Guadalupe Elizalde se propone ser el orgullo de sus hijos
Ser el orgullo de sus hijos, aunque esté privada de su libertad en un penal desde hace nueve años, ha sido la meta de una joven madre de tres menores, por quienes se ha superado y preparado para reincorporarse a la sociedad.
Se trata de Guadalupe Elizalde López, de 30 años de edad, quien se encuentra presa en el Centro de Reinserción Social (Cereso) Hermosillo Uno de esta capital, cumpliendo una condena de 21 años por el delito de secuestro, en el que –asegura- no participó.
En entrevista para Notimex, la reclusa señaló que cada día busca cumplir con la meta de que sus hijos, dos mujeres, una de 13 años y otra de cuatro meses de edad, así como un hombre de 9 años de edad, vean que ella ha salido adelante y dará todo por ellos.
“Desde el momento que vi que no iba a salir, me propuse ser el orgullo de ellos, aunque estuviera en este lugar y apoyarlos por mi trabajo, que vean que salí adelante”, subrayó.
Elizalde López es una de las 135 mujeres que se encuentran recluidas en el área femenil del Cereso Hermosillo Uno, de las cuales, 131 son madres y se les permite tener con ellas a sus hijos desde que nacen hasta los 4 años de edad.
Es originaria de Guamúchil, Sinaloa, llegó a la fronteriza ciudad de Nogales, Sonora, a la edad de 11 años, acompañada de sus padres, quienes se hacen cargo de sus hijos mayores, mientras que la de cuatro meses vive con ella.
Afirmó que el trabajo y el deporte han sido muy importantes para la vida que lleva en la prisión, “eso me ha mantenido de pie y mi alma sana”, puesto que ha pasado por muchos momentos de tristeza y depresión.
Asimismo, se ha preparado para el trabajo, a través de más de 150 cursos sobre administración de empresas, contabilidad, computación e inglés, además de desarrollar su gusto por la lectura, principalmente aquello enfocado a la superación personal.
Lupita, como le llaman en el penal, reconoció que ha sido muy difícil vivir alejada de sus dos hijos mayores, quienes se encuentran bajo la tutela de sus padres en Nogales, donde ella fue detenida y pasó los primeros seis años de su reclusión.
“Los primeros años fueron los más difíciles, asimilar el desapego, es un duelo, porque yo me tenía que despegar de ellos; me tocó ver caminar a mi hijo ahí, cuando le salieron los primeros dientitos, sus primeras palabras”, recordó.
Comentó que se las ingenió para que todo eso fuera divertido cuando ellos la vieran, además de que siempre estuvo bien arreglada cuando sus hijos la veían “siempre me arreglaba, salía con tacones, bien peinada”.
Durante el tiempo que lleva en reclusión, Lupita siempre ha trabajado para apoyar a sus hijos, en el penal de Nogales fue la encargada de un taller para fabricar botones para instrumentos de viento y de uno de costura para elaborar togas y birretes.
Asimismo, aquí en Hermosillo ha trabajado en el taller de costura del penal femenil, en la fabricación de diversos atuendos, principalmente uniformes para diversas empresas.
Además, ha trabajado en costura de alta calidad para diseñadoras de moda, elaborando prendas de vestir de marca para distribuirlas en boutiques.
Su meta, una vez que recupere su libertad, es abrir un negocio de alta costura, pues durante su estancia en prisión ha obtenido muchas herramientas, y con el fruto de su trabajo darles todo lo que pueda a sus hijos.
Comentó que visualiza a sus hijas e hijo como profesionistas y de eso habla mucho con ellas y él, a la que tiene 13 años y estudia la secundaria la ve como enfermera, mientras que el niño de 9 años de edad quiere ser médico forense y bombero.
Mencionó que apeló la sentencia de 21 años que se le impuso y también buscará la posibilidad de alcanzar el beneficio de la libertad anticipada o algún tipo de preliberación, toda vez que ya se siente lista para adaptarse a la vida social.
“Ya me visualicé afuera para llevar a mi bebé –que tiene cuatro meses de edad- al kínder, la voy a llevar de la mano y también darle la oportunidad de llevar una vida afuera con sus hermanos y conmigo”, puntualizó.