Ni Rudy Giuliani, amigo Maloro, si no extirpan el cáncer

La corrupción e ineficiencia de la policía municipal es la principal causa de la impunidad con la que opera la delincuencia en la ciudad
Por Feliciano J. Espriella
Si la seguridad pública fuera como los deportes, tal vez cambiar de titular podría ser una buena estrategia para mejorar resultados. Pero no es un deporte y sí es el área más sensible y la de más impacto en la población.
El pasado lunes, Jorge Andrés Suilo Orozco fue nombrado Comisario General de la Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Hermosillo. El tercero en ocupar dicha posición en menos de dos años. Sustituyó a Fernando Beltrán Pérez, quien había asumido el cargo el pasado 09 de noviembre. Apenas siete meses atrás.
Los motivos son evidentes. La inseguridad pública en la capital sonorense sigue en aumento y al parecer fuera de control de las autoridades responsables de proteger de la delincuencia a la ciudadanía.
Es un hecho evidente. Los malechores pululan por toda la ciudad y a todas horas del día cometiendo sus tropelías sin que nadie, absolutamente nadie, les ponga freno. Es un secreto a voces que ello ocurre con la complacencia y con la complicidad de las mismas corporaciones policíacas.
Lo hemos dicho muchos comunicadores una y mil veces: la corrupción e ineficiencia de la policía municipal es la principal causa de la impunidad con la que opera la delincuencia en la ciudad.
Si no se ataca a fondo y con eficacia este “cáncer” arraigado hasta la médula en el interior la corporación, me temo mi estimado Maloro Acosta, que ni el celebérrimo Rudy Giuliani podría empezar a revertir la situación.
Desconozco los méritos de Suilo para ocupar el puesto y no conozco gran cosa de su trayectoria pública, por lo que me abstengo de opinar sobre su designación. No es tampoco el primer civil en ostentar el cargo.
Una cosa es segura, la retención de la presidencia municipal de Hermosillo para el PRI en los próximos comicios, será influenciada fuertemente por los resultados que logre Suilo en los pocos meses que faltan para que inicie el período electoral.
Es tiempo de poner un alto a la grave situación de inseguridad que vivimos los hermosillenses. Es hora de que los delincuentes y no los ciudadanos sean quienes vivan tras las rejas.
Los patos le tiran a las escopetas
En el último año hemos sido objeto de robos en una ocasión en la casa y hasta en cuatro ocasiones en la oficina. Nos han despojado de televisores, computadoras, el compresor de un aparato central de refrigeración, tubería del agua y alambrado eléctrico, entre muchas otras cosas.
Por otra parte, hemos tenido que enrejar, hacer protecciones con cercos de alambre, poner puertas eléctricas, alarmas, etc. Nos ha costado la inseguridad en el último año, sumando lo robado y lo que hemos necesitado gastar para protegernos, alrededor de cien mil pesos
En Hermosillo los patos les disparan a las escopetas. La policía protege a quienes debería de combatir y agrede a quienes debería de proteger. Un breve ejemplo para ilustrar:
El burro hablando de orejas
El pasado viernes 16 asistimos a un sepelio en Empalme, Sonora. Mi esposa y yo salimos pasaditas las 6:00 de la mañana de casa pues la misa previa sería a las 9:00. Tomamos al Blvd. Rodríguez hacia al sur desde el Blvd. Morelos y el tráfico era sumamente moderado a esa hora. Casi no había automóviles circulando.
Atravesamos el Blvd. Rodríguez a 60 Km/H, velocidad que conozco se permite en los bulevares. Como al llegar al entronque con el Blvd. Encinas el semáforo estaba en verde, continué a la misma velocidad y así seguí sin rebasar ni ser rebasado por el escaso tráfico que circulaba, hasta que cuando iba pasando por la avenida Dr. Paliza, a la altura del Colegio Sonora, me alcanzó una patrulla y me encendió las torretas para que me detuviera. Lo hice de inmediato. Se bajaron dos uniformados de la patrulla. Uno se quedó detrás del carro y el otro se me acercó por la ventanilla izquierda. Entablamos el siguiente diálogo.
—¿Qué sucede? Le pregunté
—Viene manejando muy recio, respondió
—Vengo a 60 por hora ¿Cuál es la velocidad permitida?
—45 kilómetros
—No estaba enterado y no vi ninguna indicación ¿Hay algún señalamiento?
El tipo en lugar de responderme si sí o no, me echó toda una perorata con el argumento de que todos los conductores tienen la obligación de conocer el reglamento de tránsito, etc, etc, etc. Seguramente desconocía si había o no señalamientos. Al terminar se reunió con su compañero que se encontraba en la parte trasera. Intercambiaron algunas palabras y procedió a llenar la boleta de infracción. Luego me la entregó. Le pregunté de nuevo por los señalamientos e intentó echarme otra vez el sermón. Empezó diciendo:
—Los conductores tienen la obligación de conocer…
Lo interrumpí en ese momento
—No le estoy preguntando eso —le dije—, le pregunto si hay señalamientos que indiquen los límites de velocidad.
—Sí, hay algunos atrás.
Enseguida se fue. Dicha información creo se la proporcionó el compañero cuando estuvieron platicando antes de levantar la infracción. De cualquier manera, decidí checarlo al regreso, lo cual hice.
Por la tarde, ya de vuelta, recorrí la calle Rosales desde su inicio hasta el lugar en que fui sancionado. Efectivamente, hay dos señalamientos no muy visibles, pero sí los hay. Sólo que el límite de velocidad que indican es de 50 Km por hora y no 45 como me dijo el sujeto que me infraccionó y que en un par de ocasiones me señaló la obligación que tenemos los conductores de conocer el reglamento de tránsito. Indudablemente, “el burro hablando de orejas”.
Nacidos para morder
Unas preguntas al flamante recién designado director de la policía y tránsito municipal y ahora, supongo, comandante Suilo ¿Quienes se encargan de hacer cumplir con el reglamento de tránsito no tienen la obligación de conocerlo?
Me parece que los límites de velocidad son fijados para eficientar el tráfico de carros sin generar peligro para peatones y otros vehículos. En este contexto ¿Realmente un exceso de velocidad de 10 Km por hora cuando una calle está prácticamente desierta amerita infracción?
De una cosa estoy seguro comandante, si en vez de interpelar al ahora su empleado, le hubiera dicho algo como “no me fijé” o “no me di cuenta” al tiempo de que en vez de licencia y tarjeta de circulación le mostrara un “billetito”, no me habría levantado la infracción, ¿o usted opina lo contrario?
Las corporaciones policiacas son preventivas, no lo vaya a olvidar comandante Suilo, porque al parecer a sus antecesores no les quedó claro el espíritu de este postulado. La policía en la actualidad, esa que ahora depende de usted, se dedica a prevenir que los conductores no excedan ni siquiera un Km. por hora los límites de velocidad, en vez de ocupar su tiempo para prevenir que los delincuentes que andan sueltos por toda la ciudad y a la vista de todos, incluyendo sus policías, mantengan a raya a la población y con el Jesús en la boca.
Que no le quepa la menor duda comandante, el estigma de la corrupción, que en el 2000 los expulsó de Los Pinos y que seguramente los expulsará de nuevo en al 2018, se encuentra bien enquistado en la dependencia a su cargo. Ojalá que pueda con ella, no vaya a ser que también los expulse el año próximo del palacio municipal.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.