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¿Quién salvará a Pemex? ¿Todos los mexicanos?

Por Feliciano J. Espriella/

Actualmente a Pemex no le alcanzan sus flujos ni para pagar su deuda, ni para pagar sus pasivos laborales ni su capital de trabajo

Con pérdidas de 353 mil millones de pesos acumulados de 2012 a 2015, Pemex, la empresa petrolera más grande del planeta, no está en el umbral de la quiebra como señala el estado mexicano, está totalmente quebrada.

Los movimientos en el gabinete federal que se dieron esta semana refuerzan este supuesto. El presidente Peña Nieto envió al rescate a José Antonio González Anaya, quien se desempeñaba como director del IMSS, otra de las gigantescas paraestatales mexicanas que también estuvo a las puertas de la bancarrota y según parece el nuevo director de Pemex realizó el milagro de salvarla.

En el IMSS logró ahorros significativos a partir de cambiar multitud de procesos, como las compras de medicamentos o en el reconocimiento de sobrevivencia de los pensionados, entre otros logros.

El concuño incomodo del Director de Pemex

Sus credenciales son muy buenas, sin embargo, tiene por ahí un prietito en el arroz, es concuño del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, y según se afirma, esta es la principal razón de su inclusión en el gabinete de Peña Nieto. González Anaya está casado con Gabriela, hermana de Ana Paula Gerard Rivero, la esposa actual de Carlos Salinas de Gortari.

Del nuevo director seguramente el presidente espera que haga lo mismo que en el IMSS, sólo que el reto en esta ocasión es de proporciones descomunales, Pemex requiere mucho más que ajustes, necesita ser una empresa productiva para algún día llegar a sanear sus finanzas, pero con los vicios y lastres sindicales que aún conserva, la misión es poco menos que imposible.

La decisión presidencial de este cambio obedece principalmente a buscar salidas a la ya insostenible situación de la paraestatal, pero también fue seguramente influenciada por las que ya eran públicas diferencias entre el director saliente y el secretario de Hacienda y Crédito Público Luis Videgaray, quien de esta manera vuelve con fuerza a la carrera presidencial.

Se vislumbra con más fuerza un Fobaproa petrolero

Actualmente a Pemex no le alcanzan sus flujos ni para pagar su deuda, ni para pagar sus pasivos laborales ni su capital de trabajo. Ni siquiera se tiene claro a cuánto asciende el pasivo a proveedores pero se ha publicado en diversos medios que tiene retrasos en el pago de facturas de entre 90 y 120 días. Nada más el año pasado incrementó su ya enorme deuda en más de 20 mil millones de dólares y además tiene un pasivo laboral de 1.5 mil millones (billones) de pesos.

Pemex no fue capaz de salir adelante con su ineficiente operación ni cuando el precio del barril era superior a los 100 dólares, mucho menos lo va a hacer ahora cuando el precio del petróleo anda alrededor de 20 dólares y la producción ha disminuido.

En este escenario, en lo personal me parece que en el corto o a más tardar mediano plazo, la empresa requerirá de un rescate financiero, que al igual que el rescate bancario (Fobaproa) que se dio en 1995, no sería nada remoto que la factura finalmente nos la pasarán a todos los mexicanos

¿Será entonces ya ni digamos justo, sino razonable que vía impuestos paguemos todos los mexicanos el rescate de la no sólo ineficiente sino además corrupta empresa petrolera? Creo que habría muy fuerte oposición a dicha alternativa y el partido en el poder pagaría un costo político demasiado elevado en las elecciones del 2018.

Y diferirlo más allá del proceso electoral presidencial es totalmente inviable. Este supuesto implica el riesgo de caer en una crisis tan o más virulenta que las que conoció el país en el último cuarto del siglo pasado.

Además, se espera una fuerte caída en la inversión petrolera y que pronto se empiecen a hacer grandes despidos en Pemex, los cuales repercutirán en todas las áreas de la administración pública que deberá seguir el ejemplo de la paraestatal, so riesgo de desestabilizar más el aparato económico.

La economía no ha tocado fondo

Ante la expectativa de un prolongado período de petroprecios bajos, se vislumbra muy tétrico el panorama para los últimos años de Peña Nieto en el Poder. El banco de México ha sido incapaz de sostener la paridad del peso frente al dólar, y en ese afán hasta la fecha infructuoso, en el presente año ha quemado más de 30 mil millones de dólares de la reserva.

Sólo falta que la inflación empiece a ceder ante las cada vez más fuertes presiones que origina la devaluación, para que el mito de las buenas finanzas nacionales se derrumbe. Al parecer no estamos muy lejos de ello.

Hace unos cuantos días el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens declaró: “Desde que empezó la caída fuerte del petróleo hace seis meses, se han perdido 500 mil empleos en el mundo y se han pospuesto eliminado proyectos de inversión de 400 mil millones de dólares. No debería de sorprender que algo similar se refleje en nuestro país” (Reforma, 06 de febrero de 2016)

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.