LEA: Un operador político inagotable

Esta es una entrevista que fue publicada el 24 de Julio de 1998. Francisco Javier Ruiz Quirrín, director de “Primera Plana”, entrevistó a Luis Echeverría Álvarez; el ex presidente falleció el pasado 8 de julio
Por Francisco Javier Ruiz Quirrín
24 de Julio. 1995. MÉXICO, D.F.- La fluidez de sus palabras, de sus conceptos, la mirada fija con la que precisa sus reflexiones y la insistencia en la admiración que siente por el general Álvaro Obregón y su legado político, hacen fácilmente concluir que Luis Echeverría Álvarez es un ser actuante en esta hora que vive México.
Vigoroso físicamente —a diario practica la natación y el tenis— y a sus casi ochenta años de edad, quien fuera presidente de la República de 1970 a 1976, se muestra ante el enviado de este semanario, como un político seductor.
Primero, el detalle de recibirnos personalmente en su célebre residencia de San Jerónimo, tratar de devorarnos con preguntas sobre Sonora, la situación actual del país y, finalmente, obsequiar a “Primera Plana” un busto logrado en bronce por el célebre escultor Víctor Gutiérrez, del General Obregón, con peso mayor a los 35 kilogramos y que enviaría por transporte hasta Hermosillo.
Nos pasea de un salón a otro —decorada la enorme casa con muchos cuadros y utensilios de puro estilo mexicano—, nos enteramos que en una de tantas salas se encuentra un grupo de médicos, algunos de ellos orientales.
Echeverría se dirige a ellos e instruye que se vaya conversando con el grupo por un guía especial, que informe de las gestiones que se han hecho ante la Secretaría de Salud sobre tipos de medicina homeópata y alópata y nos invita a sentarnos en una mesa redonda, separada del grupo mencionado.
Una empleada doméstica nos invita una refrescante bebida de jamaica y mientras el señor daba instrucciones a sus ayudantes personales, quien esto escribe recordaba que para llegar a la residencia, en automóvil, desde que el guardia abrió el portón hasta la entrada de la casa, habíamos recorrido una distancia de aproximadamente 150 metros, entre bellos jardines, observándose en el “garage” lo menos seis camionetas “Goldstars” por una suburban y un Mercedes Benz con placas de California, Estados Unidos.
Finalmente estaba frente a nosotros, quien como candidato del PRI a la Presidencia tuvo por lema en campaña “Arriba y adelante” quien expropió el Valle del Yaqui en 1976, quien primero cobijó a Carlos Armando Biébrich como hijo político predilecto y luego le hizo dimitir y huir del Estado y del país. En fin, toda una historia, todo un personaje que para bien o para mal, cimbró a las instituciones nacionales.
Pero al enviado de Primera Plana le interesaba sobremanera, descubrir que Echeverría continúa operando políticamente e influyendo en el devenir de México. Vestimenta formal, traje tradicional de su época, corbata roja:
-Usted que es sonorense, me interesa mucho saber si por allá siguen recordando y reconociendo a Obregón y a Elías Calles-, comenta, a lo que le respondimos que sin lugar a dudas, ambos personajes institucionalizaron a la Revolución Mexicana.
-Ese periodo de 1913 a 1929 es fundamental es la historia política de este país, establece con certitud y añade:
-Álvaro Obregón fue verdaderamente el jefe máximo de la revolución, con una personalidad avasalladora de político, militar, estadista. En su gabinete tuvo a hombres ilustres como José Vasconcelos que estableció las bases de la educación en México que hasta estos momentos nos rige.
-Y fíjese nada más, Elías Calles heredó políticamente los objetivos de Obregón. Se dijo mucho además que los callistas habían asesinado a Obregón, pero fue tan inteligente Elías Calles que puso al frente de las investigaciones del crimen, a puros obregonistas.
-¿Quiere decir señor que usted cree que Elías Calles mandó a asesinar a Obregón?
-¡Claro que no!, a Lo que me refiero es a la rapacidad historia de Elías Calles para guardar equilibrios aquellos momentos.
-Pero Álvaro Obregón, qué genio, qué figura, qué manera de aglutinar a las fuerzas nacionales y concluir su periodo presidencial el 24.
-Observo señor que, tal parece, su personaje más admirado es precisamente Álvaro Obregón.
-Sin duda, Obregón es el personaje que más admiro del México en el siglo XX
-Don Luis, pienso que usted quisiera trasladar aquellos momentos de reunión de fuerzas nacionales a la época actual, ¿no cree?
Pero ¿qué relación pudiese haber de aquella época a esta? En el año dos mil dependeremos de tres partidos políticos, de PRI, del PAN y del PRD. Cualquiera puede llegar.
-¿Usted dice que no estamos preparados para una transición?
-Mire usted, no podemos asegurar absolutamente nada. La única realidad es que el PRI debe regresar a sus principios históricos, a los que le dieron lugar y sustento.
-¿Aunque se diga que ello incluirá etapas del pasado que no vale la pena recordar?
-A pesar de ello, pero aquí lo importante es reafirmar los principios históricos que dieron sustento a la Constitución Política de México. Me siento muy orgulloso de haber sido candidato del PRI a la Presidencia de la República, pero si no cambia. (asienta negativamente la cabeza, como mostrando su total desconfianza).
-Pero México ya es otro, señor, llegó una nueva generación de mexicanos y provocó una revolución incruenta que dejó atrás al nacionalismo revolucionario para pasar al neoliberalismo…
-En efecto, algunos mexicanos cambiaron, pero la conclusión deberá ser hacia el camino de los principios que hicieron y sustentaron al PRI.
Y continúa don Luis:
-Fíjese nada más, volviendo con Obregón, después de su muerte, Elías Calles heredó los proyectos políticos, le falló Ávila Camacho y tuvo qué estrechar la mano de Ortiz Rubio para preparar a De la Huerta. Era todo un grupo.
-Y De la Huerta, sonorense también, señor.
-Por supuesto.
-Don Luis, ¿será en esos tiempos que pensando en Obregón y sucesores ya no han dejado llegar a un sonorense a la Presidencia?-, claro, el que pregunta tratando de entrar al tema Colosio.
-Bueno, hay por ahí algunos sonorenses destacados.
-Yo admiro mucho a Sonora. Mire, estas figuras de palo fierro son de la Costa de Hermosillo. De ahí era mi abuela que se apellidaba Álvarez Layou.
-Además —ya estaba muy interesado en el tema—, mi suegro, José Guadalupe Zuno, era obregonista. Mi esposa María Esther, que por cierto la tengo algo delicada de salud, nació el 8 de diciembre de 1924 en Jalisco. Cuando la registraron, su acta de nacimiento fue firmada por tres testigos. El entonces expresidente Obregón que de regreso a Sonora hizo un alto en Guadalajara para tal acontecimiento y los entonces jóvenes generales asignados a esa entidad, Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho. En verdad, todos ellos conformaban un grupo político. Admiro tanto a Obregón que uno de mis hijos se llama Álvaro.
-Insisto don Luis en que usted de alguna manera traslada aquella época a la actual donde, pudiera darse nuevamente un caudillaje ante la falta de unidad.
En ese momento le muestran los vespertinos y en ellos se lee:
“Aprehenderán a Justo Ceja”, quien era secretario privado de Carlos Salinas, sentido enemigo de don Luis. Ante la lectura, el expresidente alcanza a decirnos:
-Mire amigo Javier, las cosas no están fáciles. Lea esto.
-Don Luis, ¿y ya ha visto colocado de nuevo por ahí a Biébrich?
Entonces, por respuesta, recibí la primera amplia sonrisa del expresidente dejando Ver sus dientes superiores centrales, algo gastados. Y nada más.
-Vaya a Sonora y dé mis saludos a los sonorenses. Salúdeme mucho a Lichita
Arellano y vuelva cuando guste. El busto del general Obregón, mí preferido, es ya un obsequio para Primera Plana. Sólo le pido que lo instale en su periódico y que invite a observarlo a un descendiente de tan ilustre mexicano.
La sensación que quedó en el reportero, es que este hombre continúa operando, de manera sagaz y astuta, la alta política en nuestro país. Y que entre líneas, su admiración por Obregón desearía materializarla de alguna que en unos momentos en que, no lo niega, desconfía del PRI y del sistema actual.
Por fuera de la casona, enorme cantidad de guardias. Recordé a Los Pinos.