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HT Boxing: Puños, disciplina y alegría

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E.

Los pasos a tropel retumbaban al interior del edificio en construcción. El ruido viene de la segunda planta. El calor sofocante a la una de la tarde, superaba los 40 grados Celsius en la colonia Benito Juárez, al norte de Hermosillo. Sólo un ventilador soplaba como dragón.

¡Ding-Ding-Ding!

“Muy bien muchachos. Bajen. Todos a las cuerdas. Vayan preparándose”, grita el joven entrenador mientras aplaude para apresurar el paso de los chicos.

Una docena de jovencitos —y una jovencita—, empapados de sudor tomaban aire e iban por los instrumentos para saltar. Un par de ellos apresuraron un trago de agua fresca que sirvieron de un ‘iglú’ y mientras esperaban la indicación bromean entre ellos.

¡Ding-Ding-Ding!

“¡Tiempo!”, exclamó Hassam. Los muchachos ya habían tomado distancia entre sus compañeros y en automático comenzaron a saltar. Una que otra vez le daban un golpe al vecino y sonreían. 

Puños directos al corazón

El gimnasio “HT Boxing” de Hermosillo es más que un edificio con paredes desnudas y costales colgando del techo. Es un sueño que poco a poco se transforma en una realidad y donde germinan futuros campeones del boxeo.

Hassam Valenzuela platica con orgullo a Primera Plana que todo comenzó en el patio de su casa en la popular colonia Norberto Ortega. Recuerda que con la intención de mantener ocupados a los niños de su calle se propuso que todos los días les daría clases de box. Así por lo menos esos vecinitos tendrían algo que hacer por las tardes, evitando que anduvieran por ahí haciendo daño o en el peor de los casos drogándose.

Valenzuela es un boxeador profesional que debutó en 2010. Entrenó con Alfredo Caballero. Ha recorrido lona prácticamente en arenas de todo el país. En su foja acumuló 24 peleas. Tiene 31 años y aunque ya no sube con los guantes al ring, platica que ya tiene cerca de doce años como preparador y le emociona poner sus conocimientos boxísticos al servicio de aquellos que son más vulnerables, los niños.

“Este proyecto de HT Boxing comenzó cuando hace dos años y medio me contactó un muchacho de Zacatecas, de 13 años, se llama Sebastián Juárez, y me pidió que lo entrenara. Él se trasladó acá con un familiar a vivir para que lo preparara y hoy es uno de los mejores de Hermosillo”, comentó.

¡Ding-Ding-Ding!

 “A ver. Todos pongan atención. Dejen las cuerdas en su lugar y ahora vamos a hacer sombras”, ordenó Hassam, mientras cronometraba el reloj. Los muchachos tomaban aire y jugueteaban un rato alrededor del ring.

Recordó que con ayuda de muchos patrocinadores altruistas y empresas han logrado ir creciendo y haciéndose de instrumentos para entrenar a los niños.

“¿Yo por qué seguí haciendo esto?, porque de la nada, teníamos a los mejores de Hermosillo”, dijo.

Potencia boxística

Platicó que hacía una semana, le trajeron a un niño de Calexico, California, porque decían que era buenísimo. Querían enfrentarlo con un infante de su «establo». Se hizo el encuentro y ganó el hermosillense José Luis Meza, “El Gato”. Narró que su pelador no tenía ni tenis, pero aún así le pegó al de California. “El domingo me lo llevé al tianguis y le compramos esa ropa y tenis que le ve ahorita, anda muy contento, y ya tiene otra pelea en puerta. Son muy buenos”.

Mientras la plática seguía, dos chicos comenzaron a darse de golpes y patadas, uno tenía a otro en piso y se estaban riendo. “Ves, cualquiera que venga aquí se contagia de esto. Eso son ellos. Yo no les digo nada. No hay un adulto que les diga nada. Todos los días me hacen un desmadre aquí y yo no les digo nada. Eso es lo que los hace libres. Son niños, juegan”.

Hassam comentó que no les cobra ni un peso. El inmueble que actualmente ocupan lo consiguieron con un patrocinador. A los que pueden simbólicamente les cobran 25 pesos a la semana, dinero que invierte a tenerles agua y hielo.

Explicó que ahí entrenan niños de todas edades. El más pequeño tiene cuatro años. El más grande 17 (Massimo, es toda una máquina de golpes). También entrenan niños y una niña (Naomi, ya tiene peleas ganadas, es imbatible, y se perfila como una de las mejores). Están de lunes a viernes desde las 12:30 pm. Actualmente son dos grupos. Ahí llegan a niños que tienen la manera de pagar otras escuelas particulares, pero les gusta el entrenamiento, y conviven con otros niños que no tienen tanta oportunidad.

Narró que una vez le dijo a un niño que se regresara a su casa bañar porque ya tenía tres días viéndolo con la misma ropa. El menor le aseguró que sí se había bañado. Se acercó y olía a limpio. El chico le precisó que sí se bañaba, solo que no tenía más ropa que ponerse.

—¿Qué satisfacción te deja entrenar a estos niños?

—No te lo puedo explicar. A veces hay cosas que no pueden explicarse. Tú aquí lo puedes ver todos los días. Los niños están felices, entrenan, son buenos. 

—¿Cuál es el método de entrenamiento que siguen en tu gimnasio para tener boxeadores exitosos?

—Disciplina. No hay más. Aquí entrenan siempre. Los mejores son porque son disciplinados. 

¡Ding-Ding-Ding!

“A ver todos. Atención. Ahorita las cuerdas estaban ordenadas ahí, en su lugar, y veo que las dejaron regadas allá. Este es su gimnasio. Hay que tenerlo limpio y ordenado. Ese vaso de allá… Bueno, ahora vamos hacer combinaciones…”. El entrenador siguió con la instrucción del día. Les pidió ponerse en parejas. Explicó los movimientos con los puños.

“¡Tiempo!” El cronómetro comenzó a correr…

Como danzando sobre las puntas de los pies, los pequeños pugilistas hacían las combinaciones de golpes y deslizamiento de cintura. Los rostros de los muchachos con la mirada fija a la nada, sin importar las gotas de sudor rodando por la espalda.