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Los mensajes de Hidalgo y Coahuila

En Coahuila el PRI ganó 16 distritos de mayoría relativa. En obtuvo 32 de los 84 municipios, sobre todo los más grandes.

Diez tesis sobre los recientes resultados electorales; ¿sigue demostrando el PRI que es capaz de reponerse y trasciende a sus crisis agudas?

 

Por Bulmaro Pacheco

Quizá sea muy temprano para sacar conclusiones definitivas de las elecciones en Hidalgo y Coahuila por la contundente derrota del partido en el gobierno y por el regreso de un PRI ganador en ambos estados.

¿No que el PRI estaba muerto? Eso decían hasta el domingo los voceros de la 4T que aún no digieren lo que pasó ese día.

Hasta el momento abundan las especulaciones y los deslindes. Morena y el gobierno han tardado en digerir la derrota y aparentan que no pasó gran cosa, porque esperaban una reedición del 2018. Y la esperaban por varias razones, pensando que la estructura electoral de Morena ya había cuajado con los miles de beneficiarios de los programas sociales que, según ellos, deberían haberse volcado a votar el domingo pasado.

También es cierto que si el PRI hubiera salido derrotado, muchos de sus críticos ya estarían hablando de la disolución del partido o de su punto final. Ya le hubieran expedido su certificado de defunción, como lo han hecho en más de una ocasión en procesos anteriores y más en el actual gobierno federal, que se ha especializado en denostar al pasado y acusar a los gobiernos anteriores de todos los males de México.

Lo que ahora dicen del PRI es para dar risa: “El regreso del dinosaurio”; “Se le mueve una patita”; “Ganaron sus candidatos no el partido”. Y lo peor de esas elecciones es que el PRI le echó a perder al presidente de la República su sentencia de que “las oposiciones estaban moralmente derrotadas y ya no iban a regresar”. Se equivocó el presidente al emular a Juárez cuando él decía eso de la “Reacción”; pero no hacen autocrítica.

Para junio del 2021 se augura una dura lucha electoral con la presencia del Estado mexicano y con el presidente López Obrador como activistas de Morena, y con grandes presiones sobre el mercado electoral cautivo de los programas sociales, y otras tantas hacia los gobernadores de oposición.

En la lucha por el control de la futura Cámara de Diputados, la llamada 4T se juega todo. Es su plebiscito y es su posibilidad de seguir haciendo lo que quiere como quiere y con quién quiere, sin siquiera llamar a una política de unidad, porque siguen confiados en su mayoría (actual) aplastante.

La primera tesis de los resultados en Hidalgo y Coahuila es que se sigue demostrando que el PRI como partido histórico es capaz de reponerse y trasciende a sus crisis agudas, tanto del mal manejo de sus presidentes de la República como de aquellos que solo lo utilizaron para sus fines personales o de grupo y nunca se atrevieron a reformarlo.

La segunda es que las divisiones y las luchas por el Poder en el seno de Morena los hicieron descuidar las estructuras partidarias y se confiaron en el voto cautivo de los beneficiarios de los programas sociales. En Morena descuidaron las estructuras locales y no cuidaron la selección de sus candidatos; Increíble e inédito que la dirigencia nacional de un partido político se resuelva con la utilización de recursos públicos (encuesta).

La tercera es que Hidalgo y Coahuila son dos de los cinco estados en México donde nunca se ha presentado la alternancia en el Poder Ejecutivo local, y tienen dos gobernadores del PRI bien evaluados y que le entienden muy bien al manejo político electoral. Quizá ellos cuidaron que no hubiera escisiones y fracturas, y eso contó mucho.

La cuarta es que contó en ambas partes la calidad de las candidaturas postuladas por el PRI. Al tratarse de un proceso de inclusión social, se sintonizó con las aspiraciones de la gente aún tratándose de diputados locales, que suele ser una representación popular que no despierta mayores emociones ante el electorado, contrario a los presidentes municipales, que sí interesan más al pueblo.

La quinta es que se trató de una elección con altos componentes de política local, donde poco contaron los asuntos nacionales (juicio a ex presidentes, rifa del avión, caso Cienfuegos, etc.) ventilados y explotados políticamente contra los opositores para estas elecciones.

La sexta (y elaborada por ellos mismos), es que el gobierno federal no está llegando adecuadamente a las regiones y los estados ni en decisiones administrativas ni en recursos a la solución de los grandes problemas locales, para la atención de graves problemas, como los del campo, por ejemplo. Fue la propia Coordinadora Nacional Plan de Ayala (algo así como la CNC de Morena) la que a través de su dirigente en Coahuila hizo los reclamos al gobierno federal y los acusó directamente de la derrota. Porfirio Muñoz Ledo asumió que el par de elecciones eran una derrota para Morena por los interminables enfrentamientos y conflictos que viven.

La séptima es que las elecciones en esos estados definieron para las próximas elecciones a los principales partidos que se llevaron la mayoría de los votos. PRI, Morena y PAN. Tanto Movimiento Ciudadano como el Partido del Trabajo y el Verde deberán revisar sus estrategias de mediano plazo por los magros resultados obtenidos en ambas entidades. Mucho ruido mediático y no contaron a la hora de la votación en ambos Estados.

La octava es que los niveles de votación fueron aceptables pese a ser elecciones locales y en medio de una pandemia; 39% de un padrón de 2.1 millones en Coahuila y casi el 50% de uno similar en Hidalgo.

En Coahuila se eligieron 25 diputados locales: Dieciséis de mayoría relativa y nueve de representación proporcional. Con su victoria en los 16 distritos de mayoría relativa, el PRI le sacó una ventaja 30 puntos a Morena (49.3 contra 19.3) y 40 al PAN.

En Hidalgo se eligió a los representantes de 84 ayuntamientos, que incluyó a presidentes municipales, 96

Alejandro Moreno, dirigente nacional del PRI, en mensaje donde se declaraban ganadores de la jornada electoral del 18 de octubre.

síndicos y 900 regidores. Hasta ahora el PRI ha ganado 32 de los 84, sobre todo los más grandes, que estaban en manos de partidos opositores. Morena solo ganó en seis y el PAN cinco empatado con el PANAL. El PRD (más que el PAN) ganó 7.

La novena es que muchos electores hicieron efectivo su voto útil para votar por el segundo partido en las preferencias según las encuestas y derrotar así a Morena, ya que éste era puntero en la mayoría de los cargos en disputa en ambos estados. Esto evidenciaría sin duda un rechazo a las políticas del gobierno de la 4T. Resultaría interesante ver cuáles niveles socioeconómicos votaron así.

Y la décima; Las encuestas: ¿Qué tanto acertaron aquellas que siempre ubicaron al PRI a la cola después de Morena y el PAN? Algo le pasa al PAN que no puede reponerse todavía. En Coahuila quedó en tercer lugar y en Hidalgo cayó hasta el sexto. Para ponerlos a pensar y analizar con frialdad, lo que ha sido del PAN en estos dos años.

 

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