Amor por la música y el romance
Por Cynthia Ángel Nevárez/
¿Qué tienen en común una banda de heavy metal y un trío musical?; dos mundos distintos unidos por la vocación y la pasión
Existen diversas melodías cada una con una característica en particular, que con el tiempo se convierten en su personificación y en una insignia que la logra distinguir, pero la experiencia también ha dicho que hay géneros que no nacieron para mezclarse, que el encontrarlos semejantes es una completa locura, son polos opuestos y por lo tanto las normas dictan que no deben estar unidos. Aunque los expertos son los únicos que tienen una respuesta certera a esas interrogantes, la pregunta en realidad sería qué pasaría si en un momento dado esto sucede.
El romance y el metal serían un ejemplo perfecto, uno busca la expresión de sentimientos, emociones e ideas, siendo poético y de carácter narrativo, mientras el segundo originario del rock es una combinación de varias categorías musicales, pero a pesar de ello es distinguido por incluir ritmos potentes y crudos. Además del sonido ocasionado por sus instrumentos sus letras también fueron un factor que provocó su desarrollo y crecimiento en sus orígenes.Al unir ambos la cuestión es percibir qué generarían y si en algún punto tendrían similitud alguna.
Un trío compuesto por hombres maduros que desde sus inicios prestan sus servicios en la plaza de los 100 años, son reconocidos por una innumerable cantidad de hermosillenses, los cuales acuden por las noches a solicitar la dedicación de una serenata a una persona especial, el romance predomina en ese sitio. En contraparte está la pasión de dos chicos por la música, pero con un mayor énfasis en el metal, que ha permanecido en sus vidas desde siempre.
Romance sobre cuerdas
Dos hombres en frente del Boulevard Rosales, cada noche permanecen sentados observando con tranquilidad como pasa un auto tras otro con aquella rapidez que forma parte de la vida diaria. Uno de ellos el de mayor edad tras haberse recuperado hace poco tiempo de una enfermedad, se encuentra mirando con aquella apacibilidad que denota su reciente recuperación. A pesar de la completa oscuridad que se logra apreciar a eso de las siete de la tarde y lo poco transitada que son esas calles por los peatones, como también la inseguridad de hoy en día, ellos dicen que eso no les causa miedo alguno.

José Ibarra Leal (Requinto-segundo voz), Francisco Agüero Estrada (Bajo-tercera voz) y Noel Álvarez Moreno (guitarra-primera voz) son parte de este “trío Musical” que ya tiene al menos 35 años de ofrecer sus servicios en la plaza de los 100 años, justo al lado del museo de la unison; lugar que es caracterizado por su romance. Una serie de tríos y tacatacas se mantienen en espera de un cliente que desee llevar una serenata con motivo de una pedida de mano, aniversario, boda, quinceañera, entre otros. Siendo así que el motivo no distingue de edad o sexo.
“Yo soy romántico y muy sentimental, porque creo en el amor y el que cree en el amor cree en dios”, externó Noel al intentar describir lo que la música es para él, mientras su postura continuaba siendo exactamente la misma que era en un comienzo. Entre algunos de sus relatos son sus inicios en el ámbito, la forma en la cual recorrió varios lugares de la república cuando era joven y fue solista, enfatizando en pequeños trozos de su historia de su visita hace mucho tiempo ya de Guadalajara, Jalisco.
Considera que a pesar de la evolución de la sociedad aún en la actualidad se conservan esas tradiciones y se sigue viendo a los tríos como representantes del romanticismo, de ese género que todavía no da indicios de una fecha de caducidad próxima. “Se juntan aquí los músicos viejos y ahora las nuevas generaciones vienen siendo partícipes del eco que quedó de la gente mayor, hay mucha gente mayor, músicos que ya murieron, pero aquí van surgiendo nuevos elementos”.
La interpretación del arte depende de quién lo visualice, las circunstancias y el momento en el cual sea mostrado, así es representada la música para estos dos jóvenes.
Corazón de metal
Jesús Ramón Durazo Almeida de 37 años de edad, mecánico de oficio y Ramón Ángel Alcántar Ortega de 19 años estudiante de Producción Musical, ellos no comparten lazos sanguíneos, sin embargo se conocen de hace bastante tiempo, tanto así que se consideran primos. Son muy diferentes entre sí; pero tienen una similitud que los une, esa es la música. Es parte de su vida y aunque en algún momento intentaran renunciar a ella no podrían, con la música son capaces de transmitir todo lo que deseen.
Aunque el romance es uno de sus géneros favoritos, no puede decirse lo mismo con el 14 de febrero, ya que en lo particular lo considera un día como cualquier otro, con la diferencia de que se ha convertido en una fecha comercial y en la escenificación del amor. Lo que antes era romántico y lo que ahora es para Ramón son dos aspectos que han ido transformándose y han adquirido características diferentes: “Creo que el romance ya no existe, puesto que hay gente que se conoce en dos semana y ya”.
El interés de Jesús despertó siendo un espectador, con el simple hecho de escucharla, comenzó atraerle de un momento a otro, hasta el punto de adquirir un particular gusto por el metal, género favorito para él aún en el presente, hasta el momento sigue inclinándose por ese estilo; después de cierto tiempo decidió inmiscuirse en ello, aprendiendo a manejar diversos instrumentos que hoy en día sabe usar, como por ejemplo: guitarra eléctrica, bajo, batería y piano. Él la denomina como algo que siempre está presente en su mente y como algo que lo apasiona en verdad.
“Es algo que agarras una vez y ya no se va, cada vez que escuchas música o cada vez que sientes una emoción y que la puedas expresar a través de ella; se hace parte de tu vida, no es una opción dejarlo, puedes tomarte un “break” pero vuelve otra vez, siempre estará ahí”. El metal para él es la forma de expresarse, tiene mucha energía y emoción. Es un hobbie más, pero es uno que le apasiona al grado de tener una banda integrada por amigos, a la cual le llaman: “Dínamo” ya han compuesto algunas canciones, pero no planean hacerla comercial, puesto que representa un pasatiempo.
Por el contrario Ramón Ángel estudia una carrera relacionada con su “pasión” la música: “Es todo en mi vida, es un medio de expresión libre para mí”. En cuanto al apoyo que lo ha llevado a estar en el camino que se encuentra ha sido la voluntad y predilección que le dedica a esta área y uno de los factores que han incidido en su progreso en la actualidad. Como planes a futuro le gustaría producir su propia música y a su vez conducir a otras personas a que sus aspiraciones se hagan realidad.
Cada una estás personas aparentemente no tienen nada en común ni su vida, sus oficios y círculo social, pero en lo que sí tienen más de una semejanza es en sus aspiraciones y el dominio que ejerce en su existencia la música. El metal y el romance son dos géneros que han traspasado más de una época y sus inicios fueron en periodos diferentes; sin embargo la afición que hacen en ellos sí puede ser comparable, esa vehemencia de José Ibarra Leal, Francisco Agüero Estrada, Noel Álvarez Moreno, Jesús Ramón Durazo Almeida y Ramón Ángel Alcántar Ortega es sin igual.