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Mujer, formadora y educadora, por naturaleza

Vemos claramente con la inteligencia y con el corazón, que la tarea más importante en nuestra vida, no es nuestro rimbombante trabajo público, ni nuestro brillo social, sino la entrega que supimos dar a nuestros hijos para su felicidad

Por María Emma Terán y Arminda Valenzuela

En Inglaterra, surgió el llamado movimiento de “Liberación Femenina” formado por un grupo de mujeres que tuvieron la audacia de protestar en contra de la discriminación de la mujer en cuanto al sufragio, exigían el voto femenino para elegir a sus gobernantes. Este movimiento pasó rápidamente a Estados Unidos. A partir de 1920, la mentalidad femenina empezó a cambiar.

Sin embargo, ha sido largo el camino que han recorrido las mujeres para que se les reconozcan sus derechos a través de la historia.

En México, en la década de los 70, se plantea la integración de las mujeres al desarrollo, e inicia el movimiento feminista mexicano y en el año de 1975, del 19 de junio al 2 de julio, se promueve el Año Internacional de la Mujer.

En los 70, también se reformaron los artículos 4, 30 y 123 de nuestra Constitución Política, para el reconocimiento de la igualdad plena de hombres y mujeres ante la Ley.

Durante el gobierno de Luis Echeverría (1970-1976) se reconoce a las mujeres campesinas como sujetos agrarios y se les dotó de tierras.

Otro punto fundamental fue el componente demográfico con la Ley General de Población de 1974. El control de la natalidad se colocó como una valiosa vía para la emancipación y la plena realización de la mujer. La promoción de la mujer aparece por primera vez en México entre los objetivos prioritarios del Plan Nacional de Desarrollo de 1989, durante el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari.

El programa Progresa-Oportunidades creado en 1997 por Ernesto Zedillo.

En el año 2001, el presidente Vicente Fox crea el Instituto Nacional de las Mujeres.

Para el año 2000 en México, la perspectiva de género ya tenía más de tres décadas promovida por feministas.

En 2007 se promulga la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con el presidente Felipe Calderón.

A pesar de haber obtenido ese reconocimiento, esa lucha continúa actualmente, buscando conquistar otros espacios, hasta llegar a la equidad de género, rompiendo barreras que impiden igualdad de oportunidades, con iguales salarios y prestaciones en los innumerables terrenos de la actividad humana.

Como puede apreciarse de lo anterior, en sus inicios, el feminismo aportó muchas iniciativas útiles de reforma en el campo político, educativo y económico, logrando que la mujer fuera valorada y se le tomara en cuenta en nuestra sociedad; sin duda, un gran avance.

Sin embargo, más tarde este movimiento fue cambiando. La segunda oleada feminista aparece muy ligada al marxismo y al existencialismo, insistiendo especialmente en la liberación sexual de la mujer, entre otros aspectos,

¿Qué es lo que esta revolución ha creado? ¿Progreso?

Habría que replantearnos el concepto de progreso, con el objeto de encontrar la fórmula de que se compagine tanto los derechos de las mujeres en general, sin consecuencias tan negativas en nuestra sociedad.

Pero la realidad nos presenta un panorama diferente donde se ha perdido la función primordial de la mujer que es la de educadora y formadora de la familia, ya que se advierten problemáticas como niños en situación de calle, entregados a los vicios, violaciones, hijos desobedientes, esposos desobligados, estrés excesivo en la mujer que la conduce a enfermedades, infidelidades, hogares disfuncionales, divorcios, abortos, etc.

Este movimiento, a pesar de haber logrado muchos beneficios en pro de la mujer, aún continúa en su lucha que al parecer es una guerra de sexos. Si antes existía la misoginia, hoy en día se ha convertido en misandria (odio a los hombres).

Es indiscutible que el hombre y la mujer estén en constante búsqueda de la felicidad, pero en ese afán, la mujer ha olvidado su dignidad al influenciarse por estas corrientes feministas que manifiestan ausencia de respeto a la vida del ser humano, que es lo que se concibe en el seno materno. Y como la mujer es educadora y formadora por naturaleza, le corresponde esa tarea de formar a los hijos e integrar a la familia, en complemento con el padre.

Después de reflexionar en todo esto, vemos claramente con la inteligencia y con el corazón, que la tarea más importante en nuestra vida, no es nuestro rimbombante trabajo público, ni nuestro brillo social, sino la entrega que supimos dar a nuestros hijos para su felicidad terrena y eterna.

 

*María Emma Terán, Licenciada en Filosofía.

*Arminda Valenzuela, Licenciada en Filosofía.