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Don Raúl no quiso ser una carga

Vende cocteles de elote para ayudarse económicamente, después de sobrevivir a un derrame cerebral 

Por Gerardo Moreno Valenzuela

Hace tres años, el señor Raúl Medellín estuvo al borde de la muerte, sufrió un derrame cerebral llegando a su casa y por milagro sigue vivo, pero quedó con secuelas en su movilidad. A pesar de eso decidió no ser una carga para sus hijas y se puso a trabajar en algo que conoce bien, vender el tradicional cóctel de elote.

Con su triciclo adaptado para poner carbón encendido en la parte de abajo, sobre él, una olla llena del elote desgranado, y con todos los ingredientes a un lado, el señor Raúl Medellín Esquivel sale todos los días a obtener un poco de ingreso para mantenerse, a pesar que las manos le tiemblan y que es más lento para hacer todo.

“Tuvimos que volver por la necesidad, es que con el derrame que me pegó hace tres años, me sostuvieron mis hijas (madres solteras), pero ya no tuvieron al alcance de estar sosteniendo, y conseguimos para el triciclo y pues nos pusimos a vender”.

Raúl nació en Colima, pero desde joven se fue a vivir a Tijuana, en una ocasión vinieron a visitar a unos parientes a Hermosillo y finalmente se quedó aquí, hizo su familia y su forma de vida.

Ya cuando sus hijos e hijas crearon sus propias familias, comenzó a trabajar de paquetero, pero hace tres años al salir a las 6:00 de la tarde, le vino la tragedia de golpe.

“De repente empecé a sentir dormida la cara, me tentaba y me tentaba y sentía como gruesa la cara, y de repente se me torció la boca y sentí como una ola que me recorrió desde la mollera y después bajando por la nuca y se reventó”.

En ese momento, se le paralizó todo el lado izquierdo del cuerpo, no podía hablar ni emitir un solo ruido, solo pensó en decirle a Dios si se lo quería llevar, que le daba gracias y lo aceptaba:

“No podía hablar, con la mente empezamos a darle gracias porque ya nos llevaba a dar cuentas. Cuando de repente empecé a hablar, empecé a mover el brazo, la pierna, y alcancé a llegar a mi casa, me acosté”.

Al día siguiente, su hijo lo llevó al doctor y ahí se dieron cuenta que fue un derrame cerebral y que dejaría estragos lo que resta de su vida, con temblores, pero reconoce que de milagro quedó vivo.

“Este es un milagro de Dios, porque de 100, uno se salva, y pues a mí tocó librarla… y gracias a Dios aquí estamos, agradeciéndole a Dios que todavía no quiere que me vaya, que quiere que luchemos, otro tiempecito más. Porque todo está en sus manos, el poder, él es el que da la vida y él es el que la quita”.

Durante más de dos años estuvo viviendo con sus hijas, quienes lo atendían a diario, pero al ver que todavía podía moverse y que por la pandemia los gastos fueron mayores en sus casas, decidió ya no ser una carga y comenzara trabajar por su cuenta.

Fue así, que desde hace cuatro semanas decidió volver a vender coctel de elotes, con unos vecinos contactó a una amiga que le compra todos los elotes, los jima y prepara, para el solo acomodar los ingredientes en el triciclo e irse a venderlos en la colonia Ley 57.

“Para seguir adelante, pero con eso le damos gracias a Dios porque dejamos de ser carga para nuestros hijos… Ahora si verdaderamente nos podemos sostener por lo menos haciendo esta lucha de vender para sostenernos”.

De lunes a viernes se pone en la esquina de las calles Poder Legislativo y Héroes de Caborca, desde las 4:00 de la tarde, hasta antes que se oculte el sol, o cuando se le acabe su producto.

Al inicio vendía muy poco, apenas uno o dos vasitos, pero luego que los vecinos compartieron en redes sociales su lucha diaria, empezó a llegar más gente a apoyarlo.

“La gente nos ha apoyado, nos ha ayudado, consumiendo, y le agradecemos mucho”, expresa con sinceridad. Solo una cosa, pide un poco de paciencia a los clientes, y es que advierte que aún no es tan ágil: “le agradecemos a la gente que nos comprende”.