La insignificancia de las candidaturas ciudadanas

Hay 48 aspirantes para ser candidatos ciudadanos a la presidencia de México, hasta ahora ninguno ha completado el 1% del padrón que necesita; en cuanto a diputados federales, solo 20 de 155 ya cuentan con las firmas
Por Imanol Caneyada
Entre el partido hegemónico y la partidocracia, la democracia en México no termina de consolidarse y los pasos que se han dado desde la creación del IFE (ahora INE) en aquel lejano 1990 han recorrido un camino de simulaciones y apariencias que, en lugar de fortalecer el sistema, han terminado por ridiculizarlo.
Cuando parecía que la pluralidad partidista nos conduciría a una democracia moderna, de pesos y contrapesos, separación de poderes, oposición responsable y respeto al mandato popular, el régimen de partido único se convirtió en una partidocracia cupular que ha repetido y perpetuado los vicios y taras del llamado antiguo régimen.

Las primeras gubernaturas ganadas por partidos de oposición a finales de los 80, principios de los 90, la mayoría opositora obtenida en el Congreso de la Unión en una votación histórica en 1997 y la tan ansiada transición protagonizada por el PAN y Vicente Fox en aquel año 2000, nos regaló la engañosa sensación de que la democracia en México pronto adquiriría la mayoría de edad y formaría parte de los sistemas democráticos más modernos.
No fue así.
Treinta años después, el desencanto entre la ciudadanía es tal que la credibilidad de la institución convocante a las elecciones, el INE, los partidos y la clase política vive sus horas más bajas.
En respuesta a ello, surgió la figura de la candidatura independiente con la engañosa percepción de que un ciudadano o ciudadana común y corriente, ajeno a lo que conocemos como la mafia del poder, podría llegar a un puesto de elección popular, tanto en el poder legislativo como en el ejecutivo.
Con la promulgación de la reforma política en 2014, las candidaturas independientes fueron reconocidas y fortalecidas, garantizando su participación en los recursos públicos para las campañas y en los espacios destinados al proselitismo en radio y televisión.

Sin duda, este logro nos llevó a pensar que podríamos arrebatarle la hegemonía política a los partidos y llevar al poder a ciudadanos sin militancia, incólumes en cuanto a las retorcidas prácticas de la clase política tradicional mexicana.
Por lo visto hasta ahora, tampoco esto será así.
Para el año electoral de 2018, cuando, se supone, llegaría la consolidación de la figura de la candidatura independiente, los requisitos del INE para postularse han colocado a los aspirantes en una absurda carrera por la consecución de las firmas de al menos 1% del padrón electoral.
Así las cosas, los aspirantes a obtener una candidatura a la presidencia de la República deben recabar casi 900 mil firmas repartidas al menos en 17 entidades del país.
Esto no desanimó a los querientes; el pasado 14 de octubre, fecha límite para el registro de aspirantes a Los Pinos, se inscribieron 48 ciudadanos que deben estar apoyados por alguna asociación civil que los postule, con su correspondiente cuenta bancaria para depositarle los recursos destinados a la campaña.
En el caso de las diputaciones federales, la cifra llegó a 184 aspirantes y en el de las senadurías a 55.

Lo anterior, según datos proporcionados por el Instituto Nacional Electoral.
Ahora bien, al 22 de noviembre de 2017, el total de firmas de apoyo recibido por los 48 aspirantes no llegaba al 1% del padrón que necesita uno solo de ellos.
Esta atomización de las candidaturas independientes se refleja en los números de aquellos que encabezan la lista, aquellos que, se presuponía, alcanzarían fácilmente la meta.
Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, el famoso Bronco, va en primer lugar con 36.1% de las firmas requeridas, que se traduce en 312,822 firmas, es decir, le faltan más de 500 mil.
Le sigue Margarita Zavala, la ex primera dama, con 23.3%, un total de 201 mil firmas. Muy lejos aparece una total sorpresa, el perredista Armando Ríos Piter, con apenas el 7.9%, el comunicólogo Pedro Ferriz de Con sumando 6.9% de las firmas requeridas y aún más lejos la candidata zapatista María de Jesús Patricio Martínez, con 5.9%.
El resto de los 43 aspirantes no llega al 2% del total de firmas exigidas.
La fecha límite es el 19 de febrero de 2018.
Con mucha fortuna, los dos únicos que podrían alcanzar la cifra de apoyo ciudadano son Jaime Rodríguez y Margarita Zavala, ambos políticos profesionales, ex militantes del PRI y del PAN respectivamente y que no representan el espíritu de las candidaturas independientes.

En el caso de las diputaciones federales, el apoyo ciudadano recibido por los 155 aspirantes en total alcanza las 361 mil firmas.
En Sonora, el aspirante por el Distrito 6, José Valenzuela Gallegos, ha recibido el apoyo ciudadano de 6,755 firmas, superando en 8 puntos porcentuales el umbral exigido por el INE de 6,256 firmas según el padrón.
Sin embargo, la otra aspirante sonorense, Marian Martínez Rodríguez, que compite en el distrito 3, apenas lleva el 33.7% de las firmas requeridas, que en su caso son de 5,870.
Un tercer candidato sonorense, también por el distrito 6, Rubén Darío Sotelo Cruz, no ha registrado ninguna firma al 22 de noviembre de 2017.
Al día de hoy, los aspirantes que han alcanzado el umbral exigido por el INE son 20 de 155.
La fecha límite es el 17 de diciembre de este año.
De seguir así la tendencia, no más de 50 candidaturas independientes a la cámara de diputados competirán por una curul en San Lázaro.
Falta que sus equipos de campaña puedan anular las mañas y estrategias clientelares que durante años han acumulado los partidos políticos.
Después del 1 de julio de 2018, la representación ciudadana vía las candidaturas independientes será tan insignificante como una gota en el océano.