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Editorial: Cómo empobrecer al vecino

De acuerdo con una nota del periódico El Financiero: “ La inflación en Estados Unidos aumentó en junio a su nivel más alto desde febrero, mientras los amplios aranceles del presidente Donald Trump elevan el costo de una variedad de bienes incluidos muebles, ropa y grandes electrodomésticos. El aumento de la inflación fue impulsado por una gama de rubros. El costo de la gasolina subió un 1 por ciento solo de mayo a junio, mientras que los precios de los comestibles aumentaron un 0.35 por ciento. Los precios de los electrodomésticos aumentarán por tercer mes consecutivo. Trump ha impuesto aranceles generales del 10 por ciento sobre todas las importaciones, además de sanciones del 50 por ciento sobre el acero y el aluminio, del 30 por ciento sobre los productos de China y del 25 por ciento sobre los automóviles importados”.

¿Esta situación es inesperada? Para nada. Ya lo habían advertido los especialistas y economistas de todo el mundo, pero Trump no quiso escuchar, y está decidido a aplicar la política económica conocida con el título de “Cómo empobrecer al vecino”, que al principio da la falsa sensación de que la economía doméstica se fortalece, pero al tiempo termina en catástrofe. Y ejemplos hay muchos, pero el más dramático lo vivieron los países europeos durante la crisis de 1931, cuando lo inició Gran Bretaña bajo el concepto, en aquel entonces, conocido como “beggar my neighbour”. Si el presidente americano lo sabía no cabe duda que entonces está actuando con necedad. Si lo ignoraba, más grave porque quien no conoce la historia corre el riesgo de repetirla y pareciera que para allá va y nos lleva a todos consigo.

En versión más mexicana, la estrategia de Trump es ahora, “cómo fregar al vecino” y sigue el mismo camino hacia el fracaso. Que hizo Gran Bretaña, impuso una práctica ligada al proteccionismo. Se intentó fortalecer y proteger la economía nacional gravando las importaciones con elevados aranceles (Les dice esto algo). Esto, como era de esperarse desató una guerra de aranceles y divisas, provocando consecuencias negativas que se generalizaron en el continente. Luego al intentar reaccionar el daño ya estaba hecho y no se pudo resarcir el mal.

Hoy lamentablemente estamos viviendo una repetición de esa película en donde el villano mayor sin duda es el presidente americano Donald Trump, que en un afán de engrandecer a su país está amolando a socios y vecinos. El escenario pinta para volverse catastrófico si se desata, como en la escena europea de 1931, una guerra estúpida e innecesaria de aranceles. A diferencia de aquella década, ahora no se usa solo con fines económicos sino políticos. El amenazar con imponer gravámenes desbocados a las exportaciones de los demás países, solo provocará una alocada guerra comercial, en donde al final, como lo muestra la historia, todos pierden.

Sin duda que Trump quiere pasar a la historia como el héroe que salvó al mundo, pero en realidad se está encaminando para convertirse en el villano que hundió a sus vecinos, sin importar que muchos de ellos hayan sido sus aliados. Lo más paradójico es que pretende que sean agradecidos por toda la ayuda que Estados Unidos les han brindado durante años. No se da cuenta que no fue una ayuda gratuita, sino fue el costo para mantener el liderazgo mundial. Todos esos apoyos y tolerancias económicas permitía que América estuviera a la cabeza. Pero hoy, se ha vuelto el gran villano y el odiado enemigo.

A esto hay que sumar que el horizonte apunta una gran lista de riesgos y amenazas. Todo está agarrado de hilos muy delgados. Guerras y rumores de guerras puede generar escenarios de violencia. Guerra de precios por el petróleo y todo tipo de productos, puede provocar choques y derrumbes. Vamos, hasta la guerra de las drogas se involucrarán en el conflicto. Todo es cosa de que la primera ficha caída, para que se produzca el efecto dominó. Esto lo saben en Washington, pero se niegan a reconocerlo y tomar medidas para evitar el derrumbe. Están apostando a que el liderazgo de Trump puede detener la catástrofe. Pero si falla, el fracaso será inminente.

En medio de todo esto está el mundo y en el mundo está México. Estamos sojuzgados por el imperio y hay poco que hacer, porque cada día nos levantamos con nuevas imposiciones y condiciones, la mayoría con grandes afectaciones.

Esto lo sabe el gobierno de la 4T, que está consciente de que un derrumbe del vecino, va a venir a fregar al país. Y lo más grave que no podemos hacer nada, porque es como si la hormiga enfrentara al elefante. Y lo vemos casi a diario. Apenas se arregla algo, y Trump nos anuncia nuevas imposiciones, con razones o sin ellas. No negocia, simplemente impone sus condiciones.

Bajo esta situación, el futuro de la 4T como movimiento político de izquierda está en serios problemas. Esto ya lo vive la izquierda latinoamericana y como han girado hacia gobiernos liberales y de derecha, sin que pudieran evitarlo. Ahí está el ejemplo más claro con Argentina. Lo más grave para ellos es que los símbolos del izquierdismo son dictaduras como Nicaragua, Cuba y Venezuela, todos ellos auténticos fracasos económicos y autocracias políticas represivas.

Trump, por lo que se observa seguirá con su política de como fregar al vecino y no hay forma de que podamos librarnos de ello. Ante esta realidad, solo queda esperar y confiar en que el elefante se calme y deje de saltar.