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De Primera Mano | Que no fue espontánea la violencia en Querétaro

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín

LAS DUDAS respecto a los orígenes de la violencia en el estadio de fútbol “Corregidora”, de Querétaro, deberían ser respondidas contundentemente por la autoridad.

Las especulaciones van y vienen sobre si hubo alguna o algunas razones más para suponer que “hubo algo o alguien” detrás de esos hechos que le han dado la vuelta al mundo.

El Gobierno del Estado asegura que se registraron 22 personas lesionadas y de ellas, tres están en peligro de muerte.

Sin embargo, circulan imágenes y versiones de que, cuando menos, entre 10 y 17 personas murieron a consecuencia de la incontenible violencia desatada -se dijo- “por aficionados de uno y otro equipo (“Gallos Blancos” y “Atlas”).

Lo que se puede asegurar hasta ahora es que no hay semana en que no se registren acontecimientos que nos llevan a concluir sobre la degradación social que se vive en México.

La violencia es generalizada a lo largo y ancho de la república y gran parte del origen de esa violencia, es la impunidad inspirada en la actitud contemplativa del gobierno federal, estatal y municipal.

Las comparaciones suelen ser odiosas, pero también muy aleccionadoras.

En un estadio de cualquier deporte en los Estados Unidos, ante la presencia de revoltosos, la autoridad actúa de inmediato.

Mientras se averigua el origen de las actitudes violentas, los rijosos duermen en los separos policíacos.

Lo que sucedió este sábado en Querétaro fue extraordinariamente revelador: La policía local se encargó de abrir paso a integrantes de bandas, en vez de proceder a las detenciones.

Existen imágenes de agentes de la policía, que se preocuparon mucho más por hacer llamadas por su celular e informar a quién sabe quién, antes de decidir actuar contra los violentos.

Hay detalles entonces, que podrían conducir a que los hechos violentos, con propósitos de humillar a los rivales desnudándoles y golpeándoles ante la vista de las cámaras, con una crueldad inusitada, fue una acción premeditada y concertada.

Pero esto último lo tiene qué determinar la autoridad.

Qué curioso. El domingo anterior, en San José de Gracia, Michoacán, un comando armado “fusiló”  a adversarios que oscilaban entre los 10 y los 17, pero como no han encontrado los cuerpos, ¡no hay delito qué perseguir!

Eso sí. Temas escandalosos que involucran a Palacio Nacional encontraron una buena salida de los espacios periodísticos.

De regreso a Querétaro, quienes actuaron este sábado en el “Corregidora”, lo hicieron con la seguridad de que los hechos serían impunes.

Los delincuentes, del tamaño que sean, en esta tercera década del siglo XXI en nuestro país, saben perfectamente que el Presidente los abraza y los perdona.

El Gobernador, Mauricio Kuri, en forma enérgica, aseguró que los responsables serán localizados y castigados, “sean del lugar que sean y vivan donde vivan”, al insistir en que no hay muertes.

El fin de semana pasado se caracterizó por el escándalo que se desprendió de la filtración de una conversación telefónica del titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, que dejó al descubierto su intervención ante el presidente de las Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Saldívar, en un asunto relacionado con la hijastra de un hermano del fiscal, acusada de homicidio por omisión… Fue un testimonio más de que la corrupción sigue tan vigente en el gobierno de la “cuarta transformación”, como en la mejor época del PRI o del PAN.

La violencia en Querétaro vendría a desviar la atención de este asunto y a bajarle el volumen al tema durante la mañana de este lunes, donde con seguridad será cuestionado el Presidente López Obrador.

Sobre los hechos, la esperanza es que el gobierno local de Querétaro encuentre algo sobre el origen de esta violencia.

El gobierno federal ratificará su seguridad de que fue una consecuencia del pasado neoliberal.