CNTE: las huellas del tiempo
Por Bulmaro Pacheco /
¿Por qué si su poder representa menos del 10% de los trabajadores de la educación en México, pareciera que son mayoría y se les otorga tanto peso político a la hora de las negociaciones?
Entre 1979 y 2016, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha dado la batalla política y social básicamente en el sur de México. Ha tratado de ampliar su movilización a estados del norte; pero —salvo casos aislados— no ha tenido un mayor éxito. Como fuerza alterna y disidente del SNTE, ha ganado secciones sindicales en Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Hidalgo, la 9 de la Ciudad de México y ha logrado comisiones ejecutivas en varias entidades, como Guerrero y Morelos, donde la dirigencia ha permanecido en manos de los llamados “institucionales”.
Si nos vamos por el número de trabajadores de la educación con que cuenta cada sección, el número que ha llegado a representar la CNTE apenas rebasa los 100 mil; de un total de un millón 200 mil docentes y 400 mil administrativos que atienden el sistema educativo nacional.
Y surgen las dudas: ¿Por qué siendo tan pocos se mueven tanto y por qué hacen tanto ruido?, ¿por qué si su poder representa menos del 10% de los trabajadores de la educación en México, pareciera que son mayoría y se les otorga tanto peso político a la hora de las negociaciones?
Políticamente han tenido capacidad para presionar, también experiencia y recursos, en muchos casos estos obtenidos de gobiernos locales, partidos y legisladores. Saben dónde pegar, y desde 1997 cuando la izquierda ganó el gobierno de la Ciudad de México, ahí se han concentrado en plantones y marchas, con mayor tolerancia, intensidad y frecuencia. Porque al operar desde la CDMX también ganan dimensión nacional, por la resonancia que ahí adquieren las movilizaciones políticas.
En los estados, el éxito de sus movilizaciones ha ido a la par de la capacidad de control y mediación de los gobernadores. Así como han rebasado a dirigentes seccionales, también han rebasado a gobernadores que equivocaron y/o pervirtieron la relación con la CNTE. El último y más visible caso ha sido Oaxaca, donde aparecen más agresivos. Antes, lo fueron Chiapas, Morelos, Michoacán y Guerrero. Dice Gabino Cué: “La CNTE no nació con el gobernador de Oaxaca actual sino que nació hace casi 30 años. Durante ese tiempo pasaron muchos gobernadores en Oaxaca, cada quien tuvo su momento, sus circunstancias, sus relaciones y tratos. Yo los he atendido, los seguiré atendiendo y como en otros gobiernos se han tomado decisiones”. (El Universal 22/07/2015).
Ante su dimensión y número, lo estratégico para los dirigentes de la CNTE ha sido un mayor radicalismo y movilizaciones más intensas, buscando reagrupar y captar la diversidad de resistencias anti-sistema. El objetivo ha sido presionar lo más que se pueda ante el riesgo del desgaste y el cansancio, pero, ¿por qué han durado tanto en el escenario nacional?, ¿cuál es el motor que mueve a la disidencia magisterial en dimensiones más allá de lo que se pudiera reconocer como su verdadera fuerza política?
Viene a colación lo anterior por lo ocurrido en el SNTE en su historia. Una historia plagada de tensiones, luchas internas y liderazgos movidos que han debido enfrentar conflictos y cuestionamientos serios.
El SNTE, desde sus orígenes en 1943 ha vivido tensiones políticas en lo interno. Estas se inician con la rebelión de Othón Salazar, de la sección IX, en 1958. Sin embargo, es a partir de 1979 cuando se empiezan a plantear seriamente algunas crisis en diversas secciones, sobre todo en materia de elección y promoción de los dirigentes y sus demandas locales.
La CNTE surge en 1979, originalmente cuestionando la elección de dirigentes sindicales en los estados. Al igual que en lo nacional, en las entidades surgieron personajes con fuerza que terminaron por ostentarse como dirigentes “morales”, en el control de las dirigencias seccionales del SNTE.
Esos personajes fueron formando grupos políticos para influir en la renovación de las dirigencias y, a su vez, ejercían fuerza política para apoyar al Comité nacional y garantizar el control político a cambio de que se respetaran sus dominios a nivel regional. Eso frenó la circulación generacional en la renovación de dirigencias e hizo crisis en algunas secciones sindicales. Al control ejercido por el centro se sumaba el que los hombres fuertes en los estados ejercían para decidir las sucesiones sindicales. La movilidad política en algunas entidades combativas se frenó. Por eso surge así la disidencia, en primera instancia cuestionando las formas y los procedimientos para elegir dirigentes y exigiendo espacios de representación para otros grupos. De ahí los orígenes de la CNTE.
La CNTE en el gobierno de José López Portillo:
En ese período tuvo su gestación y ascenso. Las causas principales fueron los procesos de renovación de liderazgos seccionales en estados con alta tradición de lucha política como Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Morelos. Además afectó la crisis salarial, por las inversiones en materia petrolera en el sureste. También tuvo que ver la desconcentración administrativa de la SEP, que unificó a las dependencias dispersas del sector educativo en los estados. El presidente López Portillo promueve a Jonguitud como gobernador de San Luis Potosí. Al final del sexenio, la CNTE conquista el Poder en las secciones de Chiapas y Oaxaca, y la movilización política se neutraliza. Se crea la Universidad Pedagógica Nacional.
En el sexenio actuaron dos secretarios de Educación: Porfirio Muñoz Ledo (1 año) y Fernando Solana (culminó el sexenio).
La CNTE en el gobierno de Miguel De la Madrid:
Se mantienen las tensiones político-sindicales. La crisis económica experimentada durante todo el sexenio del presidente De la Madrid exacerba los ánimos de los trabajadores y en el magisterio, que replantean las movilizaciones, ahora no solo con demandas de corte político-sindical sino también de índole salarial. Toma auge la protesta magisterial en la CDMX en torno a los cursos de verano de la Escuela Normal Superior. El presidente De la Madrid tuvo dos secretarios de Educación: Jesús Reyes Heroles y Miguel González Avelar.
La CNTE en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari:
El primer secretario de Educación del sexenio fue Manuel Bartlett. Con él en la Secretaría se operó la salida de Jonguitud y la llegada de Gordillo. A la distancia Bartlett debió reconocer que en el sexenio del presidente Salinas quisieron convertir al SNTE en una Federación de Sindicatos. En reunión de promoción personal como aspirante del PRI a la candidatura presidencial les dijo: “Ese era un planteamiento; si van a ser trabajadores de los estados, tendría que haber un sindicato Estatal, y una Federación no es una agresión sino es un modelo. Ese modelo que formaba parte de una visión general, fue modificado por ustedes, de manera que se mantuvo unitario. […] ganaron ustedes, ni hablar, son un sindicato que respetó sus tradiciones, su cultura, son un sindicato nacional” (Díaz de la Torre et al: Visión colectiva de una profesión: SNTE, p.178, Ed. 2013).
La crisis de abril de 1989 en el SNTE impacta directamente el manejo del sindicato con el Gobierno y con la disidencia magisterial a la que Gordillo había tratado desde su liderazgo en la sección 36 del Valle de México. Algunos cuadros importantes de la CNTE pasan a formar parte del naciente Partido del Trabajo, y Gordillo negocia la inclusión de miembros de la disidencia en algunas secciones sindicales. Se crea la llamada ‘Carrera Magisterial’ y se transfiere a los estados el manejo de la educación básica a través del llamado Acuerdo Nacional para la Modernización Educativa.
Salinas tuvo cuatro secretarios de Educación. Empezó Manuel Bartlett, le siguieron Ernesto Zedillo y Fernando Solana, y terminó el sexenio José Ángel Pescador. El SNTE avanza, la CNTE retrocede.
La CNTE en el gobierno de Ernesto Zedillo:
Zedillo ha sido el presidente de México que en los últimos 50 años, peores condiciones políticas enfrentó desde el inicio de su gobierno: La explosión de Chiapas, los crímenes de Colosio y Ruiz Massieu, el “error económico de diciembre”, sin mayoría en el Congreso y con ineludibles compromisos económicos nacionales a pagarse en 1995. Tuvo como secretarios de Educación a Fausto Alzati, que solo duró tres meses, y Miguel Limón, que culminó el sexenio. Tuvo un nuevo impulso el Acuerdo Nacional para la Modernización Educativa, que mantuvo ocupada a la dirigencia del SNTE y en negociaciones permanentes con la CNTE.
La CNTE en el gobierno de Vicente Fox:
Fox tuvo de secretario de Educación a Reyes Tamez Guerra, un personaje muy cercano a Elba Esther Gordillo. Fox no tuvo un programa educativo que se distinguiera, a excepción de la Enciclomedia. Cedió todo el manejo de la política educativa a la organización sindical. Le dio además a su dirigente, el manejo y control del ISSSTE y la Lotería Nacional.
La CNTE en el gobierno de Felipe Calderón:
El principal programa innovador de Calderón en educación fue la llamada Alianza para la Calidad de la Educación (ACE), impulsada en conjunto con el SNTE. Las movilizaciones de la CNTE se mantuvieron, igual las marchas de profesores del sur a la CDMX. Por la ayuda prestada para ganar la elección, la deuda política de Calderón con Elba Esther Gordillo se cobró puntualmente: repitieron en el ISSSTE, y en la Lotería Nacional, una parte de la SEP y una política educativa determinada por la visión del sindicato.
La CNTE en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto:
Las movilizaciones de la CNTE en el gobierno actual se las han tratado de endosar básicamente a la Reforma Educativa, que se pactó como uno de los compromisos del llamado Pacto por México. La misión original de la reforma fue la de ‘recuperar para el Estado Mexicano la rectoría del sistema educativo nacional y acabar con vicios y deformaciones, como la venta o herencia de plazas’, que tanto dañan la calidad de la educación. La reforma constitucional con sus leyes reglamentarias y las instituciones creadas, han provocado movilizaciones y resistencias ahora con otros ingredientes: La presencia del partido Morena, que a dos años de haber sido creado ha arropado a la disidencia magisterial; la pluralidad de los gobernadores estatales, que le han dado al conflicto magisterial un manejo de conveniencia; la desaparición de la escena política de la profesora Elba Esther Gordillo; los desaparecidos de la combativa Normal Rural de Ayotzinapa y los recortes al gasto educativo en el presupuesto federal. Ahora, con la aparición en escena del SNTE en el esquema de negociaciones con el Gobierno, el conflicto político seguramente tomará otro rumbo y obligará a intervenir a quienes —hasta ahora— habían permanecido al margen como observadores, escudándose en que se trataba de un asunto meramente laboral y educativo, es decir: sindicato, partidos, burocracias, Poder Legislativo y los gobernadores. Si en otras etapas de la historia de México se han resuelto problemas de mayor tensión, más agudos y aún más complejos, el del magisterio que es el más antiguo de todos, no tiene por qué ser la excepción. Ya veremos.
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