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La nueva rebelión: votar con conciencia, vivir con valores

El pasado 5 de junio, en el Congreso de Guanajuato, la diputada Luz Itzel Mendo, del Partido Verde Ecologista, votó en contra de una propuesta para legalizar el aborto hasta las 12 semanas de gestación. Lo hizo sin consignas, sin cálculo electoral

 

Por Guillermo Moreno Ríos

Cada año, por estas fechas, escribo sobre el Día del Padre. Felicito desde aquí a quienes asumimos ese rol, aún si saber tener vocación, pero con orgullo, con errores, sí, pero también con la firme intención de formar, cuidar, educar y amar. Pero este año no puedo hablar de paternidad sin referirme a un acto que, aunque surgido en el Congreso, tiene ecos profundos en lo que significa ser padre hoy. Porque ser padre no es solo criar hijos, sino también sostener convicciones en medio de una tormenta.

El pasado 5 de junio, en el Congreso de Guanajuato, ocurrió algo más que una votación legislativa: presenciamos un acto de conciencia. La diputada Luz Itzel Mendo, del Partido Verde Ecologista, votó en contra de una propuesta para legalizar el aborto hasta las 12 semanas de gestación. Lo hizo sin consignas, sin cálculo electoral. Lo hizo por algo que en política parece cada vez más escaso: principios.

En un entorno saturado de consignas ideológicas, donde disentir se castiga y el silencio se premia, la diputada se atrevió a actuar desde la brújula de su conciencia. Y eso, hoy, es un acto profundamente disruptivo. En su discurso no hubo odio ni imposición, solo una defensa clara y firme de la vida y de la responsabilidad que implica legislar con humanidad.

Ser padre es mucho más que haber procreado. Es enseñar con el ejemplo, aunque incomode. Es dar la cara por los hijos y también por los valores que les heredaremos. Por eso, la paternidad y la política con valores no son esferas separadas: son trincheras comunes. En ellas se pelea por lo más valioso que tenemos como sociedad: la vida, la dignidad y la familia.

La reacción a su voto fue brutal. Quienes la aplaudían ayer, la insultaron sin pudor. La llamaron “traidora”, “retrógrada”, “enemiga de las mujeres”. Pero nada de eso opaca lo que realmente ocurrió: se atrevió a romper el guion. A decir lo que millones piensan pero pocos nos atrevemos a defender públicamente. A ser libre en un ambiente de obediencias programadas.

Es falso que en Guanajuato se persiga a las mujeres por abortar. Las cifras lo desmienten. Lo que estaba en juego no era una corrección jurídica, sino un símbolo ideológico. Se trataba de alinear al estado con una narrativa que pretende que el aborto no solo sea legal, sino deseable, incuestionable, incensurable. Frente a eso, una legisladora dijo no. Y lo dijo con respeto, con argumentos, con coraje.

La política, como la paternidad, exige decisiones que no siempre son populares, pero sí necesarias. Y hoy más que nunca, este país necesita padres firmes y políticos íntegros que se atrevan a nadar contra corriente. Que sepan que formar ciudadanos libres comienza por decir la verdad, aunque duela. Que enseñar a amar la vida comienza por defenderla desde su origen.

Votar con valores no es imponer creencias religiosas, es atreverse a preguntar lo que muchos ya no se atreven a plantear: ¿Quién defiende a los más indefensos? ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo cuando normalizamos el silencio ante la eliminación de una vida en desarrollo?

Según datos del INEGI, más del 60% de los mexicanos cree que la vida debe protegerse desde la concepción. Esa mayoría silenciosa, muchas veces despreciada desde los foros de opinión, encontró en el voto de Luz Itzel Mendo una representación auténtica. Ella no votó sola. Votó con y por millones.

Este no es solo un reconocimiento a una diputada osada. Es un llamado a despertar. A dejar de ver la política como un terreno ajeno y sucio, y empezar a ocuparla con voz firme y manos limpias. Es momento de que más padres y madres de familia —sin importar el partido— den un paso al frente. No para gritar, sino para actuar. No para imponer, sino para formar. No para controlar, sino para testimoniar.

Es un claro ejemplo de entender la voz silenciosa ciudadana. No como sucedió en las pasadas elecciones judiciales, donde los opositores llamaron a no votar alegando falta de legalidad, pero ahora impugnan el proceso o los resultados de una elección que se promovió boicotear. La congruencia debe guiar nuestras acciones, hay que saber como y cuando pararse al frente, con legalidad, valentía y conciencia al frente, como la diputada nos lo demostró, que se pueden utilizar los  instrumentos jurídicos al alcance para lograrlo, desde la tribuna, como lo hace un país con estado de derecho, que no queremos perder.

La nueva tendencia no es ideológica. Es ética. No sigue partidos, sigue conciencias. No es reaccionaria, es audaz. Y tiene nombre propio: votar con valores.