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Democracia, indigenismo y medio rural

En educación… ¿conoce usted a algún médico, contador, economista, ingeniero, abogado o comunicador Seri…?

Por Héctor Rodríguez Espinoza

  1. El salario del miedo. Dos eventos recientes ocupan mi atención y preocupación, en el marginado ámbito rural e indígena de nuestro municipio.

Uno se refiere al accidente mortal de tres jornaleros agrícolas y de diez lesionados, uno de gravedad. Fue un volcamiento en la Calle 4, en la Costa de Hermosillo.

El conductor perdió el control de una vieja vagoneta donde viajaban, con su pobreza y sueños a cuestas, 13 jornaleros, entre hombres, mujeres y menores, rumbo a los campos agrícolas del Poblado Miguel Alemán.

Los fallecidos –que sepamos- aún no han sido identificados.

Los lesionados reciben atención médica.

Como su histórica condición laboral, salario, prestaciones y seguridad social, como peones acasillados, fue el tema de mi tesis profesional hace 50 años, me decepciona e indigna la perpetuación de su miserable existencia, a pesar de su contribución a generar riqueza, de la que ellos sólo reciben las tortillas duras del banquete o un metro cuadrado en la fosa común.

II Campañas electorales

El otro es la visita de dos candidatos, a diputado federal uno y a su reelección local otro-  a la comunidad Seri de Punta Chueca –en lenta extinción- para entregarle un reconocimiento cívico, del Congreso local, a su chamán. Pero al final, la jornada devino en el obsequio de unas camisetas de propaganda electoral.

Démosles a los candidatos –¿por qué no?- el beneficio de la duda moral.

III Los Seris

Pueblo indígena de Sonora. Propietarios naturales y originales de esta su madre tierra, desde los tiempos prehispánicos, del siglo XVI y anteriores. La etimología de este exónimo proviene del vocablo yaqui que significa «hombre de la arena», el endónimo que utilizan es comcaac [koŋˈkɑːk]; singular: cmiique [ˈkw̃ĩːkːɛ]). La mayoría son hablantes fluidos de la lengua seri, cmiique iitom. Su territorio tradicional incluye las islas Tiburón y San Esteban.

Su número continúa en crecimiento. En 1952 se registraban 215 personas; en 2006, más de 900 (según el gobierno seri).

Su lengua es aislada, no se ha mostrado con evidencia suficiente su relación genética a ninguna otra. La mayoría es bilingüe a cierto nivel, aunque con preferencia habla la suya. Mantienen una tradición oral enormemente rica que preserva su historia y cultura. En las últimas décadas, una pequeñísima parte de esta tradición se ha presentado en forma escrita.

En salud, es casi nulo el conocimiento que se tiene sobre la existencia de terapeutas y técnicas tradicionales. Han poseído conocimientos sobre algunas plantas que utilizan para curar enfermedades leves. Su sedentarización provocó cambios en su dieta y patrones de consumo, que ha generado diversos problemas como diabetes.

En artesanías, las de palo fierro consiste actualmente en el tallado en madera del árbol homónimo (palo fierro, Olneya tesota), el tejido de canastas de la planta haat (torote o sangrengrado, Jatropha cuneata) y la elaboración de collares (principalmente de huesos y conchas). El tallado fue iniciado por José Astorga y empezó a evolucionar gracias las sugerencias de varios norteamericanos a quienes conocía. En las últimas décadas los ingresos son cada vez menores por la competencia que hay de artistas no indígenas.

En educación, … ¿conoce usted a algún médico, contador, economista, ingeniero, abogado o comunicador Seri …?

IV ¿Cambia?, Nada cambia…

Pero volviendo a la gira de los candidatos. Las mujeres entrevistadas de la etnia dijeron que siguen careciendo de sus mínimos de bienestar social: Vida de calidad, salud precaria, sin médico o paramédico, agua corriente, drenaje, empleo, educación, urbanización.

AÑO DE 1963. Las mismas carencias que observé desde mi primera visita, en la Semana Santa de 1963, como voluntario del Comité de Servicio Social de Los Amigos, A.C., en Punta Chueca, al pintarles su primera y bonita escuela básica que, en los lejanos 50s, les construyeron el líder cuáquero Norman Krekler (+) y el primer profesor rural que les asignó la Secretaría de Educación Pública, Don Leo Sandoval (+), 35 años después de promulgada la Carta Magna de 1917. De esta experiencia escolar, Leo escribió su poético Ensayo “De donde corre el viento suave”, que me tocó rescatar -y publicar- de una desvencijada gaveta del Instituto Sonorense de Cultura, en la fructífera gestión del culto Notario e Historiador Juan Antonio Ruibal Corella (1999-2005). Reeditarlo es un deber moral e institucional.  

AÑO DE 1973. La segunda visita, en 1973, en gira del presidente Luis Echeverría y del gobernador Carlos Armando Biebrich, para dotarles de una planta desaladora de agua de mar y de viviendas ¡de block de cemento en pleno desierto! Las usan para depositar sus artes de pesca. Todo seguía igual.

AÑOS 1977-1979. La tercera -y varias-, en 1977-1979, como sub director estatal del Instituto Nacional Indigenista, entonces sectorizado a la Comisión para las Zonas Marginadas COPLAMAR. Todo seguía igual.

Recuerdo que cuando les canalicé, a la Dirección de Obras Públicas del Ayuntamiento de Hermosillo, la petición de las dos comunidades Seris de Punta Chueca y Desemboque, para dotarles de una red de agua potable, su respuesta fue que “el asunto es de competencia federal”. ¡!  

No olvido el impacto que me causó ver, en una abandonada tienda Conasupo-Coplamar, cientos de envoltorios de Rivotril, que –según me dijeron- ya lo consumían con coca cola los jóvenes. Su consumo se duplicó en los últimos tiempos en el país, y ya es uno de los medicamentos más recetados por los médicos. Es una prescripción fácil, económica y cómoda porque tiene amplio espectro: además de ansiolítico, combinado con otras drogas es anti convulsionante.

AÑO DE 1982. La siguiente, en 1982, en mi primera gira artística –música, pintura, teatro y danza- como director de la Casa de la Cultura, recién designado por el gobernador Samuel Ocaña. Todo seguía igual.

AÑO DE 1993. La más reciente, en 1993, como  Secretario Técnico de la Comisión Estatal de Derechos Humanos CEDH. Todo seguía igual ¡¿o peor?!

Recuerdo que en una reunión del Consejo Técnico de la CEDH, al informar de mi experiencia de promoción y difusión de los Derechos Humanos de los grupos indígenas del Estado, la traducción de la Constitución Política a su lengua (ya lo habíamos hecho con Pápagos, Yaquis, Mayos, Guarijíos y Pimas), recibí el tímido reclamo de su líder tradicional y todavía chamán, “Chapo” Barnet, en el sentido de que “sólo los visitamos cuando hay elecciones”. Entonces, un distinguido miembro del Consejo y exitoso abogado –provocando la risa de casi todos- comentó: “¡Bah, como si fueran tantos …!”

Por eso, decenas de comunidades indígenas han anunciado no permitir la instalación de casillas electorales dentro de sus territorios, al no contar con una opción política viable o porque el sistema no ha sido capaz de resolver sus necesidades.

V La Biodiversidad

Según la Organización de Naciones Unidas ONU, el 80% de la biodiversidad del planeta se encuentra en territorios de pueblos indígenas. Si protegemos esos recursos, protegemos nuestro futuro.

Propietarios naturales y originales de esta su madre tierra, desde los tiempos prehispánicos, del siglo XVI y anteriores, la empatía con nuestros Seris no se demuestra con ponernos unas pinturas en el rostro y sus hermosos collares de conchas en el cuello.

Nos los usemos de reliquias culturales de museos vivientes, si no les queremos cumplir su derecho humano al desarrollo; si no hay voluntad política de dotarles de un mínimo pero constante mejoramiento de su bienestar económico, social y cultural –para no perpetuar su miseria ni precipitar su fatal extinción-, como define nuestra democracia el art. 3° constitucional.