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¿Una nueva moral para el priismo?

Por Bulmaro Pacheco

¿Por qué se hace necesaria una nueva moral para el priismo? Porque las campañas políticas que acaban de empezar así lo demandan. En las campañas –que serán de 90 días las federales y de 40 las locales– no hay respeto para nadie y la propaganda actual –de los adversarios del PRI– ha abundado en ataques contra el partido y sus gobiernos, buscando estimular reacciones apasionadas del electorado más allá de los argumentos racionales que se pudieran esgrimir a favor o en contra, tanto de las propuestas –que todavía no se concretan– como de las candidaturas.

De entrada y también, porque son muchos los agravios y los despiadados señalamientos que han enfrentado los priistas, y a pesar de que el PRI ocupa la presidencia de la República, no han podido ni el gobierno ni el partido contrarrestar con eficacia los furibundos señalamientos que a diario les endilgan no nada más sus opositores, sino todo un conjunto de opinadores, analistas y comentócratas que a diario lo bombardean.

Eso –más el hecho de no ir en el primer lugar de las encuestas– ha influido notoriamente en el estado de ánimo de la militancia del PRI y ha contribuido tanto al enrarecimiento de la vida política, como a los temores de perder la elección presidencial de julio.

¿Perder como en el 2000 y el 2006?

Ahora diferente. En el 2000 el PRI gobernaba y el presidente Ernesto Zedillo había apenas sacado al país del túnel en el que lo habían metido los asesinatos políticos de Colosio y Ruiz Massieu, los enfrentamientos con el ex presidente Carlos Salinas, la rebelión indígena de Chiapas y los problemas económicos que le hicieron crisis apenas empezó su gobierno con el llamado “error de diciembre”.

En el 2006 no gobernaba el PRI y Roberto Madrazo, aprovechando su calidad de presidente del CEN del PRI, se promovió como candidato presidencial arrasando a la mala con sus adversarios internos y provocando una gran división entre los priistas, que a la postre llevó al PRI por primera vez en la historia al tercer lugar de la competencia con apenas el 22% de los votos emitidos en esa elección.

En el 2012 el PRI recuperó el Poder pero no realizó su reforma interna. Eso le siguió provocando los mismos problemas que en el pasado lo llevaron a divisiones y fracturas. El PRI no hizo autocrítica de los 12 años que estuvo fuera del Poder y siguió actuando como si nada hubiera pasado. Se perdió una oportunidad histórica para su reforma y ahora y en mucho por eso, la gente le está cargando los errores y las frustraciones del presente y del pasado que lo están marcando en los sondeos de opinión.

¿Mal en las encuestas el PRI?

Sí. Según la casa encuestadora “Massive Caller” que se actualiza semanalmente, el PRI actualmente se encuentra en el tercer lugar de las preferencias para la presidencia de la República. En las candidaturas de mayoría para la Cámara de senadores en 24 entidades el PRI se ubica en el tercer lugar, en cuarto lugar en dos y solamente en seis en segundo lugar. En las elecciones para gobernadores en 9 entidades, el PRI ocupa el tercer lugar en 7 de ellas y solamente en dos el segundo. Muy preocupantes esos resultados.

Desde luego que estos números podrán cambiar en los 90 días de campaña de aquí a la elección, pero lo verdaderamente grave, es que el PRI nunca había iniciado un proceso electoral con esos números.

¿Otros agravios?

Al PRI le están cargando las alzas de precios en las gasolinas, el gas doméstico, la tortilla, el huevo y el frijol todos productos de consumo netamente popular que han experimentado alzas considerables en los últimos meses y no se ven propuestas concretas para resarcir los efectos.

También le abonan al PRI los problemas de corrupción e impunidad como si solo el PRI gobernara, por ejemplo, el de los ex gobernadores sujetos a proceso por actos de corrupción.

¿Todos del PRI?

Así quieren darlo a entender sus adversarios, cuando las cifras de gobernadores procesados revelan otras realidades, en un contexto donde las oposiciones han empezado a gobernar estados desde 1989 y en la Presidencia de la República dos alternancias.

¿Ex gobernadores que no son del PRI en la cárcel?

De las oposiciones han pisado la cárcel ya Pablo Salazar Mendiguchía, de Chiapas; Narciso Agúndez, de Baja California Sur; Luis Armando Reynoso Femat, de Aguascalientes; y Guillermo Padrés, de Sonora.

¿Y del PRI?

Mario Villanueva Madrid (Quintana Roo), Guillermo Mercado (BCS), Jesús Reina (Michoacán), Tomás Yarrington y Eugenio Hernández (Tamaulipas), el de Tabasco, Andrés Granier; Javier Duarte (Veracruz); y Roberto Borge (Quintana Roo).

¿De dónde viene la crisis de los gobernadores?

Los gobernadores en México –salvo rarísimas excepciones– han salido siempre muy ricos del Poder, entre otras razones por la falta de contrapesos en sus estados y por la ductilidad del sector privado que se adapta a cualquier esquema de corrupción pública o privada que les deje  ganancias y les salpique con ventaja. Sin excepción de partido, algunos gobernadores convirtieron sus cargos en un verdadero negocio.

Otros, después de gobernar han seguido carreras políticas exitosas tanto en el Poder Legislativo federal como en el Ejecutivo y otros. Cuando su sucesor es de la oposición han batallado más y le dedican muchos años a su propia defensa por las denuncias de corrupción, que se les han detectado sobre todo de 1999 a la fecha en más de 18 entidades.

En 1997 el Ejecutivo pierde la mayoría en el Congreso de la Unión y los gobernadores pasan a ocupar un lugar importante en las negociaciones a través de sus diputados federales.

Con la llegada del PAN al Poder en el 2000 se perdieron gradualmente los referentes del tradicional control político que ejercía la presidencia sobre los ejecutivos estatales, y estos quedaron sueltos conformando poderes locales sin supervisión ni control, delineando la formación de auténticos virreinatos de horca y cuchillo.

También la alternancia de partido en 27 entidades a partir de 1989 llevó a una nueva relación de los gobernadores con el poder central. ¿Resultado? Los enormes montos del endeudamiento público de los estados y la enorme corrupción denunciada recientemente contra ex gobernadores de la época moderna, que ha hecho ver muy disminuidos comparativamente a aquellos gobernantes señalados en el pasado por sus excesos, como Gonzalo Santos, de San Luis Potosí, y Leobardo Reynoso, de Zacatecas entre otros.

¿Y la moral de los priistas?

Por ahora, a la baja por la constante difusión de encuestas que ubican al PRI y a José Antonio Meade unas en segundo y otras en tercer lugar de las preferencias electorales a 90 días de la elección.

También por la excesiva concentración –como nunca se había dado– de las principales decisiones en el CEN del PRI, dejando a la deriva a los estados y a los propios gobernadores. La dirigencia nacional del PRI no ha registrado que al partido que más daño le ha hecho el transfuguismo político es al propio PRI. Ahí está la fractura de 1988, la derrota en el 2000, los 18 priistas que ganaron en estados con otros partidos y los recientes escándalos de priistas inconformes con la elaboración de las listas de candidatos para el Congreso de la Unión donde por lo visto se ha privilegiado a un solo grupo político del centro de la República.

¿Respuestas y propuestas?

Defender las aportaciones del PRI tanto para la estabilidad de México como para la creación de las instituciones que han promovido el actual desarrollo político. Defender las reformas realizadas a través del tiempo para fortalecer la viabilidad de México en el mundo. Tomar en cuenta que el PRI es un partido con una verdadera estructura que lo ha mantenido como la primera fuerza política nacional y que el PRI cuenta con el candidato presidencial que más garantías ofrece de atender los problemas nacionales con pleno conocimiento de los mismos, así como de sus propuestas de solución. Defender lo local también será prioridad y lo más importante, buscar mecanismos políticos eficaces y prácticos para levantar la moral del priista que se la juega siempre con el PRI, el del voto seguro y duro y al que los candidatos deberán trabajar arduamente no solo para convencer. También para vencer. ¿Se podrá? En mucho, de todos ellos depende. La moneda en el aire.

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