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Más allá de la “Cartilla Moral”  

Se trata de una especie de compendio de moral cristiana, cuya aplicación es benéfica. Pero, se requieren estrategias para aumentar la moralidad del mexicano y sobre todo, que la clase política ponga el ejemplo y no sea sólo simulación

Por Alfredo Guzmán Contreras

Hace unos días el gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador publicó una Cartilla Moral con la intención de que se promueva en la sociedad mexicana. En este escrito pretendo comentar algunas consideraciones al respecto.

Primeramente, hay que aclarar que dicha cartilla no fue realizada por AMLO ni por nadie de su equipo o partido. Es una cartilla propuesta, en su versión original, por el pensador mexicano Alfonso Reyes (1989 – 1959), hijo del general Bernardo Reyes. Cabe mencionar que no es el primero presidente que promueve y publica dicha cartilla, ya en tiempos de Ernesto Zedillo se imprimió y difundió entre los docentes.

Por tanto, la cartilla no es un cuerpo ideológico de izquierda como muchos (me incluyo), pensamos al escucharla por primera vez, sino una adaptación de lo escrito por el ilustre “regiomontano universal”.

Otro de los puntos a aclarar es que el escrito está diseñado para funcionar como cartilla, es decir, que no se trata de un tratado profundo de ético, sino que establece puntos a seguir con cierto toque de dogmatismo.

Respecto al contenido, el escrito se divide en 14 puntos en los cuales describe algunas guías de comportamiento. En su primer punto se establece que el hombre se educa para el bien y esto desde el punto de vista ético es apropiado, ya que es uno de los fines de la educación, lo interesante sería saber cómo se va a definir qué es el bien, cosa que no se desarrolla suficientemente en el texto, ya que, como se mencionó no es un tratado filosófico. Cabe aclarar que esto no justifica que el gobierno imponga un bien a su modo y provecho, el peligro, podría ser que utilizara para justificar un adoctrinamiento por parte de este.

Contiene también un desarrollo respecto a la naturaleza compuesta del hombre, refiriendo que estamos conformados por cuerpo y alma, partiendo desde una perspectiva aristotélica. Invita a buscar “una prudente armonía entre cuerpo y alma”, lo cual implica un desarrollo integral del ser humano.

Otro de los puntos interesantes es el que habla sobre los respetos morales, los cuales los compara con los mandamientos de la religión. Para el cumplimiento de estos respectos apela a la conciencia como mecanismo regulador, por lo que su cumplimiento está por encima de los bienes particulares y egoístas. Se trata de hacer el bien para estar en paz con la propia conciencia, a pesar de que en lo práctico resulte perjudicial para el individuo.

En relación con la familia la cartilla establece que esta es natural al ser humano y la base de la sociedad misma, por lo que la equipara con una “escuela de perfeccionamiento mutuo”, donde los seres humanos se desarrollan como lo que son y aprenden a convivir en sociedad. Afianza la autoridad de los padres estableciéndolos como modelos para los hijos cuyo respeto es necesario.

En términos generales, la cartilla es una especie de compendio de moral cristiana, cuya aplicación es benéfica para la sociedad. Aún así me parece muy corto como una estrategia que genere un impacto en la sociedad, como primer paso es buena, pero se requieren de estrategias diversas para generar un aumento en la moralidad del mexicano. Más importante aún, es que la clase política ponga el ejemplo de conducir su comportamiento de acuerdo con una moral real y no sólo de simulación como suele ocurrir, cosa que se antoja muy complicada con los sucesos de los días recientes.

 

*Mtro. Alfredo Guzmán, docente y coordinador de la Licenciatura en Filosofía de la Universidad ICES.