
Por Javier Flores
Con pancartas, arengas y consignas como la de “ni perdón, ni olvido” y “no están solos”, el pasado miércoles marcharon miles de hermosillenses al cumplirse diez años de aquella terrible tarde de 5 de junio donde fallecieron 49 niños en el incendio de la Guardería ABC, suceso que conmocionó a sonorenses y que desgarró el corazón de unos padres que, ante la impotencia y la sed de justicia, exigen a las autoridades que cumplan con la obligación de impartir castigo a los responsables.
Con una profunda tristeza, familiares, amigos y ciudadanos solidarios a la lucha, se dieron cita a las 18:00 horas en el emblemático edificio de la estancia infantil —ahora en ruinas—, lugar que año tras año ha servido como punto de partida, y que de alguna manera se convirtió en una especie de monumento para los pequeños fallecidos, que a decir de los familiares de las víctimas, mantiene vivo el recuerdo; suceso que reclama justicia.
A la cabecera del multitudinario evento, se observaba a dirigentes del Movimiento 5 de Junio con una enorme manta que decía “JUSTICIA ABC”, detrás de ellos, jóvenes hondeaban banderas mientras una banda de guerra, compuestas por niños de la primaria Heriberto Aja, acompañaba el cortejo tocando sus tambores en señal de luto.
Conforme avanzaba el contingente por la principal avenida de la ciudad, se iba incorporando más personas a la caminata, haciéndola cada vez más grande, mientras que automovilistas que pasaban por el lugar, sonaban el claxon de sus autos y gritaban justicia en señal de solidaridad.
Una vez que llegaron a las escalinatas del Museo de la Unsion, se realizó un mitin. Ahí se procedió al lúgubre pase de lista donde después de mencionarse el nombre de cada uno de los niños, los participantes gritaban fuertemente “no debió morir”, posteriormente soltaron cientos de globos que se fueron perdiendo de vista en el firmamento. Así fue como una vez más los sonorenses recordaron la horrible tragedia sin precedentes que privó de la vida a 49 niños indefensos e inocentes, que a decir de los padres de familia, murieron por negligencia, producto de la corrupción y el tráfico de influencias de las autoridades.