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Los grandes tesoros de las abejas

En el interior de la colmena sucede una de las maravillas más complejas de la naturaleza. Allí 50 mil abejas trabajan sin descanso resolviendo problemas matemáticos y efectuando instintivamente funciones de química avanzada

 

Por Dra. Marina Brauer

De acuerdo a todos los grandes hombres de la historia, consideraban los productos de las abejas en especial la miel como un excelente desinfectante de heridas. Galeno suscribía la teoría que indica que la miel prolonga la vida.

La civilización de los antiguos helenos tenía fervor por la miel y sus derivados que se les otorgaba un origen divino.

El Dios menor de la mitología griega, Aristeo era hijo de Apolo y la cazadora Cirene. Él era considerado el Dios de las abejas. Aristeo según la mitología, fue el primer agricultor, Hipócrates el símbolo trascendente de la medicina griega presunto autor del juramento que utilizan los médicos de la actualidad, también se interesó por el mundo de la Apicultura; reseñó con particular interés las propiedades fortificantes, desinfectantes y expectorantes de la miel y subrayó sus bondades para contrarrestar los problemas gastrointestinales y hepáticos. Como si todo esto fuera poco, le reconoció capacidades por efectos de un consumo regular y metódico como rejuvenecedor y prolongador de vida. Aristóteles fue otra de las notables figuras de la ciencia y el pensamiento griego interesado en la Apiterapia. El padre de la lógica y para muchos también en zoología- describió con minuciosidad y esmero a las abejas y sus productos, testimoniando las capacidades de la miel, el propóleos y la cera para actuar contra la enfermedad.

Otras sociedades antiguas también analizaron las bondades de los productos de la colmena en el ser humano. En la India se han encontrado pruebas que permiten corroborar la utilización de derivados de la miel 6,000 años antes de Cristo. Esta materia prima tenía un lugar insustituible en la alimentación de la cultura hindú y