DARDOS | Cuidado con normalizar la incapacidad gubernamental

Por Gabriel Rigo Gutiérrez E.
La basura no pasó otra vez. El rin del carro se enchuecó al caer en el bache. Le robaron otra vez al vecino en la esquina, no había luz. Asaltaron al señor de la tienda, pero ya ni le habla a la policía… nunca vienen. De nuevo se robaron la tapadera de la alcantarilla y cayó un carro. En la ciudad a diario se escuchan todo tipo de problemáticas que, por lo constante, a veces terminan por normalizarlo. “¿Para qué hablarle a la policía?”… El ciudadano desconfía de sus autoridades, no por miedo, sino por la incapacidad demostrada para resolverle situaciones.
Ojo: este comportamiento de la gente se ha ido acumulando con los años, independientemente del color de la administración. Pero ¿cuál es la raíz del problema? Un sistema de atención vetusto, anquilosado, desconectado del ciudadano.
Mire un ejemplo: “Bienestar Social”. Suponemos que por su nombre enfocaría todas sus fuerzas a generar lo que alardea. Pero no, de los 72 millones de pesos anuales que le dan de presupuesto, el 63% lo desembolsa para pagos de sueldo a personal. ¿Pues qué acaso toda esa gente contratada cuenta chistes para que estén bien los hermosillenses? La realidad es que en ese rubro, la política quedó reprobada. Es necesario darle un nuevo rumbo si tienen la intención de dar resultados.
Y así nos podemos ir… es por eso que las autoridades por entrar tienen un reto del tamaño del Cerro de la Campana. Tienen la oportunidad de romper las inercias burocráticas y ancladas al pasado. No se necesitan populismos de cuarta, el ciudadano lo que requiere es sinceridad: ¿si van a poder resolverle un problema o no? A partir de esta determinación, la gente va reaccionar.
TREMENDO CAOS que han ocasionado las protestas de los integrantes del Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento que dirige Salvador Díaz Olguín.
Sin empatía ni contemplación alguna por la gente estrangularon las vías más transitadas del Centro de la Ciudad. Les llovieron claxonazos y mentadas de madre.
Mientras tanto, en una oficina muy quitado de la pena, el alcalde interino, Fermín González Gaxiola tomó aquel asunto con tranquilidad y dejó que otros se hicieran cargo afirmando que todo lo que pedían los manifestantes ya se les había entregado según el Contrato Colectivo. Esas respuestas desde luego no convencieron a los sindicalizados quien ven esto un poco raro porque dicen que después de las elecciones, ya no hubo dinero para pagarles unos bonos que les deben. Bueno, la duda está en el aire ¿A dónde se fue ese recurso?