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A 10 años de su muerte, conmemoran a Alonso Vidal

Los lechuzos se reúnen para hablar de la vida y obra del poeta sonorense

“…Ya es tiempo de que abras las alas y vueles. No te dejes anquilosar por el medio. Publica a como dé lugar tu primer libro, véndele el alma al diablo pero dalo a la luz. Desde luego trabaja más de lo que puedas y rompe más de lo que escribas. En esta guerra los poemas buenos se salvan solos».

(Elías Nandino a Alonso Vidal)

Hermosillo, Sonora, mayo 26 de 2016.- El próximo 29 de mayo se cumplen diez años de la ausencia del poeta Alonso Vidal, por tal motivo se reunieron Horacio Valencia, Josué Barrera, Iván Ballesteros, Eleazar Bórquez, Carlos Sánchez e Iván Camarena, para conmemorar a “la lechuza mayor”, su vida y obra.

Iván Camarena fue el primero en tomar la palabra, para leer un poema que construyó al homenajeado: En la casa que yo conocí, Alonso siempre fue el ave mayor, una lechuza disipada que dejó su vuelo en crepúsculo de traspatio, de antología de ciudad, como en alma pueril y lastimera, como en los años flemáticos que no son tan indistintos a la consecución del abstracto, como a la permanencia de las venas…

En el texto que Iván Ballesteros elaboró justo después de la muerte de Alonso, sus visitas a su casa, cuando ponía el audio de una entrevista que le realizó a Sabines, donde lanzaba pestes sobre la vida y la poesía, se lee: “Adentrados más en la noche, algo borrachos y sensibles, Vidal se acordaba de sus días en la ciudad de México, del hambre y la miseria que pasó por allá y de cómo eso influyó para que escribiera poemas de alto calibre. Siempre invitando a escuchar y compartir”.

Horacio leyó su bitácora sobre el autor, su experiencia en el programa Las lecturas de la lechuza, su tesis: “El poeta y promotor cultural lleva a mi generación como él la llamaba ‘la generación del 2000’, por un camino llamado literatura; pero no solo a nuestra generación, Alonso para la cultura de la región fue y es permanencia. Artista generoso con la sociedad que lo rodeó”, expresó.

“Alonso Vidal se llama, llegábamos todos todos, estábamos chavos, traíamos debajo del brazo hojas con versos, las poníamos sobre la mesa ante su voz de mando, autorizando su salida hacia la meca empezábamos a leer uno por uno, era autoridad, era un monstruo del periodismo, el aval de la poética…”, nos dice Carlos Sánchez, quien compartió su amistad, su soberbia y momentos terribles como su infarto.

Por su parte Eleazar Bórquez, quien aclara que sin ser escritor convivió con Alonso y los lechuzos, aunque estaba justo en el medio de las generaciones, también dio lectura a lo que Elías Nandino le dijo a Vidal luego de leer su obra «…capto tu cultura que muchas veces la usas como artículo de lujo en varios poemas. Piensa, mi querido poeta, que la poesía no la creamos con lo que sabemos, sino con lo que no sabemos… Nunca hay que escribir para que los demás nos sientan poetas. Debemos hacerlo para realizar la vida y salvarnos del suicidio”.

Alonso Vidal logró concluir una novela que denominó Dorados lodos de aquellos polvos, basada en un rapto ocurrido en 1920 y que está pendiente de publicarse.

Todos estuvieron de acuerdo en que el mejor reconocimiento que se le puede hacer al poeta, al maestro, es leerlo y dar a conocer su obra.