El legado de Kino; a 50 años del descubrimiento de sus restos
Magdalena de Kino, mayo 19 de 2016.- En el marco del XIX Festival Kino que se realiza en este pueblo mágico, y en quince ciudades más donde el padre Eusebio Francisco Kino fundó misiones evangelizadoras, los historiadores Delia López, Luz Irene Acosta, Ramos Navarro Sánchez y Andrés Corella Villanueva, ofrecieron una charla que abordó desde la llegada del misionero jesuita Eusebio Francisco Kino a Sonora, su labor que abarcó múltiples facetas, la muerte y el descubrimiento de sus restos en esta ciudad, un día como hoy de 1966.
El padre Kino se caracterizó por tener tres pasiones: el amor por su familia, querer ser misionero en China y ya en América evangelizar en la región de la Baja California; ninguna se le concedió. Su legado, político, comunitario, religioso, de trabajo, se extendió a Sonora, Arizona y California.
Su entrada a tierra sonorense, donde permaneció 24 años, fue un 13 de marzo de 1687. Dice en unas cartas y en el libro «Favores celestiales» que, por azares del destino no pudo misionar en Baja California pero le encomendaron la región más septentrional de América. Llegó acompañado de militares y un nutrido grupo de misioneros a una aldea indígena llamada Bamotzi, lo que hoy es Cucurpe, Sonora.
Aquí instaló su primera Misión, de Dolores; la región comprendía desde el sur de Arizona hasta el norte de Sonora, y estaba habitada por indígenas pimas, sobas y sobaipuris, que hablaban el mismo dialecto. Se dedicó por completo a inculcar el cuidado de la tierra, del ganado y del agua. La región que misionó fue próspera en lo económico, político y social; muchos grupos religiosos no se explican cómo pudo hacer esa obra tan precisa, tan llena de significado.
Kino era acucioso y en las cartas enviadas al padre misional entre 1706 y 1707, informaba de sus actividades, pedía “auxilio para estas tierras” y suministros como media arroba de cera, una campana, una arroba de chocolate, una sotana de paño, un bonete y doce sombreros baratos; una resma de papel, un tercio de tabaco, 12 campechanas, seis docenas de cuchillos, seis docenas de agujas, una arroba de tecochomitle, cuatro pesos de jabón de Puebla, dos hachas, dos azuelas, doce pesos de canela, azafrán y pimienta, y 200 clavos de tejamanil.
El padre Agustín de Campos firmó el acta de defunción que ocurrió el 15 de marzo de 1711, en la que se asentaba que sus restos fueron sepultados en la Capilla de San Francisco, justo donde hoy se encuentra el mausoleo. De este documento partió el equipo de antropólogos que finalmente y después de muchas investigaciones, ubicó la sepultura del padre Kino.