La ONU exige a Arabia Saudí que deje de discriminar a las mujeres
La equiparación judicial o social de la mujer en la esfera pública encuentra resistencias dentro de la familia real saudí, el gobierno, los ministerios y en la sociedad
Por Dr. Jorge Ballesteros
“La discriminación contra las mujeres es tremenda y sistemática, en la ley y en la práctica”. Un panel de expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) urgió el lunes al régimen de Arabia Saudí a poner fin a las medidas discriminatorias contra las mujeres, incluido su sistema omnipresente de tutela masculina, y también a darles pleno acceso a la justicia.
Arabia Saudí es uno de los países más restrictivos del mundo para las mujeres, pues, con su sistema de tutela, obliga a las mujeres a contar con la aprobación de un pariente masculino para tomar decisiones importantes.
Arabia Saudí practica un apartheid de género en el cual se establece un sistema de discriminación y segregación hacia la mujer desde el nacimiento hasta a muerte. De hecho, la fuerza de trabajo de la mujer en Arabia Saudí representa el 5% del total de las actividades laborales, la más baja del mundo. Las mujeres saudíes estarán siempre por debajo del hombre en todos los aspectos, incluso en los aspectos jurídicos ya que su testimonio vale la mitad que el de un hombre en un proceso judicial.
La equiparación judicial o social de la mujer en la esfera pública encuentra resistencias dentro de la familia real saudí, el gobierno, los ministerios y en la sociedad. La segregación llega hasta tal nivel que existen zonas separadas para la mujer en las casas e incluso entradas separadas de los hombres a edificios públicos. El sistema por el que una mujer se rige es el de la tutela masculina constante por la cual es el varón quien rige el destino de la mujer al situarla en una posición de constante incapacitación.
Todo el sistema legal conspira contra ellas y las convierte en ciudadanas de segunda clase con independencia de su edad, ya que no pueden realizar múltiples gestiones sin el permiso de su guardián masculino, que hace las veces de su tutor legal. Siempre están en libertad condicional. Sus derechos están condicionados a la aprobación del guardián.
Lo habitual es que el guardián sea el esposo de la mujer, pero si no es el caso, puede serlo un pariente masculino, su padre o incluso su hijo. En esa minoría de edad permanente, una mujer puede llegar a depender del visto bueno de su hijo mayor, lo que es humillante.
Human Rights Watch ha hecho público un informe que recopila todas estas discriminaciones:
“Las mujeres no pueden solicitar un pasaporte sin la aprobación del guardián masculino y necesitan permiso para viajar fuera del país. Habitualmente, encuentran dificultades para llevar a cabo todo tipo de transacciones sin un pariente masculino, desde alquilar un apartamento a presentar una demanda. El Gobierno no obliga a que las mujeres tengan el permiso del guardián para tener un empleo, pero no sanciona a las empresas que exigen ese permiso. Las mujeres no pueden estudiar en el extranjero con una beca del Gobierno sin permiso del guardián, y un pariente masculino debe acompañarla al extranjero durante sus estudios, aunque este requisito no siempre se pone en práctica. Las mujeres tienen prohibido conducir”.
Las mujeres encuentran muchísimos obstáculos al intentar buscar ayuda o huir de guardianes violentos, ha descubierto Human Rights Watch. Por ejemplo, un esposo mantiene el control (sobre la mujer) incluso durante la tramitación del divorcio. Hay una discriminación profundamente arraigada en el sistema legal, y los tribunales admiten las demandas de los guardianes contra sus mujeres para reforzar su autoridad sobre ellas.
Las mujeres que han escapado de los malos tratos y se han trasladado a un refugio (para mujeres) y las que están encarceladas necesitan que un pariente masculino acepte su liberación. ‘Las autoridades mantienen a las mujeres en prisión hasta que el guardián legal la acoja, incluso si es el que la envió a la cárcel’, dice una activista de los derechos de la mujer. Si un guardián se niega a autorizar la excarcelación de una mujer, las autoridades pueden transferirla a un centro estatal u organizar un matrimonio para ella. Su nuevo marido se convertirá en su nuevo guardián”.
La explotación sexual o laboral hacia las mujeres es algo común, debido a la total indefensión frente al marido, hace que muchos hombres Saudíes se casen con menores, muchas veces menores de 10 años de edad en el sureste Asiático, Pakistán, Yemen, Mauritania o países de África a fin de llevarlas a Arabia Saudí. En ese país tendrá todos los derechos sobre su mujer.
Arabia Saudí es uno de los 187 países que han firmado y ratificado la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Ese apoyo no vale nada porque el Gobierno saudí la firmó en el año 2000 con una reserva. No se siente obligada a respetarla si entra “en contradicción” con las normas del Derecho islámico, es decir, tal y como se interpreta el Derecho en ese país.
“Arabia Saudí debe abolir prácticas de tutela masculina. Debe hacer cumplir una orden reciente que permitirá a todas las mujeres obtener un pasaporte, viajar o estudiar en el extranjero, elegir su residencia y acceder a atención médica sin tener que buscar el consentimiento de su tutor”, instó el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés).