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El derecho a oponerse, la nueva fisonomía del PRI

Por Jesús Susarrey/

Para la politología la oposición tiene el deber de contender con el gobierno demostrando ser un gobierno alternativo. Cuestionar, vigilar, denunciar  inconsistencias. (Gianfranco Pasquino). Si añadimos que la función de los partidos es transportar el interés ciudadano a la esfera de las decisiones publicas, no puede negarse que el posicionamiento discursivo del PRI y su recién elegida candidata Claudia Pavlovich Arellano, cumplió con esa expectativa.

“Después de 6 años de un gobierno incompetente y corrupto, Sonora ocupa el penúltimo lugar en crecimiento económico, en franca recesión, el último lugar en generación de empleo formal, señalado por organizaciones nacionales como un lastre para la economía del país”, dijo la senadora con licencia, tras enfatizar la exigencia ciudadana de honestidad gubernamental y su compromiso con la transparencia.

Fuertes sin duda los señalamientos. Dilucidar sobre su veracidad es un tema de la mayor importancia desde la ortodoxia republicana. En los parámetros de nuestra realidad política, las sospechas de improbidad de los gobiernos no son ya primicia en ningún medio de comunicación ni en la agenda ciudadana. No sugerimos que sea inocuo desde luego, pero tampoco novedoso. Si el politólogo italiano citado prescribe que ante la crítica todos los gobiernos deben demostrar que saben gobernar, al Gobierno del Estado corresponde el cálculo sobre la pertinencia de responder o callar. Su relevancia política como expresión de un contrapoder es lo por ahora que motiva a la reflexión. El pluralismo político y la función de la oposición como contrapeso y agente de cambio son los rasgos más sobresalientes del paradigma dominante de la democracia de hoy. “El derecho a la participación se ve profundamente desvirtuado si no incluye el derecho a la oposición”, dice Robert Dahl.

Como partido de oposición en el Estado, el PRI parece seguir al pie de la letra las indicaciones de los estudiosos. Días antes, el senador Ernesto Gándara Camou, en un mensaje muy puntual, reforzó lo dicho por la candidata.

“Ya basta de historias negras de corrupción (…) Gobernar el Estado no es un negocio, sino una gran responsabilidad que requiere honradez, disciplina y trabajo… Coincido plenamente con Claudia (Pavlovich). La congruencia entre el decir y el actuar, debe ser la vía para recuperar la confianza ciudadana de sus gobernantes en Sonora, rodearse de mujeres y hombres honorables y desterrar todo tipo de intereses mezquinos y de grupos”.

La transparencia y la honestidad

El contexto del suceso tiene un significado que va más allá del discurso de una candidata y del posicionamiento público de un Senador. En unos meses, los sonorenses decidirán quién va a gobernar y con ello, definirán la orientación de las políticas públicas 2015-2021. El PRI, es el partido mayoritario en México y los analistas lo perciben virtualmente empatado con el PAN en las preferencias electorales de Sonora. Que como alternativa política señale inconsistencias e improbidad y proponga un gobierno transparente y honesto centrado en el interés general, no es un asunto menor para el Gobierno de Guillermo Padrés y el candidato de su partido, el empresario Javier Gándara Magaña. Al primero le puede agregar descontento y descrédito. Al segundo, restarle respaldo electoral.

La sensación compartida de incompetencia

 Resistir sumarse al linchamiento mediático —responsabilidad de los denunciantes desde luego y no de los medios ni de la comentocracia— es un consejo apreciable y decisión individual, pero no por ello puede soslayarse que justas o injustas, la denuncia, la sospecha y la crítica de la oposición política al desempeño gubernamental, encuentra asidero en la opinión ciudadana. Determinar su magnitud corresponde a los profesionales de los estudios demoscópicos, pero es evidente que la sensación es socialmente compartida. Si el presidente Vicente Fox logró posicionar en el imaginario colectivo la idea de que “sacar  al PRI de Los Pinos” solucionaba los males nacionales, su extrapolación al momento que vive Sonora muestra por sí misma sus consecuencias. Desde luego que como ocurre en democracia, eso lo decidirán los electores.

Estrategia electoral o convicción política, pero la expectativa de un gobierno transparente, honesto, competente integrado por personas honorables es una oferta atractiva y poco despreciable en tiempos de escándalos en la sociedad política. Cierto que el descrédito ciudadano en todas las organizaciones es un signo de los tiempos actuales, pero el desgaste en el ejercicio de gobierno también. Mientras que al partido en el poder le corresponde rendir buenas cuentas, el deber de oponerse, de construir alternativa, es del PRI. Esa es una lectura estratégica que pudiera darse a la ofensiva priista. Su efectividad dependerá de la veracidad de sus afirmaciones y su vinculación real con demanda ciudadana. Las campañas aún no inician habrá que esperar mayor información. La política es un juego de poder y se gobierna con la circunstancia diría un filósofo británico (Michael Oakeshott). Sin embargo, suponer que la crítica priista es sólo una ocurrencia discursiva y no un meditado componente estratégico, es tratar ignorar la realidad. A menos que se tenga la certeza que los señalamientos obedecen más al desgastado recurso electoral de la queja vacía que genera ruido, la controversia improductiva y que generalmente termina por producir el efecto contrario.

Acudir al “victimismo” no parece ser recomendable, ni suponemos que al día de hoy ocurre. Simplemente anotamos que con boletines se responde a la agenda mediática pero no se aminora el desencanto ciudadano. Al error se responde con acciones que corrigen desviaciones y no con justificaciones. El victimismo conlleva la más grande incongruencia del falso demócrata. Pretender negar la responsabilidad política y rechazar la rendición de cuentas. En lugar de formular la pregunta “qué se esta haciendo mal”, su interrogante es “quién lo dijo”. Sus asesores en marketing le prescriben el silencio o el ataque como defensa. En su supuesta eficacia, llaman a la crítica y el señalamiento ciudadano, “campaña negativa”, mientras recomiendan sin rubor las “campañas negras”, aquellas que difaman.

La oposición como contrapoder y alternativa

Más allá de la denuncia y la retórica priista. Como forma de gobierno, la democracia en Sonora, con todo y sus imperfecciones, es heredera de pulsiones liberales que intentan proteger al ciudadano de los abusos del poder. Por definición, desconfía y supone la necesidad de vigilar que cumpla sus compromisos. Para ello, divide los poderes, crea autonomías al tiempo que establece mecanismos de control y de participación ciudadana. Uno de esos contrapoderes es la oposición. El poder está sujeto a la crítica ciudadana y los partidos agregan y transportan sus intereses y opiniones. El esquema luce impecable y desde luego que la realidad lo desdibuja pero la pulsión liberal es imborrable, sigue presente. El malestar ciudadano y su exigencia de bienestar no desaparecen, se ensanchan con la trampa que elude las reglas y trastoca los principios democráticos. Con acierto se dice que el pluralismo no elimina la deshonestidad pero la exhibe. La democracia somete periódicamente al poder a la prueba de las urnas, en donde ratifica o retira su respaldo. Como en toda democracia procedimental, quien procesa el disenso y construye alternativa es la oposición. Conciliar la ambivalencia inherente a la política, el disenso y el consenso, es otra de sus aportaciones.

Los lastres de la democracia sonorense

Cierto que la democracia en Sonora lejos está de considerarse consolidada y que el aprecio ciudadano por ella no pasa por buen momento. Su parte sustantiva, la de la mejora de las condiciones de vida, la de la justicia social y la igualdad  sigue siendo un lastre. A casi seis años de la alternancia estatal, el déficit de bienestar y de oportunidades sigue presente. Es justo reconocer que el “nuevo Sonora” registra avances y aciertos pero luce inacabado.

Los flujos de la política por su parte no reivindican los principios liberales. El Congreso del Estado no puede presumir ni su función de contrapoder y vigilancia del Ejecutivo, ni sus funciones de representación de los intereses colectivos. La agenda del Ejecutivo y la de la sociedad política se impusieron y la ciudadana ha sido escasamente expuesta. La obstrucción como etapa previa a la negociación del interés individual o de grupos, ha prevalecido. El Poder Judicial mostró la pasividad de siempre y los Ayuntamientos, con escasas excepciones, sólo exhiben su carencia de recursos, poco profesionalismo, desaseos y su fuerte dependencia de los niveles Estatal y Federal que los siguen manipulando. Los partidos políticos en poco contribuyen a la transportación del interés general a la esfera de las decisiones públicas. No obstante un rasgo caracteriza y homogeniza a la sociedad política en el sexenio, la preponderancia del interés electoral frente al desempeño de sus responsabilidades.

Volvamos al mensaje del Senador Ernesto Gándara Camou que nada lejano está del contexto descrito… “como partido, la ciudadanía nos exige cada día más y… Hoy, vemos como se ha desplazado la alianza con los ciudadanos por alianzas o complicidades entre partidos, solo con el propósito de obtener el poder a como dé lugar, sacrificando sus principios y generando la percepción de que la política es un asunto de camarillas en la que la corrupción es lo único que los une”. El boceto habla por sí mismo, pero dudamos que ruborice a muchos. La información que circula en las redes sociales, con todo y su desorden e irreverencia, muestra igualmente la irritación y el desencanto ciudadano.

Para no caer en el pesimismo anotemos la recomendación de la filosofía política de tomar a la democracia como es, con espíritu realista, sin ilusionar y sin ilusionarse. “La vida es elección y la política es la elección de mal menor” (Isaiah Berlín). Lo que explica la caída de las democracias es la irresponsabilidad de sus liderazgos, la mala política, afirma Juan J Linz, el teórico de la transición. Pero su nacimiento no es regalo del desarrollo, son artefactos que se construyen estratégicamente, acota el politólogo español. El poeta Octavio Paz, los secundó afirmando que le problema radicaba en la ausencia de demócratas.

Es por ello, que la nueva fisonomía del PRI como oposición, el otrora partido hegemónico que se caracterizaba por la tibieza de su discurso y su nula aportación como contrapoder, debe concitar entusiasmo. Desde luego que aún está distante alcanzar la estatura de un verdadero partido democrático. Ninguno de los partidos puede presumirlo con honestidad. Aclaremos que reconocer los avances no es sumarse a su causa, ni a su propuesta electoral. Si el circuito de la política necesariamente pasa por lo medios, es decisión individual intentar contribuir con información —modesta y quizás con inconsistencias— que aporte a la deliberación y el debate publico. Primera Plana es un buen referente.

Mientras el PRI se estrena en una nueva faceta, el PAN concluye su proceso interno con las expresiones de su candidato Javier Gándara Magaña que se contraponen a las de su adversaria. “Vamos juntos por un Gobierno de trabajo, de resultados, un gobierno que continúe llevando a Sonora por el camino del crecimiento y la estabilidad, lo cual lograremos solamente con el apoyo y la participación de todos, pues aquí todos proponemos el Sonora que queremos”. ¿Continuidad del nuevo Sonora?, eso motiva reflexiones futuras.