Durazo y la nueva ruta de la seguridad: primero las personas, luego los fierros

Por Rodolfo Montes de Oca Mena
Hay decisiones de gobierno que cambian la ruta de un estado, no con discursos, sino con el modo en que se usa el presupuesto. En Sonora, el viraje que ha encabezado el gobernador Alfonso Durazo Montaño en materia de seguridad pública tiene un sello muy claro: colocar al ser humano, a la mujer y al hombre policía, en el centro de la estrategia.
Para el ejercicio fiscal 2026, el Gobierno de Sonora ha propuesto destinar más de 9 mil millones de pesos a seguridad pública, una cifra inédita en la historia reciente del estado y que representa cerca del diez por ciento del presupuesto total. No se trata sólo de más patrullas o más tecnología —que también son necesarias—, sino de algo mucho más profundo: dignificar al personal de seguridad.
A primera vista, algunos podrían descalificar este enfoque como “gasto corriente”. Pero, en realidad, estamos frente a una de las formas más inteligentes de inversión pública: invertir en las personas que todos los días ponen el cuerpo y la vida para protegernos.
En el lenguaje contable, salarios, prestaciones y capacitación suelen encasillarse como gasto corriente. Es fácil descalificarlo desde la comodidad del escritorio. Sin embargo, en seguridad pública, cada peso dirigido a mejorar el perfil humano de la corporación tiene un impacto directo en la calidad del servicio que recibimos como ciudadanía.
El propio desglose del Presupuesto 2026 lo deja claro: esos más de 9 mil millones de pesos, en gran parte, están orientados a pagar mejor a los policías, con ingresos que les permitan sostener a su familia con dignidad; mejores prestaciones que den estabilidad a su proyecto de vida; y capacitación continua, para que sepan investigar, actuar con protocolos, respetar derechos humanos y sostener con profesionalismo sus actuaciones frente a ministerios públicos y jueces.
Llamar “gasto corriente” a esto es desconocer que, sin una base humana sólida, el C5i más sofisticado o la patrulla eléctrica más nueva quedan reducidos a hierro y cables. La estrategia de Alfonso Durazo apuesta a lo contrario: primero las personas, luego los fierros.
Los efectos de esta política ya se notan pero con este presupuesto aún mejorarán: corporaciones más estables, con menos rotación y mayor compromiso, porque hay condiciones mínimas de certeza salarial y profesional. Mejor coordinación operativa, derivada de mandos y elementos con mayor capacitación técnica. Respuestas más profesionales frente a delitos de alto impacto, donde el uso de la fuerza y la actuación policial se ajusten cada vez más a los protocolos.
Es evidente que la problemática de seguridad en Sonora, como en el resto del país, viene de atrás y tiene raíces complejas. Pero sería injusto no reconocer que, por primera vez en muchos años, el presupuesto está alineado con un principio básico: la seguridad no se mejora regateando el salario de quienes la sostienen.
De mantenerse esta ruta los sonorenses lo continuaremos viendo con mayor claridad en nuestra vida diaria: mayor confianza en las corporaciones, mejor percepción de seguridad y una reducción sostenible de los delitos más graves.
Me parece que la visión del gobernador Alfonso Durazo va en este sentido: 1. Reconocer la centralidad del factor humano en la seguridad pública; 2. Respaldar ese diagnóstico con recursos reales, no sólo con discursos; y 3. Orientar el presupuesto de tal manera que la seguridad deje de ser la cenicienta de las finanzas públicas y pase a ser una de sus prioridades indiscutibles.
En un contexto nacional donde, en muchos casos, la seguridad compite con otras prioridades y en ocasiones incluso sufre recortes, Sonora envía con este presupuesto un mensaje contundente: la seguridad pública es prioridad de Estado, no moneda de cambio ni tema secundario.
Más allá de simpatías o diferencias políticas, hay datos que hablan por sí solos: Nunca antes Sonora había destinado tal nivel de recursos a la seguridad; Esos recursos no se están yendo sólo a ladrillo y cemento, sino al corazón humano del sistema de seguridad. La decisión se toma en el marco de un presupuesto social amplio, que protege también a los más vulnerables y atiende las causas sociales de la violencia.
La crítica es indispensable en democracia. Pero igual de importante es saber reconocer cuando las cosas se están haciendo bien. En seguridad pública, el Gobernador Alfonso Durazo ha venido adoptando decisiones que, sin exagerar, han marcado un antes y un después: apostar por las personas que nos cuidan.
Quien conozca cómo funciona la seguridad desde dentro sabe que la verdadera inversión está en el capital humano. Es allí donde hoy Sonora está poniendo el acento, con recursos, con visión y con un rumbo claro.
Si el estado mantiene esta línea —dignificar al policía, fortalecer al Ministerio Público, apoyar al Poder Judicial, y sostener esta apuesta presupuestal en el tiempo—, no sólo podremos decir que se invirtieron miles de millones en seguridad. Podremos decir, con fundamento, que se construyó un modelo de seguridad más profesional, más humano y, sobre todo, más efectivo para las y los sonorenses.
Y eso, en un país cansado de promesas vacías, ya es una diferencia enorme.
*Primer Fiscal General de Justicia en la historia de Sonora. Abogado penalista con Maestría en Ciencias Penales por el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE) y doctorando en Ciencias Penales y Política Criminal en la misma institución.
Correo: mdeocasc@hotmail.com








