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Cuando el estado les roba la patria potestad a los padres y secuestra a los hijos

Por Dr. Jorge Ballesteros

A estas alturas, ya todos deben de conocer la historia, que se hizo viral en las redes,  de Alfie Evans un bebé británico con una enfermedad rara, con sus padres que recurrieron a todas las instancias legales y diplomáticas para salvarlo, y un juez que obliga al hospital a dejar morir al niño y que no le permite salir del país para probar otros tratamientos en Italia o en Alemania.

Al juez no le hizo cambiar de parecer ni el apoyo del Papa a la familia, ni la concesión al niño de la nacionalidad italiana por parte del Parlamento de Italia. De hecho, un diputado conservador británico, Sir Edward Leigh, advirtió: “Un hospital del Reino Unido está reteniendo a un ciudadano italiano como rehén y tiene la intención de privarlo de un tratamiento vital contra los deseos de sus padres”, reclamó al Ministerio británico de Asuntos Exteriores que actuara para permitir la salida del niño del país y llevarle al Hospital Pediátrico Bambino Gesú de Roma, vinculado al Vaticano y que se ofreció a costear su traslado y su tratamiento.

Se revela la verdadera cara del perverso sistema judicial que existe en el Reino Unido y también en Europa: un juez ordenó dejar morir al bebé, contra la voluntad de sus padres. Es escalofriante que esto ocurra en un país que se dice democrático, porque solo en un régimen totalitario se podría esperar a jueces ordenando la muerte de un niño, ignorando a los padres y prohibiendo al enfermo salir del país.

Con su decisión, el juez ha negado a un bebé un principio jurídico que ni siquiera se niega a los acusados de graves delitos: el “In dubio pro reo”, según el cual en caso de duda el magistrado tiene que favorecer al acusado. La situación resulta especialmente grotesca si tenemos en cuenta que, después de década sin aplicarse, el Reino Unido suprimió la pena de muerte para criminales de su Código Penal en 1998, porque al igual que otros muchos países, consideraba que ese castigo era especialmente cruel para los acusados de delitos tan graves como el asesinato.

La ideología dominante en el Reino Unido, que es el progresismo (aunque el partido gobernante se dice conservador, en la práctica ha asumido muchos de los postulados ideológicos progresistas), y el progresismo se ha convertido en uno de los mayores promotores de la cultura de la muerte  y de la ideología de género.

El juez del caso Alfie Evans es un miembro del lobby LGTBI. El juez Harley pertenece al BLAGG (Bar Lesbian and Gay Group) y es coautor de un libro sobre niños y familias del mismo sexo. BLAGG se presenta como una «red de apoyo para lesbianas, gays, bisexuales y personas transgénero en el Colegio de Abogados».

Sin duda, esta visión distorsionada por la ideología de género de lo que supone la familia también puede haber sido un elemento que haya marcado sus decisiones, al negar de esta manera la patria potestad de los padres sobre el pequeño.

La cultura de la muerte hace tiempo que se ha instaurado en el Reino Unido. El estado decide sobre la vida de sus súbditos y lo viene practicando desde en 1967, cuando el gobierno laborista de Harold Wilson despenalizó el aborto.

La legislación británica sobre el aborto es una de las más abiertas de Europa occidental, y ha convertido a Londres en el lugar de peregrinaje de todas aquellas otras mujeres europeas que no pueden interrumpir legalmente su embarazo en su país de origen o que se ven sometidas a normas más estrictas.

El gran negocio siguen constituyéndolo las mujeres de otras nacionalidades. Para abortar en Londres, el único requisito que se exige a una extranjera es haber pernoctado un día antes en el Reino Unido y permanecer otro día ingresada en el hospital.

Y por si esto no fuera suficiente, La Casa de los Comunes del Reino Unido se dispone a votar una legislación esta semana que pretende introducir un programa de educación sexual a niños de escuela primaria a gusto de los impositores de la ideología de género, a partir de los cinco años.

La legislación pretende no sólo enseñar sexo y educación en relaciones (SRE) sino que incluye orientación y direcciones para abortar y otros servicios opuestos a la vida y la familia. Los críticos afirman que las escuelas serían forzadas a enseñar SRE según los principios de “igualdad”, “diversidad” y “derechos”, lo que es interpretado por el Gobierno como que incluye el aborto, control de natalidad, homosexualidad y “un amplio abanico de prácticas sexuales”. También tendrán que examinar sus programas de SRE según los principios de la ley, y tener en consideración el programa de educación sexual del Gobierno.

El Gobierno usará la ley, si se aprueba, para promover el aborto en las escuelas. Los principios de la ley serán usados para asegurar que la propaganda pro-aborto domine el contenido de la educación sexual” “Igualdad” y “diversidad”, “serán usadas para suprimir la oposición al aborto” y la abolición del derecho de los padres a retirar a los chicos mayores de las clases de educación sexual.

Gran Bretaña al igual que la mayoría de los países Europeos han perdido la brújula moral, van dando tumbos en un mar de tormentas, cegados por el lucro, la ambición, el hedonismo, el relativismo, el utilitarismo, la pérdida de sus raíces cristianas, el desprecio más absoluto a la dignidad de la persona, se encaminan a encallar en un nuevo orden mundial con una Europa atea, quebrada, sin identidad propia, dominada por la dictadura de género y la izquierda traidora, islamizada, regida por la Sharia, donde los Europeos sean una minoría en vías de extinción.

El caso Alfie Evans es el corolario de lo que viene haciendo Occidente desde que supeditó el valor de la persona al utilitarismo.