Noticias_Recientes

El gobierno de uno mismo

Por Wilfrido Yeomans Orozco/

El tener la capacidad de decidir cómo administrar las emociones, sentimientos y pasiones propias, nos da un margen muy favorable para estar en posición de alcanzar los objetivos deseados en nuestro ámbito personal y profesional.

Hoy en día, la ciencia psicológica conoce con mayor detalle el factor biológico del cerebro, el cual éste último procesa un sinfín de mecanismos que generan nuestras emociones.

Sin embargo, no nos adentraremos en el diseño bilógico emocional del cerebro, sino más bien en enfatizar la relevancia que tiene la inteligencia emocional sobre la inteligencia cognitiva (racional), y la importancia de adoptar la técnica del autocontrol.

Partiendo de un dato contundente originado de numerosos y similares estudios, los cuales han tenido por resultados el hecho de que las personas en su etapa de estudio escolar y que obtuvieron altos promedios con base a su desempeño académico, asociado este último con el coeficiente intelectual, apenas representa un 20% de los factores determinantes de éxito; y el 80% restante depende de variables como la clase social, la suerte y en gran medida de la inteligencia emocional.

Por lo anterior, esto nos indica que es de suma importancia ejercer constantemente el gobierno de uno mismo, cuidando diversos factores tales como, la capacidad de motivarse a sí mismo, el empeñarse a pesar de los tropiezos o fracasos, el de controlar la impaciencia y los impulsos, regular nuestros estados de ánimo y confiar en los demás, por mencionar algunos, siendo estos factores los que verdaderamente influyen en alcanzar escenarios de éxito, contrario a los factores mismos del ejercicio cognitivo.

Por tanto, la inteligencia emocional juega un papel fundamental, ya que en ella se centra el desarrollo pleno del ser humano, esto lo podemos asociar a la necesidad que tenemos de generar empatía hacía con los demás, y de esta forma construir relaciones sociales más fuertes y fructíferas.

En el plano profesional no es distinto, podemos encontrar a través de la empatía la capacidad de persuadir a las personas que nos rodean en nuestro trabajo, esto con el ánimo de generar confianza, siendo éste un insumo de gran valía para poder desplegar un liderazgo efectivo y más humano, distinguiéndose por la facilidad de tomar las mejores decisiones.

Ahora bien, la técnica del autocontrol, podemos definirla como la destreza que posee el ser humano para contenerse, dominando sus arrebatos emocionales y de calmarse a uno mismo, se dice muy fácil pero no es algo tan sencillo de trabajar; incluso los grandes psicólogos como D.W. Winnicott interpretan el autocontrol como el más esencial de los recursos psicológicos.

Para explicar más a detalle el alcance que tiene la técnica del autocontrol, podemos tomar de ejemplo ciertas emociones negativas, tales como el enojo. Esta emoción generalmente es provocada por amenazas que irrumpen con nuestra autoestima, amor propio o alteraciones a los aspectos de valor y orden que le damos a nuestra vida.

El problema es, que comúnmente cometemos el error de desahogar nuestros enojos, expresándolos abiertamente, lo cual esto, únicamente genera mayor ira e irritación, causando problemas secuenciales, de ahí la importancia de saber cómo afrontar ese tipo de escenarios y para ello conviene tomar como medida, el hacer clara conciencia de los pensamientos que originaron nuestro enojo, ya que en ocasiones el contar con información adicional sobre la causa que lo origina puede contrarrestar significativamente el impulso de cualquier disgusto.

Otra medida importante, es apartarse de los estímulos que pueden recordar las causas que motivan el enojo, cambiando nuestra atención de una manera más propositiva, de tal manera que no hagamos de un disgusto un martirio permanente, esto de entrada nos permitirá modificar nuestro estado de ánimo y con ello minimizar nuestro enojo al prestarle atención a algo nuevo.

Como bien se dice todo exceso es malo, el exceso emocional no es la excepción, en efecto las emociones hacen que las personas sientan y se sientan vivos, pero también las emociones hacen que las personas se desborden y pierdan la cordura, transgrediendo incluso con la reputación que buscamos proyectar hacía los demás, por lo cual el arte de saberse moderar es imprescindible para simplemente vivir mejor.