguirán manipulándonos de manera digital

Por Imanol Caneyada/

Lo que más ha escandalizado a la sociedad mexicana ha sido el enorme gasto que le ha supuesto al Gobierno federal la transición al modelo digital, un costo total de 26 mil millones de pesos que pagamos entre todos los mexicanos

Con cierta nostalgia, el pasado 31 de diciembre, cumpliendo con lo que mandata la ley, Telemax apagaba la señal analógica para Obregón y Hermosillo y prendía la señal digital. Aunque estuvo en duda la capacidad económica (necesitaba más de 300 millones de pesos) de la televisora estatal para alistarse para el apagón, al final cumplió con los procesos técnicos y de capacitación y desde el 1 de enero de este año, la señal que nos llega a nuestras casas es más nítida y de mayor calidad; después de 56 años y siete meses, la era digital se imponía sin marcha atrás.

No había de otra, o el Gobierno del estado prescindía de su aparato de comunicación por excelencia en una entidad donde la televisión tiene aún mucho más peso que cualquier otro medio de comunicación, incluidas las redes sociales, o le entraba al toro por los cuernos.

Y es que al final, en este México educado y manipulado por la caja boba, todo este asunto del tránsito de lo analógico a lo digital se ha visto marcado por una serie de actos que nos ha evidenciado como una sociedad que gira en torno al aparato que reina en las salas de nuestros hogares (y en las recámaras y en las cocinas).

En Sonora todo empezó en San Luis Río Colorado, Caborca, Cananea y Agua Prieta el 27 de octubre de 2015. En estas ciudades fronterizas se realizó el primer apagón analógico en la entidad.

Para entonces, la Secretaría de Comunicación y Transporte había repartido 100 mil televisiones digitales con el correspondiente decodificador (una antena especial para captar las señales abiertas digitales) y repartiría otras 100 mil pantallas antes del 31 de diciembre, fecha límite.

Según información de la propia Secretaría, el requisito para proceder al cambio de señal en una entidad era que el 90 por ciento de los hogares con televisión hubieran hecho el cambio necesario.

Para detectar los hogares de escasos recursos a los que el Gobierno federal les regalaría el equipo correspondiente, se utilizó el padrón de programas asistenciales de la Secretaría de Desarrollo Social.

 Utilizando un padrón de programas asistenciales de Sedesol, la Secretaría de Comunicaciones y Transporte repartió 13 millones de pantallas en todo el país.

Utilizando un padrón de programas asistenciales de Sedesol, la Secretaría de Comunicaciones y Transporte repartió 13 millones de pantallas en todo el país.

Siguiendo la ruta de los apagones, las siguientes localidades fueron Arizpe, Naco, Sonoyta y Puerto Peñasco, las cuales transitaron a la Televisión Digital Terrestre (TDT) el 22 de diciembre. El resto del estado hubo de esperar al último día del año.

En esta entidad, a diferencia de otras, principalmente del sur del país, no se registraron quejas ni hubo descontento con la transición.

El resto de los sonorenses no incluidos en los programas sociales de la Sedesol (alrededor de 300 mil hogares) tuvieron que costear de su propia bolsa la transición al modelo digital; para aquellos que tenían servicio de televisión por cable, el cambio fue inocuo.

El 1 de enero de 2016, a pesar de la oposición de muchos sectores de la sociedad (incluido el duopolio de las televisoras abiertas), México amanecía al mundo siendo el primer país de Latinoamérica que cumplía con una transición tecnológica pactada internacionalmente a finales de la década de los 90 del pasado siglo.

¿Necesidad o clientelismo?

En 1997, el concierto de naciones occidentales concluyó que era necesario iniciar el tránsito del modelo analógico al digital. Además de la calidad y de los adelantos tecnológicos que implicaba esto, lo más importante era que el espectro por el que viajan las señales (monopolio del Estado en todo el mundo) quedaría liberado para nuevas ofertas de televisión abierta, ya que la señal digital ocupa muchísimo menos espacio que la analógica.

Estado Unidos y Europa, para el 2006, ya había finalizado su transición, pero Latinoamérica mostraba un considerable rezago.

En España, por ejemplo, la transición al modelo digital provocó que a Radio Televisión Española (RTVE), única concesionaria de televisión abierta hasta ese momento, además de las autonómicas, le saliera una enorme competencia con la aparición de Antena 3, TeleCinco, Canal Plus, la Sexta, etcétera.

En México fue el ex presidente Vicente Fox quien planteó la necesidad de iniciar con el cambio; sin embargo, no tuvo eco su propuesta. A Felipe Calderón no le interesó el tema y no fue hasta la llegada de Peña Nieto al poder que se concretó mediante la reforma a las telecomunicaciones que impulsó en 2013, en la que, entre otras muchas cosas, se señalaba como fecha límite el 31 de diciembre de 2015 para la transición a la Televisión Digital Terrestre.

A medida que se acercaba el día, hubo múltiples presiones para posponer el apagón analógico. Principalmente de Televisa y TV Azteca, dominadoras absolutas de la televisión abierta en el país. Su principal argumento era que los ensayos anteriores, en 2014 en Tijuana y posteriormente en Monterrey, habían fracasado y que un buen número de mexicanos se quedarían sin acceso a la televisión (es decir, a la señal abierta, la cual acaparan ambas empresas). Ante esta posibilidad, vieron mermados sus ingresos por publicidad y se prendieron las alarmas.

Por primera vez en el sexenio de Peña Nieto, Televisa y Emilio Azcárraga Jean iniciaron una campaña contra el Gobierno federal, no obstante que la Televisora del Ajusco se había visto descaradamente beneficiada con la reforma a las telecomunicaciones, ya que la Suprema Corte de Justicia de la Nación negó que la poderosa empresa incurriera en prácticas monopólicas y el espectro liberado por la transición digital quedó nuevamente en sus manos, impidiendo que el empresario Carlos Slim accediera al negocio de la televisión abierta.

La campaña opositora, sin embargo, no tuvo éxito y el apagón se realizó según lo previsto por la Ley.

La transición a la TDT ha sido muy cuestionada. Los partidos de oposición, muchos expertos y buena parte de la ciudadanía denunciaron en su momento que el calendario diseñado por el Instituto Federal de Telecomunicaciones para el progresivo apagón analógico fue hecho en concordancia con las diferentes citas electorales existentes en el país, de forma que la entrega de televisiones digitales se usó para cooptar votos.

Pero lo que más ha escandalizado a la sociedad mexicana ha sido el enorme gasto que le ha supuesto al Gobierno federal la transición al modelo digital, habiendo necesidades mucho más urgentes.

La Secretaría de Comunicaciones y Transporte repartió 13 millones de pantallas en todo el país, con un costo total de 26 mil millones de pesos que pagamos entre todos los mexicanos.

La lógica detrás de esto es escalofriante: En un país donde la televisión educa, intimida, manipula, forma ideologías y encumbra presidentes, no podían quedarse sin su aparato los 13 millones de hogares más pobres.

Lo peor del asunto ha sido la reiterada denuncia que han hecho ONG´S, partidos de oposición y expertos, de que el Gobierno federal incumplió con la promesa de que las pantallas regaladas contarían con conexión a Internet; lo cierto es que las televisiones adquiridas por el Gobierno federal únicamente tienen un puerto de USB.

Y es que en este país de televidentes, lo que menos quiere el Gobierno federal es que la población pueda navegar por la megared; Televisa y TV Azteca seguirán formándonos, sólo que ahora de manera digital.