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Preinscripciones en primaria: caos y arbitrariedades

Una madre de familia denuncia que la Escuela México exigió documentos que no estaban previstos por la SEC, además de tener que acampar más de 24 horas para obtener un lugar para su hija

Por Imanol Caneyada

Llegado el tiempo de las inscripciones anticipadas, la señora María se dispuso a inscribir a su hija de cinco años al primer año de primaria. Por su lugar de residencia, la colonia le correspondía la Escuela México.

El portal de la Secretaría de Educación y Cultura anunciaba a los padres de familia que no iba a ser necesario acampar un día antes en las puertas del plantel, como años anteriores, para asegurar un lugar.

La fecha señalada, seis de febrero. Mucho antes, la señora María acudió a la escuela a preguntar y le confirmaron que no tendría que hacer fila desde un día antes, que se presentara el mismo seis de febrero a las siete de la mañana con la ficha de inscripción y el comprobante de domicilio.

La señora María, curtida en las simulaciones gubernamentales, no hizo caso de la promesa y un día antes, cinco de febrero, a las nueve de la mañana llegó a las puertas de la Escuela México con una silla y una cobija dispuesta a esperar 24 horas para asegurarle un lugar a su hija.

Fue la primera en llegar. La intuición no le falló. Al poco rato arribaron otros padres de familia con la misma intención y para la tarde la fila era ya considerable.

Precisamente a media tarde, se hizo presente una madre de familia que increpó a los integrantes de la cola: Por más que hicieran fila, les informó, un grupo de padres de familia, desde enero, ya había acordado con el director del plantel (Alfredo Valenzuela López) una lista de niños y niñas que quedarían inscritos al día siguiente.

Los integrantes de la fila le respondieron que según las indicaciones de la SEC y del propio plantel, las preinscripciones se abrían a partir del seis de febrero y los niños ocuparían un lugar en uno de los dos grupos de primero de primaria según fueran llegando.

La madre de familia, nerviosa por la situación, dio aviso vía celular al resto de padres cuyos hijos integraban esta supuesta lista confeccionada el 22 de enero, según pudo enterarse la señora María después.

Poco a poco se hicieron presentes en las puertas del plantel y se integraron a la fila. Llegó la noche. La tensión fue en aumento. Hubo intercambio de palabras e insultos entre los padres de familia de la cola formada ese mismo día y quienes figuraban en la misteriosa lista.

Una patrulla de la Policía Municipal se hizo presente en el lugar para evitar problemas mayores, aunque se limitaron a vigilar desde el coche sin intervenir ni una sola vez.

Una maestra de la institución, consciente de que a pesar de las indicaciones de la SEC, de todas formas los padres acamparían a las afueras de la escuela, se presentó en el plantel y abrió una puerta lateral para que los integrantes de la cada vez más larga fila tuvieran acceso a un baño.

Las familias con varios miembros podían turnarse en la larga espera, pero las madres solteras o aquellos que no tenían relevo debían aguantar sin moverse, a riesgo de perder el lugar.

Toda una noche, una larga noche de tensión y reclamos, en la que una escapada a la tienda más cercana para comprar un refrigerio podía dar al traste con el sacrificio.

Los padres de la fila inicial se organizaron para pasar lista cada hora, de forma que nadie se colara o bien, ceder el lugar de quien tiraba la toalla. Cada hora hasta el amanecer se repitió el pase de lista.

Por fin dieron las siete de la mañana en el reloj. Ante la proximidad de la apertura del plantel, la tensión se acrecentó. El director no hacía acto de presencia y la incertidumbre comenzó a hacer mella entre los agolpados en la entrada de la Escuela México.

El grupo de padres que argumentaba haber preinscrito a sus hijos en una lista previa con fecha del 22 de enero, aprovechó la puerta abierta para acceder a los baño y se introdujo hasta la dirección. Ahí se plantaron. Nada ni nadie los movería hasta que no se hiciera efectivo el acuerdo con el director de la escuela.

El director del plantel por fin se hizo presente y les comunicó que si no abandonaban las instalaciones y se formaban en la fila, la escuela no abriría el proceso de preinscripción.

Los padres, de mala gana, accedieron. La dirección de la escuela se dirigió al tumulto exterior y les dijo que se pusieran de acuerdo entre ellos.

Los ánimos se crisparon, los insultos fueron a más y hubo conatos de bronca que no pasaron de empujones y amenazas.

Por fin, entre los gritos y los sombrerazos surgió una propuesta razonable: comunicarse con la SEC para que solucionara el conflicto.

Así se hizo. La decisión final, salomónica según la autoridad escolar aunque contravenía los establecido en el Instructivo de Inscripciones Anticipadas Ciclo 2018-2019, fue que el plantel inscribiera de manera alternada a los niños de una y otra lista, la que se hizo el día antes, durante la acampada, y la lista previa que defendía un grupo específico de padres de familia.

Nadie estuvo de acuerdo con la decisión y los gritos y reclamos aparecieron de nuevo. La dirección de la escuela advirtió que si no aceptaban la disposición de la SEC, nadie podría inscribirse.

Por fin, los padres de familia accedieron de mala gana.

La indicación de la SEC según el instructivo que hicieron llegar a los planteles escolares, establecía que primero debía preinscribirse a los niños con capacidades diferentes, después a aquellos que ya tuvieran hermanos en el plantel y por último a los residentes del sector.

También establecía que los padres o tutores debían presentarse únicamente con la ficha de inscripción previamente impresa de la SEC y el comprobante de domicilio.

Sin embargo, aquellos que alcanzaron un lugar, como la señora María, al llegar a la ventanilla, se encontraron con que el plantel les exigía acta de nacimiento original del infante (la SEC había indicado que no era necesario si los niños estaban registrados en Sonora), y una identificación oficial original del padre, madre o tutor,  en la que figurara la misma dirección del comprobante de domicilio, así como el nombre.

A pesar de que el instructivo de la SEC señalaba claramente que no había que solicitar esta documentación, la Escuela México se mantuvo inflexible y aquellos padres que no contaban con todos los documentos, perdieron su lugar en la fila y sus hijos quedaron preinscritos en una lista de espera de alrededor de 40 niños.

El argumento del plantel para solicitar una identificación oficial original cuyo nombre y dirección coincidiera con el comprobante de domicilio, fue que se habían presentado casos en que los padres de familia robaban recibos de luz o agua del sector para poder inscribir a sus hijos en una escuela que no les correspondía.

La señora María, desconfiada de suyo, tuvo suerte y pudo asegurar un lugar para su hija, pero vio cómo muchos padres de familia abandonaban el plantel después de haber estado más de 24 horas haciendo fila sin poder inscribir a sus hijos, a causa de una documentación que la SEC, en su portal, nunca solicitó. 

El presente testimonio pertenece a una madre de familia cuyo verdadero nombre nos reservamos publicar por posibles represalias.