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El circo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

Sala de la SCJN en México.

Esta iniciativa “trans-edad”, permite, por increíble que parezca, alterar la edad biológica real por una imaginaria, al gusto del ciudadano, en un documento oficial, como es el certificado de nacimiento

 

 

Por Dr. Jorge Ballesteros

 

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, se ha teñido con los colores del arcoíris LTGB, los otrora adustos y respetables ministros de la Corte, con desenfado salen del closet y se suman a la agenda del marxismo cultural, con la jurisprudencia sobre la “Trans-edad, transgénero, aprobación de matrimonios homosexuales, cambios de sexo, consumo de mariguana con fines lúdicos, aprobación del aborto, etc”.

Los ministros de la SCJN se contagiaron de la locura marxista del presidente López Obrador, pues a pesar de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación era el Máximo Tribunal Constitucional del país, en virtud de lo cual, tiene como responsabilidad fundamental la defensa del orden establecido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, además de solucionar, de manera definitiva, otros asuntos jurisdiccionales de gran importancia para la sociedad.

Ahora la Suprema Corte ha renunciado al razonamiento lógico y jurídico, a partir del 6 de diciembre del 2021, resulta obligatorio para los oficiales del registro civil modificar la fecha de nacimiento de cualquier persona para que sea acorde con la que ese individuo se auto percibe. No es importante cuantos años tengas sino de cuántos te percibes y de que sexo, así un anciano ochentón puede decir que se siente una niñita de 4 años e ingresar al kínder.

La jurisprudencia generada por resolución de contradicción de tesis preponderó la verdad personal sobre la verdad biológica, es decir lo que piense una persona es más importante que lo que la naturaleza dicta, eso dice la Suprema Corte.

La ponente de esta sentencia fue la presidente de Primera sala, ministra Ana Margarita Ríos Farjat con apoyo total del ministro Juan Luis Alcántara Carrancá y Jorge Mario Pardo Rebolledo; los ministros Norma Lucía Piña Hernández y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, formularon votos concurrentes, es decir apoyan el sentido de la sentencia, pero no los argumentos por medio de los cuales se llegó a ella. Para efectos prácticos lo mismo.

La Suprema Sala de la Suprema Corte, se ha vuelto completamente loca. Con esta resolución una persona de 20 años podrá solicitar a la brevedad su pensión de cesantía y vejes, si se auto percibe de 65 años.

Las afores pueden enfrentarse a un problema verdaderamente grave, en el ámbito privado la Aseguradoras pueden verse también afectadas.

Una persona de 18 años puede solicitar ser valuado como alguien de 30 años y así reducir costos de su Seguro automovilístico, por poner un ejemplo, y lo más peligroso de toda esta ignorancia jurisprudencial, un delincuente puede manifestar auto percibirse como de 11 años y entonces resultar ser inimputable; o un señor de 50 años podrá auto percibirse como de 5 años y querer ir al kínder, la pregunta aquí sería ¿qué va pasar cuando ese individuo de 50 años biológicos quiera tener una noviecita en el jardín de niños?

Podría dar más ejemplos, pero lo que importa es que lo que una persona considera para sí, es más importante que la ciencia misma.

El derecho mexicano ha abierto la puerta para las personas trans-edad, la Suprema Corte, sigue armando una pachanga, tristísima realidad.

Por si no hubiese sido suficiente con despenalizar el aborto en todo México, apoyar a la “marea verde” abortera como “digna” representante de todas las mujeres, promover las masculinidades deconstruidas, y avalar el cambio en el orden de los apellidos paterno y materno, ahora los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) convalidan el cambio de edad en el acta de nacimiento.

Stefonknee Wolscht, canadiense que decidió convertirse en una niña de seis años.

Esta iniciativa “trans-edad”, permite, por increíble que parezca, alterar la edad biológica real por una imaginaria, al gusto del ciudadano, en un documento oficial, como es el certificado de nacimiento.

Por supuesto, esta medida encuentra su origen en la ideología de género, aquella que con Judith Butler como referente del supremacismo feminista enseña que el género –y ahora la edad- es sólo una “construcción social”, por lo que en cualquier momento se puede modificar. Bastará con pasar a la ventanilla y hacer el pago administrativo. La identidad es “a la carta”, en el pensamiento judicial mexicano.

Los ministros, más fieles a su progresismo ideológico sin rienda que a la justicia imparcial que deberían impartir, fallaron a favor de que se pueda imponer una “verdad personal”, por encima de la real, de la que marca la biología. Argumentaron el “principio pro persona”, y el derecho fundamental a la identidad personal.

La Primera Sala de la SCJN, en su sentencia dada a conocer este 3 de diciembre, dio su resolución sobre una controversia en torno al artículo 1193 del Código Familiar del Estado de Sinaloa, que avala alterar la fecha de nacimiento, con la salvedad de que la nueva sea previa a la registrada. Esto es, técnicamente sólo se puede ser más viejo.

Pero no es la única opción. También se puede ser más joven. Y es ahí donde los críticos ponen el énfasis. En que esto resulta peligroso. Para que la fecha de nacimiento nueva sea válida, y sea posterior a la registrada, sólo hay que demostrar fehacientemente que la propuesta está en desacuerdo de la “realidad social”. Es decir, que la persona siempre se ha conducido de esa manera, por un periodo de tiempo prudente y significativo, de forma “continua, ininterrumpida y permanente”.

Dicho de otra manera: técnicamente hablando, si alguien, por ejemplo, teniendo 60 años, lleva 10 o 20 años actuando como una niña de 9 años, podría acreditar lo suficiente para lograr su cambio de fecha.

Dice la SCJN de México que en los cambios no debe haber “mala voluntad” ni “malas intenciones”. Pero han mostrado que en sus criterios a menudo hay un gran relativismo y no se sabe qué podría resultar “malo”. Acaso querer ser una niña de 9 años, sea también para ellos “un derecho”, el de la identidad, y así nadie pueda oponerse.

La otra condición es que el “entorno social” así lo identifique. Pero no se especifica qué es el “entorno social”, que podría resumirse quizá en dos personas más, o tres, de su familia, o ajenas a la misma.

Es una trasgresión al principio de certeza jurídica de un documento público (acta de nacimiento) en el que se hace constar un hecho de la naturaleza y del cual hay testigos que comparecen ante autoridad registral para fortalecer el mismo.

Son ya muchos los ejemplos conocidos respecto a la aplicación empírica de estos postulados en nuestra humanidad doliente, y algunos no han “nacido” hoy. Por ejemplo, hace siete años se dio a conocer el caso de Stefonknee Wolscht, canadiense “trans” que, a sus 46 años de edad, decidió dejar de ser Pablo, casado y con siete hijos, para convertirse primero en mujer y luego en una niña de seis años adoptada por una familia. El hecho de que se informara que iba al colegio con “niñas de su edad” motivó tal revuelo, que las autoridades correspondientes tuvieron que desmentirlo.

La ideología de género tiene el objetivo de destruir la familia. El de Wolscht es un ejemplo claro, pues él ha destruido la suya. La ideología de género —que propugna que cada uno puede elegir su sexo con independencia de su biología y, ahora, también de su edad y hasta de sus responsabilidades civiles— es una de las obsesiones del Nuevo Orden Mundial y busca implantarla en todo el mundo. Porque si es una anécdota ser hombre o mujer, entonces la familia no tiene sentido. O sea, busca destruir la familia. O dicho de otra forma, quiere romper el esquema: «matrimonio-amor-sexualidad (varón y mujer)-procreación». De acuerdo a un artículo publicado por José Ángel Gutiérrez.

Tan pronto como alguien comete el error de abrir las compuertas de la filosofía del género, la cual sostiene erróneamente que el género no está determinado biológicamente, no hay que esperar más que una inundación de falsos argumentos legales que dejan de lado a la ciencia más básica, una vez que se aceptan los presupuestos de la ideología de género. Y lo que es peor, no va a pasar mucho tiempo hasta que alguien los plantee para justificar la pedofilia. De hecho, el feminismo ya lo ha hecho.

En este sentido, Amparo Medina, ex consultora del Fondo de Población de la ONU (UNFPA) y ahora expositora internacional sobre el tema de desarrollo humano, ha advertido que la tendencia a someterse a un cambio de apariencia, en categorías como trans-edad, trans-raza, trans-especie y otras más, ha sido impulsada por grandes farmacéuticas, a las que no les interesa ni la salud física ni la salud

emocional de las personas, ya que su único objetivo es obtener millonarias ganancias a través de ellas, haciéndolas dependientes de sus tratamientos hormonales, de sus cirugías, implantes, cremas, geles y un sinfín de productos que necesitarán para toda la vida, desde el momento en que decidan someterse a una transformación de aspecto.

Medina señala que fueron estas mismas farmacéuticas y clínicas las que, a través de instancias como la ONU, utilizando como instrumentos la academia, el arte y los medios de comunicación, emprendieron una campaña a fin de hacer ver como retrógradas e intolerantes a todos aquéllos que no están de acuerdo con los postulados de la ideología de género.

Como dice Pablo Muñoz Iturrieta, “Esta es otra razón para seguir luchando contra la locura del género que ha invadido nuestra cultura occidental. Cambiar legalmente la edad o el género es una mentira, sin importar el estado mental o la aflicción psicológica que la persona padezca. Aquí nos encontramos ante un grave error de percepción de la realidad, tal como el de la persona anoréxica que se cree obesa”.

Paremos esto ahora antes de que sea demasiado tarde.