Salvavidas detrás de mi escritorio, otra forma de ser mujer trabajadora

Por Dolores I. Figueroa
Clara Luz Montoya Lagarda, licenciada en informática, maestría en administración, especialista en fomento a la lectura y escritura, poeta, con doctorado honoris causa en Literatura por la Universidad de Huaylen, WAAC-UNESCO, madre de dos hijas.
Lo que más le gusta es el cine, leer, las artes plásticas, viajar, conocer otros estilos de vida y dar talleres. Su comida favorita es el ceviche de callo de lobina. Le fascinan los relatos infantes lenguajes de cómo un niño se hizo su coco, nueva cicatriz en su rodilla. Y lo que menos le gusta son: las mentiras que parezcan verdades y los “no puedo” sin siquiera intentarlo.
Si ella fuera un animal, dice que sería un águila, para tener una visión panorámica del camino a recorrer y está dispuesta a renovarse cortándose las plumas, las uñas y hasta el pico para renacer de nuevo. “Creo que yo también lo he hecho —afirma—, porque me fui de la administración al fomento de la lectura, además de que después del divorcio tuve que hacer un nuevo proyecto de vida”.
—Cuéntanos ¿cómo fueron tus días de estudio y cuidado de hijas?
—Entré a trabajar al Instituto Sonorense de Cultura a los veinticinco años, con dos niñas pequeñas de dos y un año, que llevaba a guardería y recogía a las tres de la tarde. En muchas ocasiones, por las necesidades del trabajo, me regresaba con ellas a la oficina y dormían siesta tras mi escritorio en un salvavidas rectangular que les inflaba y acondicionaba como su camita, les llevaba cuentos, colores y todo lo que les gustaba para que estuvieran cómodas, mientras yo terminaba los trabajos pendientes. Después de salir del trabajo, me iba a la casa a hacer la comida, o antes de salir por la mañana dejaba la comida lista, además también las llevaba a clases extracurriculares de música, danza contemporánea, teatro y artes plásticas en la Casa de la Cultura; y tae kwon do y natación en escuelas privadas cerca de mi casa. Gracias a eso, mis hijas estuvieron conviviendo conmigo, pude cubrirles sus necesidades materiales y les enseñé a disfrutar del ambiente artístico cultural, de la naturaleza, desarrollar sus habilidades artísticas y participar activamente en los programas, no sólo como espectadoras.
Empecé a escribir poesía en 1997, motivada por una convocatoria del ISC y ese año gané el Premio Estatal de Poesía “Cómo veía mamá a mamá”, pero pospuse por un tiempo la escritura creativa para estudiar un posgrado, pensando en que podía elevar el bienestar de mi familia.
Esperé a que mis hijas fueran adolescentes, para estudiar la maestría en administración con la finalidad de innovar en el ámbito de la administración cultural, y gracias a eso, se me abrieron más puertas dentro del Instituto Sonorense de Cultura, en otros departamentos, donde pude proponer manuales, políticas, análisis de perfiles de puesto, sistemas de registro informático de eventos, a nivel estatal y a nivel nacional participé como co-creadora de la Red Nacional de Información Cultural, RENIC, la cual cambiaría su nombre a SIC, Sistema de Información Cultural. Hasta el día de hoy, todas estas propuestas y sistemas siguen vigentes y con acceso mediante internet para el público en general.
Desde que entré a planeación fui escalando, porque me solicitaban en diversos puestos, dándome nuevos retos administrativos, hasta llegar a la Coordinación General Administrativa del ISC. Decidí dejar este cargo en el 2006 para atender un área de oportunidad en el fomento a la lectura y escritura creativa en Bibliiotecas. Aunque en esta decisión también influyó la pesada carga de la doble jornada, ya que el puesto me demandaba horarios que se alargaban impredeciblemente y eso implicaba reducir el tiempo de atención a mis hijas ya en su etapa álgida de adolescencia y no contaba con el apoyo del padre para equilibrar responsabilidades, y mi madre y hermanas vivían en otra ciudad.
—¿Cómo fue que decidiste estudiar una tercera licenciatura, a pesar de lo complicado que es combinar el trabajo profesional, con el trabajo en el hogar y la crianza?
—Mi tercera carrera de Literaturas Hispánicas la inicié cuando estaba en el área de Fomento a la lectura, en el 2011, junto con mi hija menor, que eligió estudiar medicina, porque ella en su primer examen de admisión no fue seleccionada y la quise motivar estudiando juntas para su segundo intento. Pasamos días y noches respondiendo varios cuestionarios para sentirnos seguras, y finalmente, ambas quedamos seleccionadas. En realidad, no era mi intención entrar de lleno a la licenciatura, pero al obtener mi lugar y asistir a las primeras clases, quedé cautivada. Además, tuve la facilidad de que el Instituto me apoyó con horarios flexibles que podía combinar con mis estudios como una capacitación para enriquecer los contenidos de los programas del área.
Antes de elegir esta nueva profesión, en el 2010 había obtenido el Premio Internacional de Poesía “El valor de la vida”, categoría Castellano, convocado por la WAAC-UNESCO, y había publicado mi primer libro de poesía “Ecos íntimos”.
Recientemente, Clara Luz Montoya Lagarda recibió el Premio Nacional de Fomento a la Lectura y Escritura Creativa por parte de la SEC, SEP, OEI y el Centro de Altos Estudios Universitarios de la Universidad de Valladolid, España, donde se hizo acreedora de un estímulo económico, libros y la beca para un posgrado de especialización en Educación Artística y Ciudadanía, que culminó exitosamente a finales del 2017.
Algunas de las aportaciones con las que destaca su creatividad y formación son los programas autofinanciables de capacitación y los que vincula con la iniciativa privada para el patrocinio, como “Una anotación por la Lectura”, el cual consistía en un vincular la lectura infantil y juvenil con el béisbol programa respaldado por los equipos “Naranjeros”, “Mayos” y “Yaquis”, además de “Molina Editores” y la empresa privada McDonald que entre todos premiaban a las niñas/os que más puntos obtenían por sus libros leídos, dibujos y reseñas. Fue tal el impacto, que se llenaban camiones de niñas y niños participantes. Cuando se acercaba el beisbol niños y maestros se acudían al ISC a preguntar por las convocatorias y fichas de registro para obtener pases de béisbol, charlas con los jugadores profesionales, libros y comidas que ganaban como premios. Incluso fue entrevistada por Milenio un medio con cobertura nacional, por la novedad e impacto de este programa, que desafortunadamente suspendió la actual administración.
Paralelamente, junto con otras amiga/os escritoras/es, imparte talleres para jóvenes y adultos en cárceles y centros de internamiento de mujeres y varones, en asilo de ancianos, y en centros comunitarios de colonias periféricas bajo el programa Cautivos por las Letras y las Artes dirigido a fomentar la lectura, escritura creativa y aprecio de las artes, ofreciendo espacios de sano esparcimiento en Hermosillo y otras ciudades del estado de manera altruista.
Actualmente, Clara Luz Montoya Lagarda, desde el 2016, dirige el Taller Lengua de mariposa, que nace de la necesidad que observa en que las mujeres nos apropiemos de la palabra para contar nuestras propias historias y sueños, visibilizar nuestras diferentes formas de ser mujeres, reconstruir nuestras memorias y reivindicarnos como protagonistas, escapando del trillado papel de adornos, objetos deseables o musas perfectas. En ese tenor participaron las integrantes de este taller, en la conmemoración del 8 de marzo “Día Internacional de las Mujeres” leyendo sus obras en el “Ciclo de la mujer SUSTPES”, y en “Mujeres en su tinta” organizado por la Universidad de Sonora los días 7 y 8 de marzo.