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Resultó un politicastro más el presidente de la CEDH

Por Feliciano J. Espriella /

Después de un cuarto de siglo de la existencia de los derechos humanos “institucionalmente”, en Sonora y me parece que en toda la geografía nacional, seguimos en algunas regiones igual y en varias otras, mucho peor

Muy al estilo de los demagógicos actos políticos, Raúl Arturo Ramírez Ramírez, presentó el pasado martes su informe de actividades al Congreso del Estado.

Utilizó todo el boato y la parafernalia que acostumbran los políticos que tienen mucho que decir pero poco que mostrar. Ante invitados de honor, acarreados y hasta porristas, dio lectura a su informe que más parecía un cuento de hadas o de las mil y una noches.

Con un aire triunfalista y como si aquí en el estado hubiera habido avances en el tema de derechos humanos durante su gestión, fue dando a conocer un rosario de logros que presumiblemente se alcanzaron, ¿y los seis años del padrecismo donde fueron cotidianamente violentados los derechos humanos de grandes conglomerados de pobladores sonorenses y el susodicho simple, sencilla y llanamente, se hizo de la vista gorda?

Yo no aguanté más que dos minutos de su insustancial perorata y en virtud de que esta columna la escribo antes de que se empiecen a publicar los pormenores de lo que dijo no estoy enterado de lo que dijo, ni me enteraré.

Llegó haciendo campaña como cualquier político

Y como cualquier político, barato, una vez ungido se dedicó a traer agua para su molino. Lo conocí precisamente en dicha campaña como invitado a un grupo de periodistas. La verdad es que no me causó mala impresión aunque tampoco me despertó una gran simpatía, pero desde entonces se me hizo muy ojona para ser paloma.

Me parece que no me equivoqué .Fue hábil y logró su propósito. Después, se dedicó a mantener una insana cercanía con los actores políticos y gobernantes ante los que debía erigirse en contrapeso de sus excesos.

En el informe del martes, como todo político acostumbrado a halagar a los poderosos, seguramente se sirvió con la cuchara grande llenando de elogios a todo aquel o aquella que le interese tener en el círculo de sus contactos VIP’s.

En los sesenta segundos que tuve la paciencia de escucharlo, se echó una mega lisonja para el presidente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones. Fue la gota que derramó el vaso y me fui, no me quedé más tiempo y no supe si luego de dicha loa se arrodilló o continuó de pie.

Somos uno de los países con peor reputación en el tema de derechos humanos

Todavía no alcanzo a comprender cuál será la razón de ser de varias instituciones en el país, las cuales fueron creadas presumiblemente para atender temas de vital importancia para la población, y que a la luz de la situación real, evidencia que no han servido para maldita la cosa.

Una de ellas es la Comisión Nacional de Derechos Humanos y sus apéndices las Comisiones de Derechos Humanos de los Estados, que además de ser de lo más onerosas, lo único que han demostrado es una garrafal ineficiencia e ineficacia.

Después de un cuarto de siglo de la existencia de los derechos humanos “institucionalmente”, en nuestro país, en Sonora y me parece que en toda la geografía nacional, seguimos en algunas regiones igual y en varias otras, mucho peor.

Es una verdad de Perogrullo, existe una profunda brecha entre el andamiaje legislativo y judicial, y la realidad cotidiana que vivimos millones de personas en el país.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), México es parte de los 30 países en los que más se violan los derechos humanos, siendo con Venezuela los países en donde la situación es más dramática. Para Amnistía Internacional la violación en México es endémica y la garantía de los mismos no es accesible a todos los sectores de la población.

Según un informe de organizaciones de la sociedad civil defensoras de los derechos humanos en 2013, en el país se vive un deterioro de la situación en la materia, el gobierno mexicano no cuenta con un mecanismo de garantía al seguimiento y cumplimiento de las recomendaciones recibidas de organismos foráneos ni en la justicia a casos que quedaron impunes o sin castigo en el pasado. Habría que agregarle a dicho informe que ni “la voluntad”

Las otras carabinas de Ambrosio

Pero la CNDH y las CEDHs no son las únicas carabinas de Ambrosio que existen en nuestro país. Todas, absolutamente todas las instituciones creadas presumiblemente para cuidar de algo, parece que caminan en sentido contrario y fomentan lo que deben de reprimir.

Tenemos una Profepa para proteger la ecología y el medio ambiente, pero año con año se nos señala como de los países más depredadores de nuestros recursos naturales.

Creamos una Profeco para cuidar a la población de los empresarios abusivos, y en más de la mitad de las gasolineras del país nos venden litros de menos de mil mililitros y en los comercios los kilos de 900 gramos siguen tan vigentes como en la época porfiriana.

Hay una buena cantidad de ejemplos más, pero se nos acabó el espacio. Mejor vámonos de vacaciones.

Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.