Frentes y coaliciones: el nuevo debate rumbo al 2018

Por Bulmaro Pacheco
Las nuevas realidades de los partidos políticos originadas por los resultados de las elecciones del pasado 4 de junio han traído también nuevos debates y cambios estratégicos que por ahora dominan la opinión pública, todo de cara al proceso electoral del 2018 y —of course— por la gran disputa del cargo más importante que estará en juego el próximo año: La Presidencia de la República.
¿Qué más estará en juego en el 2018?
3,326 cargos de elección popular: Elecciones locales en 30 Estados. Ocho gobiernos estatales más el de la Ciudad de México. Quinientos diputados Federales, 128 Senadores,822 Diputados locales y 548 Ayuntamientos con sus regidores y síndicos. Toda una apuesta política para los nueva partidos políticos, también para la figura de los candidatos independientes.
¿Y Por qué cambiaron las perspectivas después de la elección?

Porque hubo quienes calcularon mal sus posibilidades incluso el mero día de la elección y al cierre de las casillas. Tanto el dirigente nacional del PAN Ricardo Anaya como el coordinador de Morena en el Estado de México se fueron de bruces anunciando triunfos cuando apenas estaba cerrando la votación en las casillas. Uno diciendo que había ganado tres de cuatro Estados y que enfrentarían la elección del 2018 con 13 estados gobernados por el PAN y el otro, anunciando el triunfo de su candidata al gobierno del Estado de México por más de ocho puntos ¡de ventaja!
¿Eso les complicó las cosas?
Sí, porque cuando empezó el conteo verdadero a través del Programa de resultados Preliminares (PREP) se fueron definiendo los números en cada una de las casillas, comprobaron que sus cálculos no eran reales, y que alguna explicación tendrían que darle a sus seguidores.
Ricardo Anaya a los panistas decepcionados de que su candidata en el Estado de México haya sido desplazada al cuarto lugar, y que el anunciado triunfo en Coahuila no hubiera pasado de un arrebato.
Al dirigente local de Morena no le salieron las cuentas en el Estado de México y a alguien tenía que echarle la culpa.
¿Por eso las reacciones de última hora?

Se dieron cuenta de sus debilidades. De que el PRI no estaba muerto como ellos pensaban, que la economía mexicana se recuperaba acompañada de los graduales efectos de las reformas estructurales, que la relación con Trump se ha moderado, y que sumado eso a campañas electorales exitosas y candidaturas sin carga negativa, el PRI volvía por sus fueros con altos niveles de competencia aún en aquellos lugares donde las oposiciones se sentían más seguras.
Por eso la idea de un Frente Amplio Electoral se empezó a gestar por dos razones fundamentales: Las dudas sembradas por el PAN y el candidato independiente en el caso de Coahuila, sobre los resultados del proceso electoral, así como el rechazo de Andrés Manuel López Obrador al ofrecimiento de una alianza con el PRD aun cuando ya les había advertido semanas antes de la elección del estado de México, de que si no se sumaban a la candidata de Morena, que de una vez se olvidaran de cualquier posibilidad de alianza en el 2018. Y así se los ratificó.
¿Y qué pasó después?
Empezaron los enfrentamientos en el PAN por los pésimos resultados. El coraje de Margarita Zavala contra Ricardo Anaya es más serio de lo que aparenta en los medios, y todo hace ver que no habrá un final feliz en el proceso para definir la candidatura. Más aún cuando ahora en el PAN cada día se amplía más la lista de aspirantes: Margarita, Anaya, Moreno Valle, Ruffo, Márquez, Romero Hicks y Derbez, todo un coctel de perfiles y aspiraciones que pone al PAN en un dilema.
¿Motivos?
Los procesos de selección del candidato presidencial han cambiado en el PAN. En el proceso interno de 1999 Fox no tuvo enemigo al frente y se impuso desde Guanajuato como un candidato fuerte.
Ya como presidente de la República con funciones de gran elector. En 2005 Fox impulsó primero a Martha Sahagún y después a Santiago Creel contra el candidato de los grupos panistas tradicionales. Al final éstos le ganaron con Felipe Calderón que al final se impuso. En 2011 Felipe Calderón quiso imponer a Ernesto Cordero contra la candidata del panismo tradicional y al final lo derrotaron con la candidatura de Josefina Vásquez Mota.
En 2017 regresan al esquema de antes, cuando no tenían un presidente de la República panista que influyera en la decisión sobre la principal candidatura, pero enfrentan el dilema y la complicación —como en 1975 cuando no eligieron candidato presidencial por las pugnas entre Conchello y González Morfín—, y porque el presidente nacional del partido es al mismo tiempo aspirante a la candidatura. Otro reto y más problemas, porque hasta hoy, Ricardo Anaya ha utilizado todos los recursos de su dirigencia para promoverse —con ventaja— como aspirante.
¿También en Morena?
También allí porque Andrés Manuel López Obrador ha utilizado en su beneficio como dirigente nacional de su partido los spots oficiales para promocionarse personalmente, con la diferencia de que a él nadie le reclama, al carecer Morena de competencia interna en relación a la principal candidatura.
¿Entonces lo del llamado Frente Amplio Democrático?
Al reconocer que era ya demasiado tarde para impulsar una segunda vuelta y —por ahora— el fracaso a la alianza PRD-Morena para la próxima elección presidencial, los partidos opositores a Morena y al PRI ahora sacan el tema de la creación de un Frente Amplio Opositor para hacerle frente y buscar vencer: “Al priismo corrupto, decadente presidencialista y al populismo conservador de Morena dirigido por Andrés Manuel López Obrador”, a decir del ex dirigente de Nueva Izquierda, Jesús Ortega. También dice que “El objetivo es conformar una mayoría que no se limite a una alianza PAN-PRD pues parecería inútil y él (sic) no estaría interesado”.

Contrario a esa postura, el dirigente de la Corriente Alternativa Democrática Nacional del PRD asegura que no apoyarán la construcción de un Frente Amplio Democrático para postular a un candidato de PAN a la presidencia de la República” y ratifica: “No apoyaríamos a Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle ni a Ricardo Anaya y considera que se debe explorar un perfil ciudadano” (sic). Dante Delgado (MC) afirma que “para que el Frente tenga éxito, debe haber una verdadera declinación de las candidaturas internas, para abrirle paso a “Una candidatura Ciudadana Independiente”.
¿Y qué dice la ley al respecto?
En el artículo 85 la Ley general de Partidos Políticos establece: “Los partidos políticos podrán constituir Frentes para alcanzar objetivos políticos y sociales compartidos de índole no electoral mediante acciones y estrategias específicas y comunes”.
El 86 establece: “Para constituir un frente, deberá celebrarse un convenio en el que se hará constar: a)su duración; b)las causas que lo motiven; c)los propósitos que persiguen; y d) La forma que convengan los partidos políticos para ejercer en común sus prerrogativas, dentro de los señalamientos de ésta ley” y “ Los partidos políticos nacionales que integren un Frente, conservarán su personalidad jurídicas registro y su identidad”.
¿Han existido en elecciones anteriores?

A nivel de alianzas entre partidos políticos sí. En 1988 a los partidos que postularon a Cuauhtémoc Cárdenas se les unificó bajo las siglas de Frente Democrático Nacional (FDN) integrado por el PMS, PPS, PFCRN y PARM. Otros intentos hubo cuando Vicente Fox reclamaba a Cuauhtémoc Cárdenas que se sumara en la elección del 2000 a lo que el Michoacano se negó por advertir la posible desaparición del PRD en caso de haberse dado esa alianza, y también porque en alianzas anteriores con el PAN para ir juntos en elecciones de gobernadores al PRD le ha tocado la peor parte; el candidato por lo general panista y en el reparto no pasaban de cargos públicos temporales muy menores.
Ahora se plantea lo mismo y es lo que dificultará en el futuro la integración porque tanto PAN como PRD reclaman para sí la candidatura presidencial.
El PAN jamás iría con un perredista a una presidencial y el PRD seguramente no caería en una contradicción de esa magnitud.
En los gobiernos estatales ganados antes, como Chiapas, Oaxaca, Nayarit, Sinaloa, Durango y Quintana Roo entre otros fue diferente porque ahí los candidatos no tenían un origen panista, ni perredista, sino que tenían el común denominador de haber sido ex militantes del PRI, el partido que juntos PAN y PRD aspiraban a derrotar.
¿Tiene posibilidades de éxito el mencionado Frente?
Va a ser muy difícil por la madeja de intereses que se cruzan entre los dos partidos. AMLO ya no está con ellos y luce como opositor al Frente porque advierte que es contra él y Morena.
Aun así una parte importante del perredismo sigue insistiendo con AMLO en la posibilidad de una alianza PRD-Morena.
Ni Anaya ni Margarita van a consentir que una candidatura no panista vaya al frente de esa proyectada alianza.
De concretarse una coalición con una candidatura panista a la cabeza del frente, el PRD terminaría de fracturarse y hacerse añicos, por la masiva migración de su militancia que se daría hacia Morena.
Quienes promueven al Frente, no han planteado un programa común que pudiera servirles como oferta hacia la gente y sus proclamas no pasan de las consabidas citas contra el PRI y el gobierno del presidente Peña Nieto.
Quizá por eso Porfirio Muñoz Ledo acuse que a los dirigentes del PRD y el PAN lo que les interesa de fondo es el “reparto de huesos”, y que Agustín Basave le conteste que “en el 2000 él (Porfirio) fue el primero que le levantó la mano a Fox”, O como sostiene Movimiento Ciudadano: “Nuestra decisión no es la construcción de alianzas partidistas que han probado su ineficacia a la hora de ser gobierno y que han representado continuidad de las prácticas incorrectas que han lastimado a la sociedad nacional”.
En síntesis: confusión, precipitaciones, indefiniciones y en el fondo, la recurrente cara de la corrupción en algunos partidos que al parecer, con esas posturas de poca seriedad, andan ya buscando la subasta no de ideas, ni de proyectos, para México, sino lo peor… para los grupos que los controlan.