Hermosillo-Bahía Kino: Una carretera de la muerte

Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
ES SEGURO que existen otros caminos en Sonora que requieren mantenimiento ante su deterioro, pero la carretera Hermosillo-Bahía de Kino es una rúa turística por excelencia de la capital del Estado y más allá, en uso constante de una de las zonas agrícolas más importantes.
Durante la administración del gobernador Eduardo Bours Castelo, se le dio una ampliación para contemplar una zona de acotamiento, la que resultó contraproducente, sobre todo para la inmensa mayoría de usuarios que, dentro de su ignorancia, pensaron que dicha carretera se había convertido a cuatro carriles.
Esta situación hizo de esta vía una de las más peligrosas de nuestra entidad.
Diariamente, la carretera 100 (Hermosillo-Bahía Kino) es una arteria vital para el agricultor, el transportista de la Costa de Hermosillo, los jornaleros agrícolas y el tránsito de toda la costa oeste sonorense.
Sin embargo, son miles los hermosillenses y de otros estados, que la utilizan para irse a disfrutar de las playas de Bahía de Kino. Sobre todo los jóvenes.
Y parece que un requisito esencial sin el cual no pueden visitar el balneario, es la ingesta de alcohol.
La impericia al conducir, pero más que eso, los excesos en el consumo de bebidas embriagantes, han hecho de este camino una “carretera de la muerte”.
Son 110 kilómetros de la ciudad de Hermosillo al mar y el día que exista voluntad de un gobernante por hacer de ella, un camino seguro, marcará un antes y un después en el desarrollo de nuestra región.
Porque no sólo se requiere ampliarla a cuatro carriles, sino también, contemplar un muro de concreto en medio. Sólo así se tendrá una carretera segura y en cumplimiento a una obligación de gobierno.
Y es probable que los accidentes no se alejen del todo, porque la irresponsabilidad continuará vigente, así como los excesos en el consumo de alcohol y la permisividad de la autoridad para permitir hacerlo.
El o la gobernante que muestra su voluntad para hacer de esta, una carretera segura, buscará un esquema, el más adecuado y podría involucrar a los agricultores y a los transportistas, así como a los usuarios –quizá- con una caseta de cobro.
El gobierno debe cumplir su parte, así como todos los involucrados.
Podríamos comenzar por enmarcar la exigencia ciudadana.
A NUESTRA redacción llegan quejas de usuarios del ISSSTESON, ante la ligereza con que son tratados todos aquellos derechohabientes sospechosos de haberse contagiado de COVID-19… Aseguran que no hay pruebas, que los módulos no están operando y que en CIAS, tampoco se brinda dicho servicio… La respuesta lacónica de funcionarios del Hospital “Ignacio Chávez” es que hay mucha demanda de pacientes y los mandan para un par de días después… Nuestro “quejoso” tuvo qué hacerse la prueba en un laboratorio particular y adquirir los medicamentos requeridos porque las farmacias del Isssteson no cuentan con el cuadro medicinal completo, a pesar de las versiones oficiales que aseguran otra cosa… Pues ni pruebas, ni citas, ni medicinas… Difícil situación de la cual no se puede salir todavía a pesar de que todas las operaciones financieras del organismo se están exhibiendo en marquesinas públicas y transparentando las compras, como el agua… En fin.
POR CIERTO, de la oficina de comunicación social del Gobierno del Estado nos informan de un relevo en la oficina de enlace de comunicación social del ISSSTESON… Que salió Cecilia Toscano (quien por cierto demostró a su paso por ese cargo, no sólo capacidad y profesionalismo, sino también generosidad humana) y entró Marco Mendoza… No le conocemos, pero ya habrá oportunidad de hacerlo… Le deseamos éxito, a pesar de haberse ganado una especie de “rifa del tigre”.