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David Galván puede y seguramente podrá con el paquete

Por Feliciano J. Espriella/

Como diputado local, director de alcoholes y subsecretario de gobierno, David Galván evidentemente le cumplió a su partido y consecuentemente también le cumplió a Guillermo Padrés 

La corrupción, prepotencia, abusos de poder y tráfico de influencias entre otros atributos señalados como signos distintivos del sexenio anterior, no fueron adoptados por todos los altos funcionarios que participaron en la administración.

Hubo muchos que como hubiera dicho el vate Calderón de la Barca, “cruzaron el pantano y no se mancharon”. Uno de ellos, fue indudablemente David Secundino Galván, quien dirigirá los destinos del Partido Acción Nacional en los próximos años, y quien habrá de afrontar el duro paquete de las elecciones del 2018.

David Galván ha sido cuestionado en los medios políticos por su cercanía al padresismo, motivo por el cual algunos analistas políticos de antemano le auguran un fracaso al frente de Acción Nacional. En lo personal no comparto dicha apreciación.

Por el contrario, creo que la trayectoria de David en el servicio público en la que destacan la honestidad y eficiencia, le dan a su partido una alta probabilidad de empezar a reponerse de la estrepitosa caída que sufrió en el 2015.

Como diputado local, director de alcoholes y subsecretario de gobierno, David Galván evidentemente le cumplió a su partido y consecuentemente también le cumplió a Guillermo Padrés.

Pero también le cumplió a la ciudadanía que espera y exige que los servidores públicos sean eficientes en las responsabilidades que se les encomiendan y, sobre todo en los últimos tiempos en que la corrupción se ha enseñoreado en todos las instancias de gobierno, honestidad.

En este orden de ideas, pregunto ¿Cuántos dirigentes de partidos políticos en el ámbito municipal, estatal o nacional cuentan con esos dos atributos: honestidad y eficiencia? Me parece que muy pocos.

El PAN en Sonora no está muerto

La población sonorense está muy dolida y molesta con el gobierno anterior. En especial con el ex gobernador y la caterva de delincuentes que saquearon al estado, plenamente identificados. Consecuentemente, también con el partido que los llevó al poder.

Es natural, cansados de la corrupción que durante muchas décadas soportó a los gobernantes emanados del PRI, la ciudadanía dio un giro hacia el partido que ofrecía acabar con los vicios ancestrales en el manejo de la administración pública. Sin embargo, los nuevos no sólo no cumplieron con las expectativas, sino que les dieron mucho más de lo mismo.

Acción Nacional quedó maltrecho y en muy mala posición en las pasadas elecciones, pero no está muerto y si la nueva dirigencia del partido logra demostrar y convencer a la población de que vienen con otras intenciones, pueden empezar a remontar.

Además, aunque la gobernadora Claudia Pavlovich está imprimiendo en su mandato el sello de la transparencia y la honestidad, el Revolucionario Institucional a nivel nacional y en otras entidades del país ha dado evidencias de que la corrupción no es un vicio erradicado en el partido.

Adicionalmente habría que agregar los daños al PRI que parece se están gestando en su principal bastión, el sur del estado, donde se está dando una lucha interna entre los grupos de poder que puede ser de graves consecuencias para el partido. Y en un estado bipartidista como es el nuestro, la mayor parte de lo que pierda el PRI será sin duda para el PAN.

El PAN no está muerto y puede resurgir con fuerza para las próximas elecciones. Sin embargo, ello dependerá de que arreglen sus conflictos internos, lo cual tampoco se vislumbra muy fácil.

Los nefastos cuates

El compadrazgo en la política mexicana ha generado por lo general graves perjuicios para la población. Son innumerables los casos de “altos funcionarios de gobierno” que llegaron al puesto por su cercanía al gobernante en turno.

José López Portillo, el tristemente célebre ex presidente de México, tuvo como único mérito para llegar a la presidencia del país una larga amistad con Luis Echeverría, quien lo designó candidato.

A su vez, López Portillo, fue espléndido, con dos de sus cuates sonorenses, Salomón Fax y el “Negro” Durazo, a quienes les confirió importantes posiciones e impunidad total para hacer y deshacer durante su mandato.

Guillermo Padrés reconoció en varias ocasiones su debilidad para apoyar sin cortapisas a sus amigos, lo cual hizo con una gran cantidad de ellos a quienes les toleró su evidente incompetencia y corrupción.

El presidente Peña Nieto al parecer cojea del mismo pie. Son varios los funcionarios identificados como sus amigos personales que han sido cuestionados por ineficiencia en sus cargos.

El más reciente de los casos es el Alfredo Castillo director de Conade, quien vuelve a ser noticia por el desastroso papel de nuestros atletas en la olimpíada y quien en el curso de los años ha sido señalado negativamente en todas las posiciones que ha ocupado

En el Estado de México con el caso de Paulette, cuando renunció misteriosamente a la Profeco, o como Comisionado de Seguridad en Michoacán que fue un desastre.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.