Después de un 2015 malo, nos espera un 2016 peor
Por Feliciano J. Espriella/
Una pareja de novios decide terminar con sus relaciones. “Hagámoslo como amigos, —propone ella—. Yo no iré por ahí diciendo mentiras acerca de ti”. “Magnífico —responde él—. En cambio yo te prometo que no iré por ahí diciendo la verdad acerca de ti”.
Las recientes medidas de austeridad anunciadas recientemente por el gobierno federal son sólo la punta del iceberg de lo que nos espera en el futuro inmediato. La economía mexicana vislumbra para este y los siguientes años muy fuertes desafíos para los que no tiene herramientas eficaces para si no neutralizarlos, cuando menos paliarlos.
El programa de austeridad es una respuesta adecuada a la situación del momento, aunque en lo personal estimo que se retrasó cuando menos un par de meses, supongo que para tratar de evitar efectos electorales. Lamentablemente para el partido en el poder, llegó un momento en el que seguir con la demora podría traer consecuencias mucho peores y actuó en consecuencia. De cualquier manera luce insuficiente y es de esperarse que en el transcurso del año se implementen otros programas emergentes. Después de las elecciones, naturalmente.
El devaluado oro negro
Para nadie era un secreto que durante décadas los principales ingresos fiscales provenían del petróleo. Durante varios períodos presidenciales el llamado “oro negro” significó para el primer mandatario en turno la “cajita de magia” con la cual sostenía la cada vez más onerosa y obesa burocracia nacional.
Los fuertes excedentes de recursos provenientes de los altos precios del petróleo, que año tras año superaban con creces las estimaciones presupuestales, lamentablemente fueron mayoritariamente dilapidados. La alta burocracia, sobre todo, creció exponencialmente, así como también sus prestaciones y prebendas. Situación muy distinta sería en estos momentos si una buena parte de esos cuantiosos recursos monetarios se hubieran destinado a proyectos de inversión.
Las expectativas para el futuro del precio del petróleo son muy desalentadoras. Se esperan varios años con petroprecios bajos y en ese contexto el estado mexicano no tendrá más que tres opciones: 1) Implementar nuevos y más severos recortes al gasto público; 2) Aumentar impuestos; 3) Suscribir nuevos créditos. En lo personal creo que hará una combinación de los tres factores, pues me parece que uno sólo no será suficiente para tapar el enorme boquete de las finanzas públicas provocado por el derrumbe de los precios del petróleo.
¿Le quedó grande el saco al PRI?
Más que grande me parece que se lo quisieron poner al revés. Peña Nieto y Luis Videgaray, que no es ningún improvisado en las finanzas públicas, me da la impresión de que apostaron todo a un 2015 terso y opulento. Pensaron que las Reformas Petrolera y Fiscal lo lograrían. Se equivocaron diametralmente.
La Reforma Fiscal era lógico que en el 2014 generara, como lo hizo, una contracción en la economía, pero le proporcionaría al erario fuertes ingresos adicionales para realizar las “grandes obras” del sexenio a partir del 2015. Ingresos a los que habría que agregar las importantes inversiones privadas en el sector energético, tanto nacionales como extranjeras.
Hoy el panorama para los estrategas del gobierno no puede ser más desolador: ni mayores ingresos vía impuestos, ni inversiones en un sector económico en crisis. Y el barco evidencia que hace agua. Mucha agua.
La cruda después de la borrachera
Lo que nos sucede actualmente no es más que la consecuencia lógica de poner todos los huevos en una sola canasta. Durante varias décadas se les estuvo señalando a los presidentes en turno y a toda la administración pública federal, lo riesgoso de sostener indefinidamente una economía sustentada en los ingresos petroleros.
Lo entendieron pero no les importó. Ni a priistas ni a panistas, prefirieron aprovechar la bonancible situación del momento y patear el bote para adelante. Fueron muchos años de vivir obnubilados con los pestilentes pero seductoras emanaciones de los mantos petrolíferos. Fue una muy larga borrachera, la cruda será de pronósticos reservados. Esto apenas empieza y seguramente durará varios años. Finalizo con algo más amable:
El norteamericano había llegado recientemente al pueblo y aún no dominaba bien las intrincadas complicaciones del español. Pregunta a uno de sus vecinos: “
—¿Su señora esposa pesa muy pocas libras, señor?
—¿Por qué? —pregunta muy extrañado el vecino.
—Porque todos me dicen que es la mujer más liviana del pueblo. —responde el americano.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.