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De Primera Mano | ¿… Se presentan sólo cuando el nopal tiene tunas?

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín

ADEMÁS DE estar de lleno en la Fase 3 de la pandemia de Coronavirus en Sonora, suena lógico que el tema de la reactivación de algunas actividades productivas esté presente. Ya se han cumplido 45 días de confinamiento y aislamiento en casa y han transcurrido once días de mayo. De hecho, se han perdido miles de empleos y algunos negocios requieren de respiración artificial.

La Gobernadora Claudia Pavlovich, fue muy clara este fin de semana, cuando habló de un regreso paulatino, gradual a algunas actividades, sobre todo aquellas relacionadas con la industria, pero condicionado a que tres cuartas partes de la población obedezcan el quedarse en casa como primera medida de protección y para quienes tengan que salir por actividad esencial, tomar todas las medidas posibles de prevención.

Pero además, su advertencia se escuchó seca, fatal: “Quiero hablarles con la verdad, como siempre –aseguró- la mejor de las opciones para el regreso a la actividad traerá como consecuencia más contagios y más fallecimientos”.

En otras palabras, podría ser “Lo estoy advirtiendo. Luego no digan que no se los advertí”.

Existen versiones al interior del Consejo Estatal de Salud de llevar a cabo una actitud más conservadora en Sonora con respecto al tratamiento de la pandemia en el tiempo. Es decir, si ha sido un tino el adelantarse a las medidas de aislamiento, también se había hablado de la posibilidad del regreso a algunas actividades, hasta la primera quincena de junio.

Sin embargo, se sabe de las presiones del gobierno de los Estados Unidos y la extraordinaria obediencia del gobierno del Presidente López Obrador, para reactivar lo más pronto la actividad laboral y ese tipo de presiones bajan a todas las entidades federativas.

El gran dilema entonces para los gobiernos locales, es tomar las medidas extremas ante la presencia del mayor pico de la pandemia y las fechas de regreso a algunas de las actividades para reactivar la economía.

Están a punto también –apueste usted con seguridad- de empezar a aparecer interrogantes sobre la presencia de las grandes mentes, de los grandes líderes que, anteponiendo el gran amor por la tierra, aporten sus conocimientos, su genialidad y hasta sus recursos para apoyar a encontrar la salida a la crisis.

Es que si bien es cierto que la enorme responsabilidad recae en el Presidente, en las y los gobernadores y en las y los presidentes municipales, con sus “staff” de legislaturas federales y locales, también es cierto que los liderazgos naturales, tanto en el sector político como en la iniciativa privada, en la sociedad civil, empezarán a escuchar que tocan la puerta de su conciencia, reclamándoles su presencia para solucionar problemas, no para acrecentarlos en este desierto tan complicado y sensible.

Por ello es que será muy probable que en Sonora, por ejemplo, se empiece a cuestionar ausencias de poderosos que están siempre presentes cuando el nopal tiene tunas, pero ahora podrían estar en sus mullidos sillones, mirando cómo actúan los demás, escuchando música, bebiendo wisky y vinos de las mejores marcas, porque –júrelo- no tienen ningún problema económico y podrían esperar años en esa situación.

El panorama luce muy negativo. La pandemia provocará un colapso económico de proporciones insospechadas y Juan Pueblo, aquel que en su momento sirvió a los poderosos, levanta sus brazos en busca de un apoyo que nomás no llega por el motivo que sea.

A ver, ¿podrían aportar algo Samuel Ocaña, Armando López Nogales, Eduardo Bours, Manlio Fabio Beltrones, los exgobernadores que reciben una trocada de aplausos cada vez que los presentan en los actos públicos?

Usted diga.

¿Podrían aportar algo los empresarios más distinguidos del Estado, muchos de ellos, beneficiarios en su momento del Fobaproa o de las concesiones otorgadas por el poder público?

¿Podrían aportar ideas, imaginación, creatividad, recursos o en verdad se acercan sólo cuando el nopal da tunas?