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Resultado electoral: un formidable triunfador y un gran perdedor

Antes del 1 de julio también era previsible que el Revolucionario Institucional tuviera fuertes descalabros, pero creo que también en este caso, nadie imaginó la magnitud de la catástrofe

Por Feliciano J. Espriella

Tengo la convicción de que nadie, pero absolutamente nadie en este país, había siquiera imaginado los apabullantes resultados electorales del domingo pasado.

Creo que ni López Obrador, su equipo de campaña, sus oponentes y hasta los más entusiastas de sus seguidores, llegaron a suponer que no sólo ganaría AMLO la Presidencia de la República, sino que literalmente avasallaría con la mayoría de los puestos de elección popular que estuvieron en disputa.

No fue sólo el voto de castigo

Es injusto para el virtual presidente electo especular que la avalancha de votos que se dio el 1 de julio fue propiciada sólo por el enojo social con la corrupción y la inseguridad. Fueron factores importantes, nadie lo duda, pero si hubieran sido los únicos elementos, el triunfo hubiera sido nada más por la Presidencia de la República, con fuertes efectos colaterales en una buena cantidad de posiciones, pero no de la magnitud de lo alcanzado.

Los resultados apuntan a la figura de un liderazgo que no se había visto en el México moderno. Desde cuando menos dos meses antes del día de los comicios, López Obrador empezó a convocar a los votantes a apoyarlo para lograr mayoría en el legislativo. La población evidentemente respondió al llamado y los resultados fueron tan contundentes como los que alcanzaba el PRI en sus mejores tiempos.

López Obrador llegará al poder con un enorme capital político, muy superior al que llegó a tener Vicente Fox al asumir la Presidencia de la República y con la gran ventaja de tener mayoría en el legislativo. Ello le proporciona elementos suficientes para empezar de inmediato a cumplir con los grandes compromisos que hizo a la población no sólo durante su campaña política, sino a lo largo de los últimos años.

Evitará también que tenga pretextos para no cumplir.

El gran derrotado

 Antes del 1 de julio también era previsible que el Revolucionario Institucional tuviera fuertes descalabros, pero creo que también en este caso, nadie imaginó la magnitud de la catástrofe. 

Se pensaba que al PRI no le podía ir peor que en la elección presidencial en la que el candidato Roberto Madrazo obtuvo 9.2 millones de votos, el 22 por ciento de la votación. De acuerdo con los datos del conteo rápido del INE, en la elección del domingo el candidato priista José Antonio Meade habría obtenido, cuando mucho, esos mismos 9.2 millones de votos, pero en esta ocasión equivalentes a sólo el 16.4 por ciento de los sufragios.

Quiere decir que frente a la peor elección que había tenido el PRI que fue la del 2006, tuvo 5.6 puntos porcentuales menos.

Meade no ganó en un solo estado de la república y en ninguno de los 300 distritos electorales; solamente ganó en 8.2 por ciento de los 2,464 municipios del país, y únicamente obtuvo el triunfo en el 3.4 por ciento de las 156,823 casillas que se instalaron el domingo.

Pero si en la presidencial le fue mal al PRI, en el Congreso le fue aún peor. Hoy tiene 48 Senadores y de acuerdo con las proyecciones que se están haciendo de cómo va a quedar la Cámara en la próxima legislatura, el PRI va a tener sólo 14 Senadores de un total de 128, el 10.9 por ciento de representación. Además, no ganó ninguna de sus fórmulas, tendrá sólo diputados de primera mayoría y pluris.

Y en cuanto a la Cámara de Diputados, en la actualidad el PRI tiene 204 Diputados Federales que representan el 40.8 por ciento. En la siguiente legislatura, de acuerdo a las proyecciones, sólo tendrá 42 diputados que representan el  8.4 por ciento de los 500 diputados. El PRI va a tener menos diputados que el Partido del Trabajo y que el Partido Encuentro Social. En la Cámara de Diputados va a ser el quinto grupo parlamentario.

Y ni qué decir de las gubernaturas. De las nueve que estuvieron en disputa no ganó ni una y en la mayoría de los estados su votación lo colocó en el tercer lugar. De esta manera, el PRI se va a quedar gobernando sólo en 13 de las entidades federativas, la mayoría de ellas estados poco poblados.

La mejor muestra de la estrepitosa caída del otrora partido invencible, fueron los resultados en la entidad considerada como su joya de la corona, el Estado de México., en donde va gobernar sólo en 19 de los 125 municipios, ninguno de los más poblados. Perdió Atlacomulco, cuna del grupo político más poderoso que ha surgido en México en los últimos 50 años y además ciudad natal del presidente Peña Nieto.

Y por si fuera poco, de los 45 distritos electorales de la legislatura local del Edomex, sólo ganaron uno.

Sonora no fue la excepción

En cuanto a nuestro estado, gobernado por el PRI y cuya gobernadora ha alcanzado un buen reconocimiento de la población, que la ubica como la segunda mejor evaluada en el contexto nacional, los resultados fueron muy similares a los del resto del país.

El PRI sólo ganó uno de los 21 distritos electorales y perdió la mayoría de los ayuntamientos con mayor población.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.