La salud mental en Sonora: indiferencia, atraso y olvido
Por Imanol Caneyada/
Urge cambiar los paradigmas médicos al interior del Hospital Cruz del Norte, denuncian empleados de la institución
Si los servicios públicos de salud en Sonora se encuentran en la quiebra y prácticamente inoperantes, el caso de la salud mental supera el grado de asombro, ya que el único centro público especializado en la atención de enfermedades mentales en toda la entidad, el Hospital Psiquiátrico Cruz del Norte, se encuentra en total estado de abandono y funciona con paradigmas y protocolos de al menos hace cincuenta años, desechados ya en la mayoría de los países occidentales, incluidos los latinoamericanos.
A grandes rasgos ésta es la situación que algunos empleados al interior del centro han denunciado, ya que al alarmante deterioro de las instalaciones, se le suma la constante violación de los derechos de los pacientes, que no reciben la atención requerida, en detrimento de su salud mental y estabilidad emocional.
El hospital dispone de 137 camas censables para atender a todo Sonora, repartidas en tres salas, la de hombres, la de mujeres y la de usuarios crónicos.
Cada una de estas salas cuenta con un equipo multidisciplinario conformado por psiquiatras, enfermeros, trabajadores sociales y psicólogos.

La realidad es que por cada sala únicamente hay un psiquiatra titulado, apoyado por residentes y médicos especialistas en medicina interna.
Los enfermeros fungen como cuidadores y los psicólogos carecen de las condiciones de trabajo adecuadas para aplicar las terapias requeridas.
La nueva administración se ha encontrado con un edificio devorado por la maleza, con los baños inservibles, ventanas quebradas, falta de refrigeración, desabasto de medicinas y nula tecnología al servicio del centro.
El único hospital público especializado en salud mental del estado cuenta con dos máquinas de escribir, es todo.
El gobierno entrante, escaso de recursos, ha iniciado una limpieza del lugar y una leve remozada que no alcanza para solventar los graves problemas del centro.
Urge cambiar el paradigma de la salud mental
La mayor parte de los pacientes que llegan a Cruz del Norte lo hacen por padecer cuadros psicóticos provocados por el abuso de drogas y alcohol. El excesivo consumo de alcohol deprime el sistema nervioso; consumir en ese estado sustancias como cristal, cocaína, heroína o pastillas implica un acelerado aumento de la dopamina y la serotonina en el cerebro, lo que en algunas personas puede provocar alucinaciones, ansiedad, paranoia, trastornos bipolares o una profunda depresión, entre otros padecimmientos.

El tratamiento habitual en este hospital se basa en un modelo muy anticuado, superado ya hace al menos 50 años, que es el de medicar al paciente para crear una especie de camisa de fuerza química.
Los medicamentos antipsicóticos que se usan para combatir los cuadros psicóticos son extremadamente fuertes y se suministran a los pacientes, a pesar de que muchos de ellos tiene una adicción a las drogas, cuando están bajo el efecto de las mismas, sin tener en cuenta los daños colaterales hepáticos, renales y estomacales que puedan sufrir.
Además, según los denunciantes, aparte del suministro de fármacos, no existe otro tratamiento enfocado a la terapia psicológica, de manera que una vez que se ha logrado contrarrestar la psicosis, los pacientes son devueltos a sus casas sin que se les dé ningún otro seguimiento.
Como el Hospital Psiquiátrico Cruz del Norte no está especializado en adicciones, tampoco recibe el interno ninguna atención en ese sentido ni la institución tiene la política de canalizar al paciente a algún centro de rehabilitación de los existentes en la región.
Como consecuencia, muchos de ellos, al poco tiempo, vuelven a caer en el hospital víctimas de otro cuadro psicótico.
En la década pasada, el paradigma del tratamiento a las enfermedades mentales comenzó a cambiar a nivel mundial. El concepto de hospital psiquiátrico, diseñado para aislar al paciente de la sociedad, violando muchas veces sus derechos humanos, se transformó en el de centro de salud mental, enfocado a devolver la capacidad integradora de la persona con sufrimiento psíquico para continuar formando parte activa de la sociedad.
Aquellas instituciones lúgubres, inspiradoras de películas de terror, han ido paulatinamente cambiando el rostro hacia espacios donde la dignidad del paciente, su bienestar y su confort son prioridad.
No es el caso de del Hospital Psiquiátrico Cruz del Norte, cuyas instalaciones son degradantes y sus prácticas clínicas se limitan al suministro de fármacos para contrarrestar los episodios psicóticos de los internos sin la intención de rehabilitarlos.