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La educación a distancia: ¿una experiencia forzada?

“La contingencia del COVID 19  tomó a todos los actores educativos “fuera de base”, por lo cual los ajustes académicos debieron realizarse sobre la marcha y sin conocimiento de cómo progresaría la situación”.

Por Alfredo Guzmán Contreras

Uno de los ámbitos que ha sufrido una gran transformación en estos tiempos de pandemia, es la educación, la cual ha debido adecuarse a las nuevas e inesperadas circunstancias. De acuerdo con la UNESCO, más de 861.7 millones de niños y jóvenes se han visto afectados académicamente al tener que hacer frente a la pandemia que nos ha sacudido este año.

Si bien, es cierto que la educación a distancia no es un fenómeno nuevo, su implementación no estaba tan extendida como para considerarse parte de la experiencia educativa común del mexicano. La contingencia del COVID 19  tomó a todos los actores educativos “fuera de base”, por lo cual los ajustes debieron realizarse sobre la marcha y sin conocimiento de cómo progresaría la situación.

Ante este panorama las instituciones educativas, de todos los niveles y de todos los lugares, debieron implementar estrategias de educación a distancia, cada una con los recursos que tenía disponibles y adaptándose lo mejor que pudieron al contexto en el que se desenvolvían.

Ahora que ha concluido un ciclo escolar y se prepara el inicio del próximo en la modalidad a distancia, es pertinente reflexionar sobre las experiencias vividas;  la naturaleza misma del proceso de la educación en general y la educación a distancia en particular.

Primero que nada, debemos tener en cuenta que la educación presencial es muy distinta a cualquier otra modalidad, ya que implica otra estructura de aprendizaje, por lo que las actividades de enseñanza y aprendizaje no pueden ser las mismas.

Esto ha sido un error común durante esta experiencia, ya que muchos pensaron que todo seguía igual, sólo que las tareas se mandarían por correo, chat o cualquier otro medio electrónico; esto claramente es un error, la educación a distancia requiere actividades adecuadas y distintas, que aprovechen sus bondades y minimicen sus limitantes.

También es importante señalar que las habilidades necesarias para lograr el éxito académico en la modalidad presencial no son necesariamente, ni exactamente, las mismas para obtener resultados satisfactorios en la educación a distancia. Por lo que el alumno que había encontrado un método efectivo para sus clases en el aula no puede obtener el mismo éxito en la nueva modalidad, los estudiantes deben desarrollar nuevas habilidades para enfrentar los nuevos escenarios.

Lo mismo ocurre con el docente, que puede ser un experto en sus clases presenciales, pero que al mudarse la modalidad en línea no obtiene el mismo resultado a pesar de que ha sabido usar diversas herramientas tecnológicas.

En el proceso educativo el rendimiento académico del alumno es una de las dimensiones más importantes, y, aunque puede reflejarse y manifestarse de diversas formas, podemos definirlo como el producto de la asimilación del contenido y las habilidades generadas en un área o materia, por lo que debemos preguntarnos ¿qué implicaciones respecto al rendimiento académico ha generado esta nueva modalidad?

En algunos ambientes de las redes sociales existe una sensación de que la educación a distancia no genera el mismo aprendizaje y muestra de ellos son los incontables “memes” que se elaboran para expresar tal idea. Esta percepción puede no ser del todo precisa, ya que muchos consideran que aprenden menos sólo porque no lo hacen como antes, es decir, esperan la misma experiencia educativa cuando esto es imposible; las condiciones no son las mismas, por lo que la educación y la forma de aprender no es igual.

Quizás los estudiantes y docentes están desarrollando habilidades que no lo habrían podido en sus cursos presenciales. No existen evidencias que pongan a una modalidad como superior, más bien podemos establecer cuál es la modalidad más adecuada, de acuerdo con las condiciones y contextos específicos.

El reto que la educación tiene frente a sí es grande, pero también se nos presenta como una oportunidad de fortalecer a todos los actores del proceso educativo. Algunos expertos afirman que esta pandemia nos ha hecho avanzar 10 años en la educación a distancia, lo cual es positivo si somos conscientes del impacto y futuro de esta modalidad en pleno siglo XXI.

No podemos dejar de lado también aspectos negativos como la desigualdad de acceso a los recursos tecnológicos que impera en nuestra sociedad, esta experiencia de cambio no ha sido igual en contextos donde el acceso a internet es prácticamente universal, en cambio, en muchas comunidades y regiones del país no se tiene ni siquiera acceso a una computadora.

Muchos son los retos, pero es nuestra realidad, por lo que autoridades, directores, docentes y alumnos debemos emprender grandes esfuerzos que garanticen la formación de las generaciones que son el presente y futuro de nuestra sociedad.

 

Alfredo Guzmán Contreras cuenta con una maestría en Innovación Educativa y es profesor en varias escuelas públicas y privadas de Sonora.