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Cuidado: Abejas trabajando

“Primera Plana” se adentró en el fascinante mundo de las abejas y la recolección de miel, con apicultores de La Mesa del Seri

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E.

El velo protector había quedado bien ceñido, encapsulando la cabeza. Abotonó la camisa manga larga hasta los puños y la fajó. Ajustó fuerte sus zapatos negros. Alisó la parte baja del pantalón de mezclilla. Se enfundó los guantes de carnaza. Revisó por última vez que no quedara ni un espacio abierto y comenzó a caminar rumbo al primer panal. Las medidas de precaución son importante porque una picadura de esos diminutos animalitos resulta muy dolorosas.

Elías Gutiérrez llevaba en su mano derecha el “ahumador”, un artefacto cilíndrico de metal que en su interior tenía encendidos algunas varas de leña y forraje. El aire se colaba fresco entre la malla negra, pero los casi 40 grados centígrados y el sol cayendo a plomo, hacían sentir pesados los pasos en la tierra suelta, en medio de este predio ubicado en el corazón del ejido Mesa del Seri, Hermosillo.

Un ligero zumbido comenzó a escucharse. A metros de un cajón de madera, debajo de un reverdecido palo fierro está la colmena, algunos dicen que pueden haber hasta 80 mil insectos por colonia. Unas pocas abejas vuelan alrededor. “Todavía es temprano, la mayoría de las abejas andan recolectando el néctar en los árboles”, dice Elías, como tratando de calmar mientras nos acercamos más.

Como si fuera un soplador, a dos manos comenzó a activar el ahumador. Rodeó el cajón esparciendo ligeramente el humo y las abejas poco a poco bajaron. “El humo solo las ahuyenta, no les hace daño, aunque aquí van a seguir”, advirtió.

Con una barreta de metal curvada en el extremo abrió con cuidado la tapa del cajón, cerciorándose de no aplastar un insecto. Lentamente fue descubriendo el fascinante mundo hexagonal dorado construido por las abejas.

Elías junto con Don Domingo González Bernal y su familia, desde hace cuatro años colectan de manera artesanal la miel de abeja durante esta temporada. Un proceso que a diferencia de la industrializada, lo hacen sin añadir nada, cuidando que el producto que ofrecen sea miel pura y además respetando el entorno del insecto.

Domingo comentó que a diferencia del año pasado, esta primavera se ha visto más movimiento de abeja y están produciendo más. Recordó que desde hace tiempo tenía la inquietud de adentrarse en la apicultura y fue hace cuatro años cuando recibió una

capacitación y certificación de parte de la Asociación de Apicultores de Hermosillo. Desde entonces ha estado involucrado en esta actividad y conociendo cada vez más del sorprendente mundo de las abejas, pues refirió que estos pequeños animales tienen una gran capacidad de trabajo y organización.

Elías esparció un poco más de humo al interior de la colmena. Las abejas se recorrieron hacia abajo. Es en ese momento cuando tomó uno de los bastidores de madera que dos semanas atrás colocó y lo fue sacando despacio. Verificó que estuviera completamente sellado con la cera que las mismas abejas producen y no haya pequeñas aberturas entre los perfectos hexagonales… Explicó que los apicultores colocan estos bastidores para que las abejas ahí construyan su panal y depositen la miel. Mientras tengan dónde trabajar seguirían produciendo y si ya no tienen qué hacer, las abejas se van, comentó. Todos los hexágonos que construyen las abejas son idénticos, tienen la misma medida.

En la colmena, las obreras, pueden recorrer un radio de hasta tres kilómetros buscando las distintas flores, en esta zona predominan especies como mezquites, palo verde, palo fierro; ubican el néctar —el líquido dulce de las flores—, vuelan de regreso al panal avisando a sus otras compañeras dónde lo recogieron y con este producto elaboran la miel; otras actividades de las obreras son recolectar agua, polen, y también se encargan de cuidar y limpiar.

El bastidor estaba bastante pesado por la miel. Las abejas esta temporada han trabajado duro. Elías tomó el cuadro, retiró con cuidado las abejas que se aferraban alrededor y lo depositó en un recipiente cerrado. Revisó otros marcos y sólo tomó los de hexagonales sellados. Una vez completada la inspección cerró cuidadosamente la tapa del cajón. Limpió alrededor para que no haya otro tipo de animales amenazando la producción.

El apicultor se retiró caminando rumbo a otro cajón instalado a unos metros, donde repetirá la misma técnica… La miel que salió será llevada a otro proceso. Ahí se le quitará manualmente el sello de cera de la abeja puso y se dejará escurrir por varios días permitiendo que salga la miel pura de estos panales. Se pasará por un filtro para retirar impurezas. Y posteriormente será envasada y lista para su venta.

Si desea adquirir miel de abeja pura puede comunicarse al Cel. 6621-46-46-28.

Atlas de miel

En México actualmente, hay alrededor de 43 mil apicultores en todo el territorio nacional, registrados en 508 asociaciones ganaderas especializadas, según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader). En nuestro país se produce más de 57 mil toneladas de miel en promedio por año (periodo 2014-2018). Y es el octavo productor a nivel mundial y el tercer mayor exportador, después de China y Argentina.

Las entidades con mayor producción de miel son: Yucatán, Campeche, Jalisco, Veracruz y Chiapas (2003 a 2019). Sonora ocupa el lugar número 20 en la tabla.