Libro “1956. Evocaciones de un universitario”
Por Héctor Rodríguez Espinoza /
Una hojeada a su índice arroja la fugaz transición entre el mundo de la segunda posguerra mundial y guerra fría, hasta el de los movimientos estudiantiles en Europa y México, como el de la Universidad de Sonora de 1967
Breve advertencia del autor: Este libro autobiográfico es, por una parte, continuación del libro “1944. Postales de una familia del Barrio 5 de Mayo”. Por otra, un esfuerzo personal, una contribución y un abono en pago de la deuda moral con la entonces Escuela —hoy Departamento— de Derecho de nuestra Alma Mater. Es una narración investigativa de su génesis (verano de 1953) y desarrollo, hasta el 9 de mayo de 1968, en que presenté mi examen profesional.
En sus recintos cursé desde mi educación secundaria entonces adscrita (1956-1959), la preparatoria adscrita (1959-1961), la Licenciatura (1961-1966), la Maestría (1989-2001) y el Doctorado en Derecho (2006-2010); y, finalmente, vuelco mi gratitud a esta institución de educación superior, por haberme brindado la oportunidad de desarrollar, en sus aulas, mi vocación y pasión docente e investigadora, desde 1969 a la fecha y hasta que las fuerzas lo permitan.
Los respectivos títulos de los libros se inician, con el año de mi nacimiento el primero y con el de ingreso a la escuela secundaria, el segundo. Por supuesto que convendría leerlos en forma sucesiva, aun cuando ambos guardan autonomía histórica.
Mi plan original es una trilogía, cuyo último producto se referirá a mis “Testimonio de Madurez”, de lo acontecido desde mayo de 1968 al presente.
Pero, sin perjuicio de que en un futuro emprenda esta otra eventual aventura prosística, hasta ahora considero que el conjunto de mi producción bibliográfica y periodística cultural, escrita y electrónica por 44 años, constituyen capítulos de esa posible obra.
En el presente libro, como fue en el anterior “1944 …”, siendo autobiográficos, más que hablar de mi modesta persona, me uso como instrumento, testigo y memorioso observador, para compartir y transportar, al presente y hacia el futuro, la cronología de los sucesos universitarios en Sonora, más relevantes y representativos desde finales de 1956 hasta mediados de 1968 —enmarcados en sus respectivos escenarios mundial, nacional y local— que los explican, pero también mi paso individual por ellos.
Una hojeada a su índice arroja la fugaz transición entre el mundo de la segunda posguerra mundial y guerra fría, hasta el de los movimientos estudiantiles en Europa y México, como el de la Universidad de Sonora de 1967 —cuyo análisis se incluye—, víspera del de 1968 en la ciudad de México, cuyo desenlace aquel fatídico 2 de octubre, no se olvida.
Originalmente este libro incluía el análisis cronológico, según fuentes hemerográficas y bibliográficas, del movimiento de 1968. Pero por su extensión y consabido alto costo, y para no hacer más voluminoso el presente, creí conveniente publicarlo por separado, preliminarmente en versión digital, bajo el título “Huellas editoriales de la impunidad. El movimiento estudiantil de 1968”. Además del otro libro que ya circula, en versión digital, que titulé “El movimiento estudiantil de 1967 en Sonora. ¿Cuáles fueron sus ideales?”.

Considero, con no poca satisfacción y jactancia, que una especial contribución de este texto, es una investigación y semblanza histórica de la génesis y desarrollo, desde la víspera del aquel 3 de noviembre de 1953 en que se fundó, al 9 de mayo de 1968 en que me titulé, de la entonces Escuela de Derecho de la Universidad de Sonora.
Particular valor guardan los testimonios de sus profesores fundadores, Enrique E. Michel, Alfonso Castellanos Idiáquez, Carlos V. López Ortiz y Abraham F. Aguayo —que hasta ahora he atesorado con singular celo— y el de los 17 alumnos pioneros.
También las remembranzas de inolvidables catedráticos como Fortino López Legazpi, Carlos Arellano García, Cipriano Gómez Lara, Miguel Ríos Aguilera y Roberto Reynoso Dávila.
Es, por ello, de carácter autobiográfico, pero enmarcado en el contexto histórico que rodeó esa bella etapa infortunadamente ignorada y por tanto no apreciada, por las 63 generaciones de egresados, por los directivos y por los profesores de carrera y de asignatura que, en sus más de seis décadas, hemos abrevado de su savia.
Dicho en otras palabras, la ignorancia de su fundación y crecimiento, por las nuevas generaciones de docentes y estudiantes, ha producido una indiferencia y falta de amor a esta nuestra máxima casa de estudios, de tanta tradición y primer plantel en el Noroeste con la misión de enseñar la más bella de las filosofías y de las ciencias, la jurisprudencia y su objeto de conocimiento, el Derecho, como instrumento insustituible para alcanzar el valor de los valores: la Justicia.
Sin duda, nuestro paso por sus aulas nos ha permitido hacer la grandeza de nuestra máxima casa de estudios del Estado y ha transformado nuestra vida personal, familiar y social, en la academia, en la judicatura y el foro.
Huelga decir que apreciaré, sobre todo, sus críticas, información adicional y anécdotas, que deberán enriquecer las siguientes ediciones y, si la consideran digna, recomendarla a sus alumnos.
Espero haber logrado mi objetivo propuesto y que su lectura sea la base para otras que deberán proseguir en la inacabada sucesión de momentos de nuestras efímeras vidas.
La obra está en la librería de la institución, sita en planta baja del museo y biblioteca.
Hermosillo Sonora, primavera de 2016.