Brevísimo diálogo didáctico
Por Héctor Rodríguez Espinoza
—¡EXTRA!, ¡EXTRAAA! Salario mínimo general aumenta 3.9%, $80.04 pesos diarios —grita por el pasillo del Departamento de Derecho un voceador de Primera Plana.
—Buenos días muchachos —digo a los alumnos, después de pasar lista—. Sí, en un comunicado la Comisión Nacional de Salarios Mínimos CONASAMI destacó que el objeto del aumento es “apoyar la recuperación, única y exclusivamente, de los asalariados que perciben el mínimo general”.
—¿Fue todo? —pregunta Armando Calvario.
—No—. La Conasami destacó que este incremento no pudo realizarse porque en el transcurso del año se presentaron acontecimientos como el referéndum en el Reino Unido, en el que la mayoría votó a favor de abandonar la Unión Europea y las expectativas de regularización de la política monetaria en los Estados Unidos, por su elección presidencial.
—¿Qué más? —cuestiona Alberto Camacho.
—La Conasami, impidió llevarlo a $77.04 pesos diarios. “En la presente fijación con esta referencia del monto, el Consejo de Representantes acordó un incremento de 3.9%, el salario mínimo general en vigor el 1 de enero 2017 será $80.04 pesos diarios”.
—¿Cree que tienen empatía con los obreros, profesor? —me interroga Diana Margarita Coronado.
—Excelente cuestión. Les recuerdo una de las frases de José Martí: «Así como los jueces debieran vivir un mes en las cárceles para conocer las causas hondas del crimen y dictar sentencias justas, LOS QUE DESEAN DECIDIR CON JUSTICIA SOBRE EL SALARIO DE LOS OBREROS, DEBEN APEARSE A ELLOS Y CONOCER DE CERCA SU MISERIA».
—¡Wow, teacher, como anillo al dedo! —exclama Jesús Fernando Dueñas.
—Pero ¿saben qué? No es cómodo el repetir mi artículo de cada año. Inclusive me reprocha una abogada, mi mejor amiga y censora: “Ya Héctor”, “ya chole” con el tema del salario mínimo”.
—¡¿En serio …?! —exclama Luis Javier Gorosave.
—Sí. Es el tema que me atrapó desde aquel lejano 1968 en que escribí mi tesis profesional y lo sigo cultivando, les consta, ¿no? —les explico—. Ciertamente mi colega me dice que, al menos, lo trate de otra forma, pues “por eso ya casi nadie te lee”, me atempera mi asombro, intentando no desanimarme tanto…
—¿De qué otra forma? —me pide Iván Quetzalcóatl Hernández.
—Pues en un diálogo didáctico. Que comprendan que es una cruzada personal y fracasada hasta ahora; que quizá nunca logre ver su éxito pleno, pero hay que estar “picando piedra”, “al sordo hay que gritarle”, ¿qué no? —les insisto.
—Estamos deseosos de que nos ilustre, Doctor —comedidamente me pide Laura Sofía Maytorena.
—Les haré un aggiornamento 2017 —les prevengo—. Deseo que los obreros mejoren. Pero empeoran, como ha sido por siglos. En el mundo —desde la construcción de las pirámides— nunca la han traído consigo. En Roma, a los soldados se les pagaba con sal. El camino que la llevaba desde Ostia hasta Roma, es la Vía Salaria. Sus cualidades para conservar alimentos le dieron propiedades que tiene el dinero como pago, que desde el capitalismo se denomina salario. La sal dejó de ser pago y en la Edad Media se le descubrieron cualidades: Ahuyentar a los vampiros, para «echar la mala suerte», como hasta hoy.
—Qué interesante es la Historia —exclama Shelsy Andrea Montaño.
—¿Y tiene que ver con el valor Justicia, que con la Verdad nos insiste en clase? — pregunta curiosa Karla Idolina Ochoa.
—¡Por supuesto, Karla! Las meditaciones sobre la injusticia aparecen en el Antiguo Testamento y en Confucio. Y si la justicia es «la voluntad firme y perpetua de dar a cada quien lo suyo» (Ulpiano), ¿qué es lo suyo del obrero?
—¿Qué más, qué más? —cuestiona entusiasmada Beyda Ortega.
—Sin dramatizar ni aguar fiestas, el tópico merece meditación. En México, esta centenaria institución es humillante. Su muerto fundamento constitucional, al regular las utilidades e investigaciones de la inútil —pero de poder decisorio mortífero— Comisión…, considera el interés que debe recibir el capital; y que los salarios mínimos generales «deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en lo material, social y cultural y para proveer a la educación obligatoria de los hijos».
—¿Cómo fue este fin de año la interpretación del precepto? —pregunta Paulina Ocaña.
—Las negociaciones en la CNSM, con el voto del sector obrero, fijaron en ¡3.9% el aumento promedio! ¡$4.00 de aumento/día! (¡1/4 de un taco de cabeza; 1/6 de una pelota de golf!), ¡$120.00 de aumento/mes! (menos de un desayuno semanal de la Barra de Abogados/$200.00). ¿Más corazón de piedra?, ¡imposible! Se apuesta al masoquismo. Justicia al revés.
—¡No manchen! —exclama Gabriela Rivas—. ¿Quiénes lo ganan?
—Casi 90% de la población ocupada gana menos de 5 salarios mínimos, precio de la canasta básica. Contra lo que afirman los dirigentes citados —“el mínimo es una referencia para multas”—, 32.1% de la población ocupada percibe entre uno y dos salarios mínimos, y 36.6% gana entre dos y cinco.
—¿Cuánto gana el presidente de la CONASAMI?
—Basilio González obtiene ingresos mensuales por 173 mil pesos.
—¡A la bestia! —casi grita Miranda Ismene Valdez—.
—¿Y con qué cara sale a informar a la nación? —interviene José Antonio Monreal.
Indicó: “Nosotros actuamos dentro del marco que establece la Ley General del Trabajo”; “la Constitución no manda que el salario mínimo sea equiparable con las expectativas del Coneval”, el órgano que mide la pobreza en México. Sí lamentó que los mínimos están por debajo de lo que el país necesita.
—¿Y el Secretario del Trabajo? —pregunta Indira Álvarez.
—Navarrete Prida dijo que hay una inflación contenida y mostró una gráfica en la que se expresa que la recuperación del poder adquisitivo ha sido la más alta en las últimas cuatro décadas, un 15 %.
—¿Y los medios de comunicación? —interroga Gabriela Rongel.
—Enrique Galván Ochoa (El confuso aumento al salario mínimo) escribió: En teoría representará un aumento de 9.58 %, pero no. La CNSM informó que para llegar a los 80.04 pesos se utilizaron dos fórmulas: un incremento de cuatro pesos diarios (monto independiente de recuperación) y otro de 3.9 (aumento propiamente dicho), sumados, dan 80.04 pesos. Quieren evitar el efecto faro, que repercuta en la inflación y en el pago de créditos otorgados a los trabajadores por el IMSS para vivienda. Aún no terminan de ser desindexados salarios y precios de numerosos productos y servicios. Las leyes secundarias que conforman la unidad de medida y actualización (UMA) no han sido reformadas; el aumento para efecto de los pagos al IMSS será sólo de 3.9 %.
—Y de nuestra paridad cambiaria, ¿cómo les está yendo a los obreros de Mínimo? —interviene Leobardo Godoy.
—Vean este cuadro en el pizarrón: Diciembre 1 de 2015: Salario mínimo $73.04, $4.40 dólares. Diciembre 1 de 2016, Salario mínimo $80.04, $3.90 dólares. ¿Aumento o disminución?
—Mmmm. ¿Y la CNDH?
—Para su presidente, aun cuando el reciente aumento fue mejor que antes, “sigue siendo insuficiente” para que el trabajador y su familia alcance los niveles de vida digna. Reconoció que el anuncio representa un avance, pero reiteró la necesidad de continuar a la brevedad posible con los esfuerzos a favor de su suficiencia.
—¿Qué papel hemos jugado los universitarios, como sociedad civil, no como clase política?
—La mayoría, hijos de trabajadores, hemos traicionado el juramento al recibirnos: “La nación nos lo demande.”
—¿Qué propone? —pregunta Raúl Tadeo Vásquez.
—Es necesario gravar más a quienes más ganan e incentivar la inversión. Autorizar un incremento mayor, que devuelva su dignidad y su poder adquisitivo a los obreros, jubilados y pensionados (rezagado ¡30 años! y reducido a la mitad en los 3.5 últimos sexenios) y reactivar el mercado interno.
—¿Y algún gobernante o líder empresarial?
—El Jefe de Gobierno del DF y hasta la Coparmex demandaba un salario mínimo diario que superase los $89 diarios.
—¿Y la UNAM?
—Según ella, de 18 naciones de AL, México es la que más drásticamente redujo el salario mínimo, su mano de obra es una de las más baratas, por debajo de El Salvador, Perú, Haití y Ecuador y sólo cubren una tercera parte de la canasta básica alimentaria.
—¿Algo más, Doctor? —pregunta Roxana Ruiz.
—La fijación tripartita, gélida y cruel del mínimo —más las propinas y limosnas, decembrina caridad y efímera asistencia social— no es solución radical para quienes hemos confinado a las reservaciones indígenas, a las periferias de las ciudades como leprosos de la Edad Media o los 500,000 migrantes a EU por año (la población de Sonora en un sexenio). —¿Algo más relativo a la justicia, maestro? —interroga Mercedes Vásquez.
—El sentido de la justicia es virtud innata, no tiene nada que ver con la fría técnica del Derecho, de la Economía ni de la Política. Como con la música, respecto de la cual, la más «alta inteligencia» no sirve para suplir la falta de oído.
—¿Y? ¿Cuándo lo oiremos? —grita casi desesperado Cristóbal Camarillo.
—¡No lo oímos en el primer centenario de los inicios de la Revolución (1906, huelga de obreros en Cananea y 1910, asesinato de Aquiles Serdán en Puebla)! ¡Ya no lo oiremos el 5 de febrero y el 1° de mayo de 2017, en el primer centenario de la promulgación y de la entrada en vigor de la Constitución Política!
—Es todo por hoy, muchachos, pasen una feliz navidad.
—Usted también, Maestro.