Así lo veo

Así lo veo yo | El mejor oficio del mundo

Por Gerardo Moreno

Eran los primeros días de mayo del 2010 cuando ingresé por primera vez a una sala de redacción con la intención de convertirme en periodista, 10 años después aun continúo con la intención de convertirme en periodista, pero no me arrepiento.

Hoy quiero aprovechar este espacio de tres mil caracteres que el maestro Francisco Javier Ruiz Quirrín y Primera Plana me prestan cada semana para platicarles cómo inicié en esto que Gabriel García Márquez calificó como “el mejor oficio del mundo”.

Comenzó en mayo del 2010, estábamos a un mes de que se cumpliera el primer aniversario del incendio de la Guardería ABC y a dos meses de la alternancia en Sonora. En ese entonces yo estaba terminando el sexto semestre de la carrera en Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Sonora.

En séptimo semestre debes escoger un eje de especialidad y yo decidí que entraría al de periodismo. En aquella ocasión le platiqué a mi hermana mayor, Arminda, que ya me iba a convertir en reportero y ella le llamó a un amigo.

Casi inmediatamente me marcó Hilario Olea Fontes, en entonces jefe editorial de Primera Plana, y me dijo que al otro día fuera a su oficina después de las 10 de la mañana, porque estaría con los últimos detalles del cierre de edición.

Ese jueves subí por primera vez las escaleras del Semanario, escaleras que hoy sigo subiendo semana a semana. Llego y me presento con Hilario y ahí mismo me entregó una libreta, una pluma, me prestó su cámara y me dice “vámonos a reportear”.

Fuimos una rueda de prensa donde anunciaban un baile llamado “La flor más bella del Ejido”, sin saber exactamente qué hacer tomé la mayor cantidad de notas posibles y las fotos que pude. De regreso a la Redacción me asignó una computadora y me puso a hacer la nota.

Luego de cuatro revisadas, cada una con menos correcciones que la anterior, subió la nota a la página web, imprimió la pantalla, me dio la hoja y me dijo: “aquí está tu primera nota publicada, ya empiezas a ser reportero”.

Y así comenzó todo. Diez años más tarde seguimos siendo reporteros con aspiraciones a convertirnos en periodistas. En ese tiempo el aprendizaje ha sido enorme, las amistades formadas son muchas y valoradas, y las anécdotas son tantas que no me alcanza este espacio para platicarlas.

Me ha tocado tener grandes maestros a quienes les agradezco cada enseñanza, algunos se han vuelto muy buenos amigos, muchas satisfacciones laborales, incluso algo que nunca creí que es hacer radio o televisión. Claro también hay momentos amargos, frustraciones, desveladas y madrugadas, pero todo es parte del aprendizaje.

Al final, haber agarrado la libreta, la pluma y la grabadora para salir a diario a buscar la noticia, conseguirla y publicarla, vale la pena. Por eso no me arrepiento de ser reportero y aunque aún no sepa cómo vaya a terminar, sin duda estoy en el mejor oficio del mundo; y parafraseando a Nach: 10 años en esto y aún sigo con hambre.

Así lo veo yo, cómo la ven ustedes.