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El cuerpo cosa o “res nullius”

Hay un desprecio absoluto a la dignidad del ser humano al no considerar como persona humana al embrión y hay dominio de unos sobre otros; cuando se desvaloriza al cuerpo, se niega la dignidad personal humana

Por Dr. Jorge Ballesteros

“Res nullius” es una expresión latina que significa «cosa de nadie», utilizada para designar las cosas que no han pertenecido a persona alguna, o sea, lo que no ha sido propiedad de ninguna persona.

La principal importancia de la res nullius es que pueden ser objeto de ocupación. A través de la misma, se puede adquirir su propiedad, simplemente apropiándose de la cosa, a través de su posesión y sin que tenga que mediar ningún plazo de tiempo.

En la actualidad es frecuente que se niegue la diferencia entre el ámbito de la persona y el de las cosas. Este razonamiento es el precio fatal de la concepción estrecha de la libertad, que reduce el cuerpo a un objeto de placer.

Dicha concepción del cuerpo como objeto o cosa que se puede tomar, también es propio del cientificismo que predomina en nuestra cultura, que al cuerpo lo desvincula de la persona humana así como a sus tejidos y órganos, los cuales son instrumentalizados y diseccionados como si fueran piezas de una máquina.

Un claro ejemplo de las prácticas que van en contra de la indisponibilidad del cuerpo sería la probeta donde el bebé puede ser dado, vendido, sometido a experimentos, destruido.

En la fertilización in vitro en la cual la fecundación se da en el laboratorio mediante la hiperestimulación ovárica y obtención de 8 a 10 ovocitos y la obtención y preparación de los espermatozoides. La fecundación (unión de óvulo y espermatozoide) es controlada y realizada in vitro y por vía artificial. Hay substitución de personas. La procreación no es el resultado de la unión y de la relación personal de los conyugues.

No se salvaguarda la vida del embrión. Algunos mueren al no implantarse. Otros permanecerán congelados. Se descongelarán y morirán. O serán utilizados para experimentar. El embrión es reducido a un objeto.

Además de la probeta tenemos también al “bebé donador”, un niño es concebido para poder tomar de su cuerpo células que serán injertadas en otro cuerpo. Convertir a los niños en reservorios para intercambiar piezas como si fuera un auto.

Aquí podemos mencionar lo que se ha dado en llamar la “clonación terapéutica” que sería la aplicación de técnicas de clonación en cultivos celulares o en embriones preimplantatorios sin intenciones de producir un individuo clónico vivo, sino con el objeto de establecer cultivos de tejidos a partir de células madre del embrión (embryonic stem cell) que son células inmaduras con capacidad de autorregeneración y diferenciación.

Aquí como se ve claramente hay una Ruptura de la unidad e integridad del acto procreador.

Elimina el soporte físico portador de donación interpersonal (combinación de gametos).

Sujeto a disposición de quienes lo fabrican.

Hay un desprecio absoluto a la dignidad del ser humano al no considerar como persona humana al embrión y hay dominio de unos sobre otros.

6 embarazoConocemos también a “Las madres portadoras” o úteros subrogados, donde la mujer se compromete a poner su cuerpo a la disposición de un arrendamiento, el cual es fertilizados y embarazado y al término del mismo, entrega a su bebé por una cantidad. La mujer se convierte en una fábrica prestadora de su vientre por un contrato económico y los hijos resultantes son tratados como mera mercancía.

Las consecuencias que resultan de esta desvaloración del cuerpo y de negar que sea parte constitutiva de la persona humana la cual es un binomio formado de alma y cuerpo, y tan valioso es uno como el otro.

La corporeidad ya no se concibe como la dimensión de la personalidad mediante la cual el hombre está situado en el mundo y en el tiempo, gracias a lo cual entra en relación interpersonal con otros sujetos.

Niegan el concepto de persona que afirma en primer lugar al sujeto (la subsistencia) individual de la naturaleza racional; pues no nace la naturaleza humana como tal, sino siempre un hombre, un sujeto humano singular formado por una alma racional y un cuerpo los cuales unidos forman a la persona humana y que no se pueden separar sin romper el compuesto humano.

Expresa asimismo el ser único e irrepetible, incomunicable, del individuo humano; es decir, expresa su dignidad singular y eminente, pues cada persona es única e irrepetible.

Cuando se desvaloriza al cuerpo, se niega la dignidad personal humana, y esto es particularmente visible en el comportamiento sexual, en el cual el cuerpo es reducido a objeto de placer individual. La relación sexual se trivializa porque se despersonaliza y se vuelve simple fuente de placer. El niño también es percibido como cuerpo que estorba, de quien el aborto dará cuenta.

Una concepción despersonalizada del cuerpo conduce forzosamente a la explotación comercial del mismo como sucede en la prostitución tanto de mujeres como de niños, que se ha convertido en un jugoso negocio para las mafias. Todo esto en el marco de una sociedad materialista, hedonista y permisiva que desconoce o niega la dignidad de la persona humana.

Ortega y Gasset menciona que el hombre exterior está habitado por un hombre interior, tras el cuerpo está emboscada el alma.

El cuerpo va más allá de la simple corporeidad animal, en cuanto humano lleva en sí mismo la vitalidad interior: el alma, en una unidad indisoluble. La expresión cuerpo humano por tanto ya contiene el alma espiritual.

Según Santo Tomás, el cuerpo es todo aquello compuesto de materia y forma. Lo que lo hace específicamente humano es la unión íntima con su forma humana: el alma espiritual.

Hombre y mujer expresan con el lenguaje de sus cuerpos toda su realidad como personas. La persona habla a través de gestos, reacciones y el dinamismo condicionado a la tensión y el gozo.

Para Aristóteles, el alma y el cuerpo son elementos claramente distintos, pero no son dos substancias completas, sino incompletas (como la materia y la forma): las dos juntas dan origen a una única substancia completa, el hombre.

Para Santo Tomás, la unión substancial entre los dos constitutivos del hombre, está determinada por un único acto de ser, el del alma (forma del cuerpo) que mantiene en ser también al cuerpo. De aquí se deriva la unidad de la actividad humana, que es siempre físico-espiritual juntamente. El hombre actúa siempre de forma humana y espiritual, aun cuando actúe con el cuerpo.

La sistematización que dio Santo Tomás al problema de la relación alma-cuerpo es imprescindible para los conocimientos alcanzados por la antropología de nuestros días, de carácter integral, a la que han dado su aportación diversas tendencias filosóficas, especialmente la escuela personalista.

En la concepción personalista aparece el cuerpo en todo su valor, ya que no es puramente “objeto” o “instrumento”, sino “sujeto”. Es encarnación, epifanía espacio-temporal del “yo” presencia a los otros y posibilidad de comunión; relación con el mundo y con la sociedad; expresión y por tanto cultura, etc.

Puesto que el verdadero cumplimiento del hombre es “la personalización de la dimensión material”, la tarea moral consiste para el hombre en asumir su propia realidad corporal sin reducciones ni reservas, obrando de tal manera que no se vean reprimidas, sino integradas en su propia identidad personal, las cualidades de las que está dotada la existencia corporal.