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Candidaturas ciudadanas, rebelión contra los partidos

Por Jesús Susarrey/

Las energías oligárquicas y autoritarias en el sistema de partidos; desconfianza en las instituciones de la democracia representativa

El conflicto no parece darse en el seno de una democracia republicana asentada.

Sí, conceptualmente, los partidos políticos son el conducto institucional para el acceso ciudadano al ejercicio de los poderes públicos, lascandidaturas ciudadanas, son una franca rebelión en contra de los partidos y de las élites políticas.

Se ha mencionado en este mismo espacio, que no se cuestiona a la democracia representativa. La figura de los candidatos independientes, simplemente rechaza el conducto partidario, por considerar que está por debajo de los niveles éticos requeridos y de las expectativas ciudadanas. Se trata de prescindir de los partidos políticos; acceder, sin su intermediación, al ejercicio de los poderes públicos; exigir directamente al gobierno cuentas de sus actos; y, mejorar los resultados de la gestión pública. Suman a la pluralidad y fortalecen a la democracia, argumentan sus promotores. Este dispositivo electoral, propio de la democracia directa, esta ya presente en muchos sistemas democráticos.

Del lado contrario, las organizaciones partidistas, con un literal despropósito, actuaron tratando de bloquear y anular esta modalidad en el terreno legislativo. Propusieron requisitos draconianos, como si su función no fuese promover la participación ciudadana. Los argumentos independentistas, apuntaron hacia el déficit de legitimidad de los poderes públicos, la pérdida de la confianza en las élites políticas por su deficiente desempeño y, el descrédito de la democracia representativa y los partidos políticos, como vía para las relaciones entre el Estado y la sociedad. Difícil su defensa por la consistencia del diagnostico.

República representativa con partidos oligárquicos

En su exceso de pragmatismo, sin duda exitoso para algunos propósitos, las élites políticas, parece que olvidaron que una república representativa, es el resultado histórico de las luchas libertarias contra la monarquía absolutista. Con la idea central de que la soberanía reside en el pueblo: la autonominacion, fue remplazada por la elección mayoritaria; la concentración del poder, por la división y la descentralización; el poder absoluto, por los límites legales; la impunidad, por la obligación de rendir cuentas y; la intolerancia, por el respeto a la pluralidad de las ideas. Para garantizar el derecho de participar, se añadieron organizaciones, que expresaran la voluntad y los intereses ciudadanos, dando origen a los partidos y a la figura de la democracia representativa.

Este, es el marco conceptual del que deriva la enorme responsabilidad que tienen los partidos políticos y los parámetros para su evaluación. Desde esa perspectiva, lejos están de constituir un mecanismo consolidado de intermediación política entre gobierno y sociedad. De representar una síntesis de de los intereses colectivos. Contrariamente, han limitado e inhibido, la participación ciudadana y han impuesto los proyectos de grupos.

Cierto que los partidos deben tener centralidad en los procesos de la vida pública como corresponde a una democracia representativa. Cierto también, que el inicio de la pluralidad política en méxico —la real, no la simulada— no data de más de dos décadas. Herederos unos, y víctimas otros, de un régimen de partido hegemónico que anulaba o asfixiaba otras alternativas, después del primer gobierno dividido en 1997 y de la alternancia presidencial, no han terminado de consolidar un sistema de partidos moderno y legitimado. El PRI fue hegemónico, hoy solo mayoritario, estructurado y dinámico, pero en sus entrañas, coexisten militancias y dirigencias modernas, con otras, de energías autoritarias y oligárquicas, que se replican en casi todos los partidos. El PAN, es heredero de una histórica congruencia con el ideal democrático liberal, pero, una vez hecho gobierno, debilitó su republicanismo y se mimetizó con el PRI, en su versión de “partido oficial”. Hoy, eclipsado por luchas internas, sigue en esa ruta. El PRD, recogió los ideales del nacionalismo democrático, pero, en el ejercicio del poder, también las practicas clientelares y caudillistas del PRI y no ha tenido la capacidad para adherirse con firmeza al concepto republicano. La izquierda partidista de hoy, se debate entre el oportunismo de sus dirigencias y el caudillismo de sus líderes. Los partidos pequeños simplemente no han alcanzado la estatura suficiente para institucionalizarse y medran del sistema de partidos.

En su vida interna, ninguno de los partidos puede presumir de una sólida democracia que establezca reglas del juego aceptadas y respetadas por su militancia. Paradójicamente, son sus dirigencias quienes más las transgreden. Aferrados a las herramientas y los premios del sistema electoral, se han olvidado incluso de sus propios principios doctrinarios y ofrecen una “democracia minimalista”, en donde pretenden que el ciudadano mute de soberano, a “votante desechable” y que los partidos sean limitadas maquinarias del voto. El interés partidario, ha sustituido al interés nacional y ha sacrificado el interés de sus militancias

La resistencia y la ofensiva de los partidos políticos

La consistencia de los argumentos independentistas, en su lucha por evadir el conducto partidario, es la medida de la resistencia. La inequidad de los requisitos para el registro de una candidatura ciudadana es enorme. Se les exige un porcentaje de firmas del padrón electoral desproporcional a las requeridas para un partido político. Se les prohíbe recibir aportaciones y donaciones en efectivo, el uso de radio y televisión. Nada que ver con el mandato constitucional de promover la participación ciudadana. Parece que se trata de que la ruta para el acceso a los centros de poder, sigan siendo sólo los partidos políticos, por supuesto no a través de mecanismos democráticos de selección de candidatos, sino por la puerta de las dirigencias. Para la vía partidaria, el camino despejado, para la vía ciudadana, la brecha y el obstáculo.

20329041. México. D.F.- Legisladores de todos los partidos políticos tomaron la tribuna en apoyo al exhorto que el Pleno de la Cámara de Diputados formuló al Ejecutivo para que publique de inmediato el reglamento de la Ley de Migración. NOTIMEX/FOTO/JORGE GONZÁLEZ/JGN/POL/Se acepta desde luego que la propuesta independentista, implica el riesgo de constituir poderes ejecutivos sin respaldos legislativos, por ejemplo, o de legisladores independientes, sin afinidades ideológicas dentro del congreso, aislados o manipulados por las mayorías parlamentarias. Los ideales y valores socialmente compartidos en las estructuras y la dinámica partidista, pese a la antidemocracia de las dirigencias y su distancia con los militantes, contribuyen a la cohesión política, integran intereses dispersos y simplifican alternativas. Un dato nada despreciable en un entorno de déficit de legitimidad y precarios niveles de gobernabilidad democrática.

Sin embargo, las candidaturas ciudadanas son, sin duda, una respuesta a los bajos niveles de representatividad política. Una reacción al secuestro de la democracia representativa por parte de los partidos y las élites. Ofrecer alternativas para corregir las disfunciones es válido. Para eso es la política. Escudarse en la defensa de una democracia representativa desvalorizada por los propios partidos, es un contrasentido. Para qué esperar la protesta pública.

La agenda ciudadana vs la agenda de la élites

En Sonora, la alternativa ciudadana se presentó ya con la ex alcaldesa María Dolores del Río. Candidata independiente o no, anunció la construcción de una opción electoral ciudadana, que inició con el movimiento “Yo soy Hermosillo”. La expectativa fue significativa y no menor. Generó la sensación de la oportunidad para establecer un relación digna, entre gobierno y gobernados. Una propuesta política, más cercana a la sociedad. Llama la atención, la solidez del sentimiento anti-partidos y la centralidad en la agenda ciudadana como alternativa a la agenda de las cúpulas políticas. Es temprano para una prospectiva de la ruta que seguirá esta propuesta, ni es nuestro propósito la proyección electoral, pero sí es válido suponer que, de concretarse, responderá a la misma lógica, de la lucha por las candidaturas. La inconformidad con los resultados de la democracia.

Quizás, no sea coincidencia que, tratándose de una sociedad identificada mayoritariamente con el PAN, precursor en México del ideario liberal —sustituido paulatinamente por el pragmatismo y el realismo político de las nuevas generaciones panistas—, Hermosillo sea ahora el entorno para intentar la reivindicación de los valores democráticos. Dicho sea como tema para reflexión, desde luego. Lo cierto es que la sociedad hermosillense ha mostrado un nivel de cultura política, por encima de la media estatal y nacional.

La exigencia de la vía ciudadana que rechaza el conducto partidario, no es una ocurrencia. No es un problema menor, es un síntoma del desgaste de los mecanismos constitucionales de intermediación política. Las candidaturas independientes, estimularían la participación ciudadana, ampliarían las alternativas de acceso a los poderes públicos y dignificarían la forma en que se relaciona la sociedad civil con el Estado. Con ellas o sin ellas, el sistema de partidos, tarde o temprano, deberá modernizarse para estar a la altura de los retos de hoy. Las dirigencias partidistas, deberán asumir liderazgos legitimados por al militancia y abandonar sus pretensiones oligárquicas. La democracia, no es una opción, en méxico, es la forma de gobierno definida constitucionalmente.

Las siempre útiles reflexiones del poeta Gabriel Zaid, ayudan a la comprensión del fenómeno y a dimensionar las resistencias. “Corromperse es desviarse, echarse a perder, dejar de ser lo que se es. (…) que los representantes no tengan intereses o tengan los mismos intereses que sus representados es un deseo piadoso, no una solución. La única solución encontrada hasta hoy, es que la doble personalidad y los dobles intereses sean públicos, y que la actuación del representante esté sujeta a sus representados: a su vigilancia, aplausos y castigos. (27 abril 2014)