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Doña Panchita lidera histórico consultorio yaqui en Sonora: IMSS Bienestar Vícam

Por Redacción PPD

Vícam, Sonora, 10 de agosto 2025.- En el corazón de la Nación Yaqui, donde los cerros del Bacatete vigilan el desierto y las costumbres antiguas aún respiran entre cantos y rezos, se ha marcado un hito sin precedentes en la historia de la salud pública en México.

Por primera vez, la medicina tradicional indígena ha sido oficialmente incorporada al sistema nacional de salud, y al frente de este acontecimiento se encuentra María Francisca Rosario Matuz, mejor conocida como Doña Panchita, sanadora yaqui, partera, y guardiana de una sabiduría ancestral que florece entre plantas, palabras y manos que curan.

Desde el pasado 18 de julio, Doña Panchita fue designada como la responsable del primer consultorio de medicina tradicional indígena en México aprobado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). Este espacio opera dentro del nuevo hospital IMSS Bienestar en Vícam Switch, inaugurado semanas antes como parte del Plan de Justicia para el Pueblo Yaqui, encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum.

Con una inversión de más de 700 millones de pesos, cuenta con quirófanos, sala de neonatos, 30 camas y 56 especialistas.

Salud con raíz indígena, ahora con respaldo institucional

Por generaciones, las prácticas curativas yaquis —infusiones, ungüentos, limpias, masajes, partería— han circulado de boca en boca y de mano en mano, lejos de consultorios, lejos de títulos médicos, pero siempre cerca del alma de su gente. Hoy, ese conocimiento ancestral tiene un espacio formal dentro de un hospital público moderno, sin perder su esencia ni su raíz.

Doña Panchita es heredera directa de estas prácticas. Aprendió desde niña observando a su madre y a su tía, la legendaria curandera María Matuz, durante partos y ceremonias. “No me dejaban entrar, pero yo miraba”, cuenta. Su aprendizaje no vino de libros, sino de la cocina de su casa, entre ollas humeantes y hojas recién cortadas.

En el patio de su hogar, cultiva un jardín que es también su botiquín: guayabo, ruda, epazote, hierba del golpe y tabachín —planta que ayuda al riñón, la presión y la diabetes— crecen como símbolo de vida, de resistencia y de medicina viva. “Cuando no llueve, los animales se comen las plantas, y se va acabando la medicina tradicional”, dice con preocupación.

Un modelo de salud que suma, no que excluye

El nuevo consultorio opera bajo un modelo integrador: los pacientes pueden elegir entre ser atendidos por los médicos del IMSS, por Doña Panchita o por ambos. No se trata de reemplazar lo institucional, sino de reconocer y sumar los saberes de los pueblos originarios al cuidado de la salud. En el mismo espacio también colabora una partera yaqui, capacitada en atención obstétrica con enfoque culturalmente pertinente.

“Revisamos a la gente, les damos cita cada mes. Si traen un dolor, aquí vienen. Es su espacio”, explica Doña Panchita. A diferencia del sistema médico convencional, ella no cobra por sus servicios. La retribución llega a veces como agradecimiento: un pan, una gallina, un poco de maíz. Porque en el mundo yaqui, la medicina también es reciprocidad y comunidad.

Un precedente nacional

La apertura de este consultorio no solo representa un avance en salud intercultural. Es un acto de justicia histórica y un mensaje claro del Estado mexicano: los saberes indígenas tienen valor, tienen lugar, y tienen derecho a coexistir y colaborar con la ciencia médica moderna.

La validación de Cofepris, luego de revisar protocolos y prácticas, legitima esta iniciativa. Pero la verdadera aprobación la dio la comunidad yaqui mucho antes, con su confianza y su respeto a una mujer que nunca dejó de atender desde su casa.

Con voz firme pero serena, Doña Panchita externó que en su consultorio se cura de todo, que sus pacientes saben que serán atendidos y sanados de cualquier dolor.

Y ese espacio, finalmente, es también el reconocimiento de una Nación, de una memoria viva y de una medicina que no solo sana cuerpos, sino que fortalece identidad, dignidad y futuro. (Fuente: La Jornada/Gómez Lima)